32 Sobre honestidad y el clímax que se acerca

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Hola a todos, aquí Coco. ¡Por fiiiiin! >u< Después de un largo bloqueo de escritor y del inesperado caos en mi vida, por fin esta joya de historia vuelve. En verdad siento mucho la tardanza, pero no estaba en un momento y lugar que me permitiera disfrutar la escritura, y ya saben, eso es primordial para las chicas como yo >3< 

Un nuevo día, un nuevo capítulo de esta historia, y como además estamos apurándonos para acabarla este año, pues más vale apresurarnos. Aunque claro, no tan rápido *u* Cosas así de disfrutables deben ir lento, la gratificación debe ser pospuesta para aumentar el placer y... bueno, seguro se imaginan lo que sigue 7u7 

Como el título lo insinúa, estamos llegando al clímax de esta obra, y espero poder darles un buen clímax a todos (ignoren el doble sentido de mis palabras, fufufu). Por ahora, vamos al juego previo del que será uno de mis caps más dulces e interesantes >w< De nuevo muchas gracias por su paciencia, les mando un beso, un abrazo, y como siempre digo, ya saben qué hacer ❤

Posdata: como recordaran, ya no hay historia corta por ahora UwU Pero pueden ir a mis perfiles de Fanfictionnet e Inkitt para ver si hay nuevo capítulo de mis obras resubidas. Muchas gracias por acompañarme allá donde voy, fufufu. 

***

—¡Carajo! —gritó Mael, pero aunque le había sacado un pequeño susto, Meliodas supo que su reacción era algo muy bueno—. ¡Estoy tan emocionado que me puse duro! Lo hiciste de nuevo, amigo. ¡Esto va a ser un rotundo éxito!

—Esto... ¿gracias? —La junta de la tarde se estaba poniendo un poco bizarra, pero daba igual. Los resultados de Meliodas eran indiscutibles, el libro estaba prácticamente terminado, y ahora, estaba oficialmente agendado en los lanzamientos de fin de año. Lo único malo era que la efusividad de su jefe le estaba resultando incómoda.

—Déjalo tranquilo, Mael —dijo Liz quitándoselo de las manos, para alivio del rubio—. Calma Mel, solo era una expresión. Ya sabes cómo es este tonto. —Que suerte que estaba ahí.

Desde que las juntas del club de lectura se habían vuelto presenciales, su amistad se había convertido en una de las mejores partes de su rutina, con beneficios asombrosos para su salud mental. Ella le daba consejos, lo calmaba, le invitaba café, y lo ayudaba en todo tipo de situaciones incluso fuera del trabajo. Justo como esa. Su timidez le había impedido rechazar al empalagoso albino y ahora, gracias a ella, estaba a salvo y por fin su CEO estaba de nuevo en la silla.

—Ehem, bueno. Volviendo a los negocios, al parecer tu cliente se te adelantó, linda. No planeábamos un avance tan grande hasta el final del otoño, así que tendrás que apurarte con su página oficial.

—Claro. Ya presentía que esto iba a pasar, y lo tengo todo controlado. No dejaré escapar la oportunidad de hacer que este bombón triunfe a lo grande. —El aludido sonrió en agradecimiento, pero no pudo decir nada, pues ella de inmediato se lanzó a mostrarles a todos la agenda de marketing que tenía preparada. Todos en esa habitación estaban contentos. Todos, excepto el pobre editor, y su causa de angustia ni siquiera estaba relacionada con el trabajo.

Gowther ya no sabía cómo hacerle entender a Meliodas que esa mujer era peligrosa. Era obvio que planeaba algo, no se tragaba el cuento de que era solo una amiga, pero esa no era la peor parte. Lo peor era que, muy a su pesar, ya no estaba seguro de que fuera del todo mala. Es decir, si solo hubiera sido una perra que coqueteaba, una seductora descarada y vulgar, podría haberla odiado con facilidad. Pero no. Ella parecía auténticamente interesada en su amigo, se preocupaba por él, y había sido asombrosa ayudándole en todo tipo de cosas.

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