26 Sobre los cinco lenguajes del amor y los siete pasos del baile erótico

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Hola a todos, aquí Coco, quien aún mueve las caderas al paso de cierta canción, y que se acerca a ustedes bailando al son de el amor melizabeth, fufufu 7u7 Tras una semana de descanso, nuestro candente romance de escritor y doctora continua, disculpen por la espera, ¡y vuelvan a disculparme porque ahora falta la otra obra! XD Verán es que, estoy comenzando mis exámenes y proyectos finales 9u9 Apenas como, apenas duermo, y este capítulo terminó siendo escrito en momentos robados a lo largo de la semana. Creo que así va a estar todo el mes de mayo, y pese a que por lo general puedo manejar escribir hasta dos capítulos por semana, creo que deberemos contentarnos con uno hasta que la marea de trabajos baje. En pocas palabras, estaré alternando un capítulo de OMEGA con uno de Letras y Sexo cada semana, y como en esta ocasión le toca a esta historia... prepárense para un momento candente extra largo y sensual, ¡ya saben qué hacer! *0* ❤❤❤

Posdata: en caso de que al final me vea obligada a dejar una de las dos obras, ¿cuál es la que ustedes querrían que continuara? Su voto podría ayudarme a tomar una decisión en caso de que las cosas en la escuela se pongan más intensas UwU En el mientras, muchas gracias por estar aquí, ¡disfruten su lectura de este día! 

***

—No, no, ¡no! —gritó el abogado dando un manotazo sobre su escritorio—. Te digo que eso no puede ser.

—¿Cuánto tiempo más quiere estar en negación? —le preguntó la investigadora privada que había contratado para seguir al objeto de su afecto—. Fueron juntos a aquella boda. Ella lo presentó con sus amigos y familia. No han dejado de tener citas, y llevan durmiendo uno en el departamento del otro por más de tres meses. Tiene que aceptar que la doctora Lioness y el señor Demon están en una relación de verdad.

No podía creerlo, era imposible. Estarossa conocía demasiado bien a Elizabeth, y sabía que un tipo como aquel no podía tener nada de interés para ella. Era un profesionista promedio, y no destacaba por su fama o dinero. Tenía una apariencia regular y una complexión tirando a enclenque, era el típico nerd que él solía vapulear en la secundaria. Y además, no sabía nada de sexo. Hasta donde había averiguado, él era un solterón maniático y virgen cuando la conoció. Por mucho que pudiera haber aprendido, ninguno de sus atributos debía darle el ancho a esa fabulosa y sensual diosa. Entonces, ¿qué era lo que había pasado?

—Eso da igual —se dijo calmándose y tomando el teléfono—. No les va a durar el gusto. Creo que es hora de cobrar cierto favor, y si esto no los separa, tú y yo tomaremos medidas más extremas.

La peliazul, que por lo general disfrutaba el morbo implícito en su trabajo, abrió los ojos como platos y tragó en seco ante aquella declaración. Una cosa era perseguirlos desde las sombras, sin que ellos se dieran cuenta y sin peligro para nadie. Otra muy diferente era intervenir en sus vidas. El plan que su cliente le había propuesto rayaba lo ilegal, y no pudo evitar suplicar internamente que su otro plan tuviera éxito cuando la despachó con un gesto de la mano mientras a quien quiera que estuviera llamando le contestaba.

—Hola querida, ¿cómo estás? —preguntó a la persona al otro lado de la línea mientras miraba por la ventana de su oficina—. Bien, muy bien. Oye, ¿recuerdas ese favor que me debías? —rió al oír la voz airada de su interlocutor y, a continuación, se puso a mirar a la lejanía en dirección a donde debía estar el edificio de departamentos de su rival—. Bueno, pues de todas formas te lo voy a cobrar. Tranquilízate. Si todo sale bien, además de saldar tu deuda podríamos divertirnos como en los viejos tiempos. ¿Aún te gustan las apuestas?


*

Casi era verano. El cálido sol de la mañana entraba por las enormes ventanas de la estancia, y la doctora suspiró, inmersa en la paz que le traía ese momento. Sentada en el sofá con una manta, usando su pijama rosa favorito, con una taza de té en las manos. Y su amado novio tecleando en la computadora justo frente a ella. Ya habían pasado casi tres meses desde que restablecieron su relación, seis meses desde que se conocieron, y a pesar de todo lo que habían vivido y hecho, a ella aún le costaba creer que aquel hombre tan maravilloso fuera suyo. Jamás creyó que pudiera llegar a querer tanto a una persona.

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