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Erin Evers

Termine mi agotador día de trabajo pero ya estaba en casa, mañana presentaría mi renuncia y próximamente nuestra vida comenzaría en Italia.

Cuando llegue Susana ya tenía la cena lista, le pedí que pusiera la mesa y subí a mi habitación para poder cambiarme de ropa a algo más cómodo.

— ¡hola mi princesa! – me dice Benjamín saliendo del baño.

— ¡hueles muy rico! – respondo abrazándolo.

— te amo sabes – me da un beso en la frente y luego uno en la boca.

Asentí, sonreí y continúe con mi camino, ya debíamos ir a cenar, teníamos días muy fuertes con todo el tema de la mudanza y lo que se venía.

— pasado mañana es la presentación, debemos ya viajar – me dice.

— lo se cariño, en la mañana presento la renuncia y regreso enseguida – respondo – mi jefe esta al tanto de todo así que no tendremos ningún problema.

El tiempo no se detenía y ahora estábamos terminando de cenar, luego ya estábamos en nuestra habitación y el cansancio era demasiado para los dos que decidimos dormirnos temprano.

...

Estaba lista para ir a presentar mi renuncia, sería algo rápido así que llevaba algo de ropa casual.

— yo iré contigo – me dice Ben con la llaves del coche.

— ¿Por?

— por que eres mi esposa, por que te amo, por que tu siempre estas conmigo en los buenos y en los malos momentos y por que yo también quiero estar contigo – contesta y vuelve a sonreír.

— esta bien.

Tome mi celular y salimos tomados de la mano, subimos al auto y por un largo tiempo conducio hacia la fábrica, llegamos y le pedí que me esperaba en el auto.

Tome el elevador y fui hacia mi oficina, recogí lo último que me faltaba por llevarme y luego fui hacia la oficina de mi próximo ex jefe.

— ¡Erin! – me dice con una sonrisa – pasa linda, pasa.

— estoy aquí y te traje mi carta de renuncia, antes quiero darte las gracias por que fue más que un honor haber podido trabajar contigo y...

— ¿Renuncia? – me mira y suelta una risa.

— si sabes lo que firmaste cuando entraste a trabajar aquí Erin, ten, observa tu contrato – me dice tirando una carpeta.

Leí detenidamente, claramente este no era mi contrato, jamás hubiera aceptado trabajar por 10 años aquí, nunca lo hubiera hecho, primero no tengo necesidad y segundo por que no quiero.

— ¡no es mi contrato! – le digo.

— ¿entonces no eres Erin Evers? – resoplo y le miro.

— estoy diciendo que este no es mi contrato y no lo es, tu sabes bien cada una de las palabras que tenía mi contrato, no te lo voy a permitir...

— ¿A permitir que? – interrumpe – sabes muy bien la cantidad que vas a tener que pagar si rompes este contrato.

— no te voy a permitir que me hables así Isaac, si me tengo que ir por lo legal y comprobar que ese no es mi contrato lo voy a hacer, te lo advierto y sabes que yo no soy alguien de juegos, rodeos y diversiones – me pongo en postura firme.

— a ver niña – se pone de pie y camina – todas pierden contra mi, todas lo hacen – y se acerca lentamente.

Trate de tomar distancia entre nosotros caminando hacia atrás y me acorralo en la pared.

— ¿Qué quieres? –.

— tu sabes lo que quiero Erin, me gustas tanto, desde el primer día en que te vi entrar por esa puerta me volviste loco, quiero que estés conmigo o prometo hundirte y llegar a las últimas – suelto una risa.

— ¿Tu me estas amenazando a mi? – le miro dudosa – piensa muy bien en lo que haces, yo no seré de las que pierde ante ti, sabes bien quien soy.

Me tomo del cuello y lo apretó fuertemente, trate de hacer fuerza y empezó a acariciar mis piernas, se acerco a mis labios y trato de besarme, solté una patada y logré que me dejará, tarde en reaccionar para salir de su oficina y me tomo del cabello tirándome al sofá, sentí como mi mejilla quemaba mientras que el estaba encima de mi, sentía el calor de mi sangre recorriendo mi mejilla.

— ¡Te dije que conmigo no juegas maldita! – me iba a matar.

Deje de sentir mi respiración, hacía demasiada fuerza cuando la puerta se abrió y vi a Benjamín en compañía del hermano de Isaac.

Ambos tuvieron una mala reacción y corrieron hacia el, Doris la secretaria corrió a auxiliarme mientras que me sentía muy débil.

Benjamín Pavard

Erin ya se estaba tardando y yo ya estaba aburrido de estar en el auto, me baje y al momento apareció Estuard, el hermano del jefe de Erin.

— ¡Que gusto verte aquí! – me dice y chocamos puños.

— vine con Erin a presentar su renuncia pero me pidió que esperara en el auto – digo.

— vamos, te invito a mi oficina a tomar un café mientras la esperas.

Le acepte la invitación y caminamos, entramos al elevador y platicamos, salimos y vimos a la recepcionista muy asustada.

— ¿Qué tienes? – le pregunta Estuard.

— Erin entro hace varios minutos con Isaac, los escuche discutir y un par de golpes pero ahora todo está tan en silencio.

Se me bajó la presión y sentí un fuerte corazonada, camine con Estuard y abrimos la puerta, Isaac estaba acabando con mi vida.

Corrí hacia él y lo quite de encima de mi esposa, lo tire encima de su escritorio y no pensaba en nada más que destruirlo, Estuard me estaba ayudando.

— ¡Benjamín! – sentí la voz de Erin en mi cabeza.

Se oía muy débil, tan angelical, quería matarlo y luego solo pensé en que debía parar, que debía estar con ella y abrazarla, apoyarla y hacerle saber que estoy con ella.

— ¡Mi vida! – digo y la abrazo.

Apoyo su cabeza sin decir nada, lloraba en mis brazos y simplemente la consolaba.

𝓘𝓷𝓮𝓯𝓪𝓫𝓵𝓮 ; Benjamín PavardWhere stories live. Discover now