15 Sobre sexo grupal y aceptación

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Última de las "Siete cosas que amo sobre el melizabeth UwU":

7 - Amar por encima de cualquier otra cosa <3

Del físico, la edad, la distancia, la raza, y me atrevería a decir que hasta del sexo XD (ver el nuevo one-shot que saque en mi obra One-shots LGBT+ de mi perfil CocoBeth81) El motor de sus vidas es el amor, el amor que sienten el uno por el otro, el amor a la vida, y el amor hacia sus seres más queridos, que también son los nuestros, ¡los siete pecados capitales! ^w^ ¡Lúzcanse una última vez y maravíllenme con su recuerdo!

***

—Eh... ¡¿eeehhh?!

—Confíe en mí. Para cuando acabe esta sesión, sabrá exactamente lo que quiero decir.

El sonido de la puerta al abrirse fue lo único que ocupó la mente de Meliodas mientras sentía la mano de Elizabeth apretar más fuerte la suya y tirar de él hacia el interior de la habitación. ¡Clic! se escuchó el interruptor de la luz. ¡Clank!, las cadenitas plateadas de la bolsa de la doctora cuando la dejó en la mesa. Tac-tac-tac, los tacones de sus zapatillas mientras se alejaba con expresión relajada. ¿Por qué esa noche él se sentía tan inusualmente sensible a los sonidos? No le dio tiempo a pensar en eso cuando la albina atrapó su rostro entre sus manos y comenzó a besarlo nuevamente.

—Mmmmm... abra la boca por favor —Él obedeció sin apenas entender la orden, pero le quedó claro cuando el delicioso sabor a vino de su lengua invadió todos sus sentidos, junto con la placentera y húmeda sensación de ser devorado por ella. Cuando por fin se les acabó el aire y la albina lo soltó con un sonoro sonido de chupón, él tuvo que sostenerse de sus hombros para no caer desmayado al instante—. Delicioso... —susurró ella en su oído, y a continuación comenzó un camino de pequeños besos a lo largo de su mejilla y en dirección a su cuello— Señor Meliodas...

—Aaahhh... —Ese era el primer gemido de la noche. Sus labios rojo cereza se habían impreso justo en la sensible zona donde se hallaba el pulso, y este se aceleró tanto que el rubio sintió que la doctora sería capaz de escuchar sus latidos. Él solo pudo restregarse contra ella mientras sentía como sus manos iban despertando todas sus terminaciones nerviosas además de las auditivas. Elegantes dedos blancos deslizándose sobre su piel por debajo del suéter y la camisa. Uñas enterrándose ligeramente en zonas que ni él solía tocarse. Cuando la traviesa albina le apretó con fuerza una nalga y colocó su pulgar sobre el tieso pezón, Meliodas soltó un grito tan fuerte que creyó que los escucharía el hotel entero. Pero nada. La luminosa habitación en tonos rojos estaba tan pacífica y silenciosa como al inicio, con la excepción de la sensual y cálida risa de la doctora.

—Muy bien. Parece que ya es mucho más capaz de soltarse en este tipo de situaciones.

—Con... confío en usted —dijo el ojiverde con una voz temblorosa llena de deseo—. Sé que, pase lo que pase, estoy a salvo en sus manos, y será un momento que me llene de felicidad.

Felicidad. Había dicho felicidad, y no placer. Aquel detalle no se le escapó a la albina, que volvió a sonreír para después darle un beso en la comisura de la boca. No era solo un cuerpo más para coger. Estando con él, Elizabeth era ella misma.

—Muchísimas gracias. Ahora, si le parece bien, creo que deberíamos alterar un poco nuestro protocolo.

—¿Eh? —Nuevamente el rubio sintió el tirón de su mano llevándolo hacia otra zona de la habitación, y al ver la cama, el cosquilleo en su entrepierna incrementó a un nivel alarmante. Elizabeth rió aún más fuerte.

Letras y SexoWhere stories live. Discover now