12 Cómo empezar a romper los miedos

772 66 28
                                    

Ya vamos por la mitad :'D Lo bueno pasa rápido XD Pero tranqui, aún nos queda un ratito para disfrutar. 

4 - Respetar las ideas del mutuas, aunque a veces no las entiendan.

¡Esto es mucho más difícil de lo que parece! >:D Demonio y diosa, guerrero y sanadora, extrovertido e introvertida, bebedor y abstemia, ¡pervertido e inocente! XD Estos dos eran opuestos en muchos sentidos, y aunque su relación romántica no fue tan profundizada en la trama como nos hubiera gustado, desde luego debieron tener sus encontrones por las mentalidades tan distintas (eso se ve un poco mejor en mis fics >u<) Sin embargo, se respetan y aceptan como son. Momento de un ejemplo que nos haga sonreír ^u^

***

Meliodas caminaba por la calle lluviosa con una sonrisa nerviosa en la cara y las mejillas un poco encendidas. Venía regresando de su reunión con Mael tras la revisión de su primer borrador de capítulos de la novela erótica, y la verdad, su reacción había sobrepasado todas sus expectativas.

—¡Magnífico!, ¡brillante! Por las diosas, me habías asustado. Creí que con tu "pequeño problema" no serías capaz de escribir algo tan bueno —Acto seguido se había acercado a él hasta estar incómodamente cerca, y le susurró un cumplido que él hubiera preferido no recibir—. Incluso lograste encenderme, que carajo. Sigue así, y antes de que llegue el verano esta publicación hará que lleguemos a las estrellas.

Esa era una buena noticia, más o menos. Es verdad que era un gran logro que le hubiera perdido el miedo a escribir erotismo, incluso estaba aprendiendo a disfrutar hacerlo, pero si seguía avanzando a ese ritmo... probablemente significaba que tendría que separarse antes de su doctora, y no deseaba eso por nada del mundo. Su Elizabeth. El rubor de la alegría se incrementó al tiempo que en su interior se mezclaban otras emociones confusas y maravillosas, acompañadas de recuerdos.

No se habían visto desde que ella... bueno... desde que él le dio su virginidad. Habían hablado mucho por teléfono, revisado su escrito, seguían repasando su material de estudio. Pero de verse, nada, ¿acaso ella lo estaría evitando? No, no creía que fuera la razón. ¿Y si la llamaba? Debería llamarla. Pero, ¿con qué motivo? No tenían una relación en realidad, todo era parte de su proyecto conjunto de investigación. Pero eran amigos, ¿cierto?

—¡Aaaahhh! —Su cabeza estaba hecha un lío, no entendía nada, pero sí tenía en claro una cosa: deseaba con todas sus fuerzas poder verla pronto. Y eso en realidad tenía poco que ver con el sexo.

Entre más la conocía, más la quería por lo que era más allá del consultorio. Una mujer increíblemente tierna, amable, asombrosamente valiente. Aunque Elizabeth evadía hablar de temas personales, el rubio presentía que tras ese silencio habían cientos de palabras que deseaban salir. Y él quería estar presente para recogerlas cuando lo hicieran. Quería estar cerca de ella, mirarla a los ojos, hablarle, abrirle su mundo. Y por supuesto, quería volver a tener sexo con ella.

Esa pequeña presencia guerrera que llevaba dentro se agitó un poco, como un gato desperezándose y abriendo un solo ojo para mirarlo escrutadoramente. Muy bien, lo había admitido. La deseaba como mujer, y ahora que su vida sexual estaba oficialmente activa, quería que cada segundo de intimidad le perteneciera solo a ella. Desde sus sueños mojados hasta sus tímidas intervenciones, cada pensamiento erótico y fantasía, todo le pertenecía a ella. Entonces recordó que el último material de estudio que le había mandado iba precisamente sobre ese tema, y se ruborizó tanto que casi rivalizó con el semáforo rojo al otro lado de la calle.

—¡Santa virgen del cloro!, ¡Ya cálmate Demon! —Su corazón saltaba en su pecho, un leve golpeteo había iniciado en su entrepierna, y sentía la sangre correr por su cuerpo a toda velocidad. Estaba comenzando a sentir pánico de que su miembro lo traicionara en plena calle, cuando un sonido interrumpió aquel ataque de nervios.

Letras y SexoWhere stories live. Discover now