treinta y cuatro

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Erin Evers

Flashback

Tan mal la pasaba y tan enamorada estaba para soportar todo eso, a Benjamín le molestaba todo de mi, odiaba hasta que respire.

— ya olvidate de el – me dice Made – ese animal no vale la pena ni por lo mínimo – y tenía razón.

Lo extrañaba tanto, me dolía demasiado no poder estar con el pero lo que mal empieza mal termina y esta destinado a terminal mal.

Ben nunca me amo, todo fue una mentira, si algún día se nos presenta la oportunidad de volver a intentarlo cosa que no creo que pase por que ya vamos meses sin hablarnos, por todo eso pensaba que nunca habría oportunidad para nosotros y estaba aferrada a la idea de que todo terminó.

Supe que su relación no le estaba funcionando, aun que era visto, pero el fue quién quiso hacerse eso. Me dolía pensar que yo lo extrañaba a él, ella a él y él a ella, lo que indicaba que yo era la 3ra persona, la que estaba demás cuando yo fui la primera.

Cuando a mi me amo antes que a ella.

Fin del flashback.

...

Observó a mi al rededor, el día era muy lindo, podía escuchar el ruido de las aves y el viento. Todo a través de una ventana.

— ¿Estas lista? – me dice Megan.

— si – respondo.

Tomo mi maleta y me dio una sonrisa, el momento de dejar este lugar llego y no sabía si lo que me esperaba afuera era bueno o malo, pero debía enfrentarlo.

— no olvides la medicina Erin, acudirás al psicólogo al menos tres veces al mes – empieza a decir.

— entendido todo – digo.

Caminamos hacia la salida del hospital, abrió la puerta y vi a Benjamín a unos metros de mi fuera de su auto. Cuando me vio dejó el celular y ambos pusimos una sonrisa.

— ¡corazón! – nos decimos al mismo tiempo.

— te extrañe – le digo.

— yo mucho más, este mes ha sido muy difícil sin ti – responde y sonrió.

— pero estamos juntos de nuevo y ahora si es un de nuevo – bromeó.

— es hora de ir a casa – me dice.

— Italia – sonrió y me ve.

— Italia, pero haré que nuestra casa también sea tu hogar, esta vez será distinto a cuando tuvimos que irnos de un momento a otro de Alemania – asentí y nos dimos la mano.

Si fue feo cuando tuvimos que dejar Alemania, pero estos días habían sido muy reconfortantes, habían sido días en los cuales había podido sacar todo lo que tenía guardado, días en los que entendí que no me puedo dejar para después.

...

Llegamos a Milán hace una hora, era mi turno de bajar del auto y sentía que estos eran otros aires o algunas otras cosas, todo se sentía muy diferente.

Tenía que hablar de que paso o como fueron mis días, me sentía como otra persona aun que tenía mucho miedo de volver a caer en lo mismo, pero había aprendido mucho, a que estoy por delante de todos y que tengo que ser mi prioridad, hacerme feliz y vivir lo que quiero y no lo que los demás quieran.

— ¿estas lista para entrar a tu nueva casa? – me dice tomando mi mano.

— ¿nueva? – pregunto.

— ya lo verás.

Era la misma casa, pero cuando el portón inmenso se abrió, no era lo mismo, estaba totalmente reconstruida.

— ¿Qué hiciste? – pregunto.

— firmar un contrato de remodelación de un mes – responde y ríe – no fue fácil pero se logró.

Era muy linda, un poco más pequeña pero había mucho más espacio al aire libre y también había un pateó más inmenso, todo era diferente.

— ¡es muy lindo! – digo emocionada.

— y espera a que lo veas por dentro – empezamos a caminar.

Abrió la puerta y entramos, Susana estaba ahí alado de un inmenso ramo de flores, cuando nos vimos la salude y me abrazo, se retira y nos quedamos en silencio mirándonos.

— te tengo un regalo – me dice.

— ¿Así? – le miro mirando el interior de la casa – no creo que me tengas más que este – digo.

— si lo tengo – susurra.

Susana reapareció con una caja y me la dio, se fue de nuevo y yo mire a Ben, la caja estaba un poquito pesada.

— yo se que tienes rinitis alérgica y que no puedes criar mascotas ni nada de eso pero mira...

Abre la caja y deja ver un perrito Golden Retriever, me morí de amor y de ternura, me morí de todo.

— ¡ayyyy!

Lo tome en mis brazos y mire a Benjamín, sonreí y le mostré.

— puedo vivir tomando loratidina por el resto de mi vida con tal de tener a esta cosita cerca de mi – digo.

— ¿Te gusta? – pregunta.

— si pero me gustas más tu – respondo.

— no me compares con el perro – nos reímos.

— ¿como se llama? – pregunto.

— esta disponible para que tu le elijas el nombre – susurra y deja un beso en mi frente.

— ¿Qué te parece... Jacques? – me mira.

— ahaja, muy graciosa – responde sarcástico.

— entonces Balú – digo.

— ese si me gusta.

— a mi me gustas tu – respondo y ríe.

Dejamos al perrito a un lado y me agarro de la cintura, nos miramos por unos segundos y luego junto sus labios a los míos en un tierno y lento beso.

— ¡Te amo! – digo.

— y yo te amo mucho más a ti.

Me tomo en sus brazos y luego fuimos a la que supongo y era nuestra habitación, me dejo al piso y aseguro la puerta, regreso hacia mi y se quito el suéter.

— ¿Vamos a dormir? – bromeo.

— claro nena, dormir es lo que más extrañamos de todo esto – responde.

— yo si – continuó con mi juego.

— entonces vamos a dormir – se pone encima de mi y empieza a hacer cosquillas en mi cintura.

Nos reíamos mientras jugábamos y luego nos perdimos en ambas miradas, apoyo su cuerpo hacia la pared sentado y me subí encima de él, me ayudo a quitarme el suéter y luego la blusa, le quite la camiseta y nos miramos.

Quito mi brasier y luego desabrocho mi pantalón, hice lo mismo con el suyo y ambos nos retiramos lo que nos sobraba de ropa.

— ¡condones! – dice.

— hoy no – le digo y me suelta una risa.

Ayude mucho en la situación de que entrará dentro de mi y empecé a moverme lentamente mientras nos besabamos y acaricia mi cuerpo.

— ¡te extrañe mucho! – me dice dejándome abajo de el.

𝓘𝓷𝓮𝓯𝓪𝓫𝓵𝓮 ; Benjamín PavardWhere stories live. Discover now