dieciséis

19 2 0
                                    

Había extrañado tanto Múnich y la vida que tenía aquí, me había acostumbrado tanto a este lugar que me daba nostalgia saber que solo estamos de pasada.

— en la noche cuando regresemos...

— ¿Qué cosa? – pregunto.

— tendremos visitas – dice.

No me interesó de quién se trataba, pues a nuestro hogar todos eran bienvenidos.

— ¿Estas lista? – pregunta.

— terriblemente si – digo.

Entramos al juzgado ya que condenarian al causante de todas mis desgracias y me sentía nerviosa, pero los cargos que Isaac presentaba no me involucraban solo a mi, Estuard también lo había demandado por el robo que hizo.

— el cual es acusado de falsificar el contrato de trabajo y la firma de Erin Iana Evers Novak, provocar un accidente y como si no fuera suficiente provocar el aborto de la mencionada, adjuntamos las pruebas y...

Esto era totalmente aburrido y sentía miedo por que el idiota me miraba, Benjamín lo estaba notando y trata de ponerse en frente pero aun así era imposible.

— es condenado a 22 años de prisión.

Fue lo último que escuche cuando vi a Estuard sonreír y acercarse a nosotros, arrestaron a Isaac y continuarán las investigaciones tanto para el como para nosotros. Lo bueno de esto y la paz que sentía era gracias a que nadie tenía ni la mínima idea de esto y al menos no seríamos farándula.

...

Salimos del juzgado tomados de la mano, cuando pusimos un pie fuera del lugar los flash de las cámaras empezaron a fotografíarnos y rodearnos de preguntas que ni si quiera tenían que ver con algo de lo mencionado.

Ben había contratado seguridad para cuando estemos en Alemania y eso era lo que teníamos de ventaja, de inmediato nos subimos al auto y nos fuimos sin decir ni responder nada.

Benjamín Pavard

Tan solo con mirarla sabía que no estaba bien y que lo mostraba era solo una apariencia, nos bajamos del avión y seguía disimulando que no había pasado nada, que podía soportar todo sin ayuda de nadie.

Entramos a nuestra casa en Italia y la comida estaba preparada, le pedimos a Susana que la sirviera y nos tiramos al sofá para descansar un momento.

— ¿Quién le dijo a la prensa? – pregunta.

— tal vez nos venían vigilando días antes por tu ausencia en redes sociales – le doy una idea.

Di esa idea por que ya nos había pasado antes, cuando hicimos lo nuestro público y luego tomamos medidas estrictas de ser discretos.

— o Isaac quiso dejarnos con broche de oro – contesta.

— ya no pienses más en eso mi vida – susurro y le abrazo.

— mato a nuestro bebé – me mira y esconde su mirada.

— las cosas a veces pasan por algo, tu mismo lo decías, esto no es nuestra culpa – mía si – y no debemos quedarnos en el pasado.

— quiero dormir y no levantarme nunca más, solo quiero estar acostada y no hacer nada.

— Erin la salud mental no es un juego y lo que has pasado en los últimos meses tampoco, dejame ayudarte – insisto.

— no necesito psicólogos, dejame ir de vacaciones a Hawaii y no te molesto nunca más, es más, regreso 100% nueva – esta loca.

— ¿Con quiénes? – pregunto.

— con Made y mis amigos que no hemos salido desde que nos casamos, mi team – definitivamente no.

— no.

— te estaba avisando de lo que voy a hacer, o aceptas por las buenas o de todos modos me iré – que molesta es.

— si haces eso se acaba lo nuestro.

— no importa, la vida de soltera es mucho mejor – a.

— ¿Qué?

— nada.

— has lo que quieras – digo y me voy.

— ok.

Estaba por subir las gradas y tocaron el timbre, regrese a abrir la puerta y pobrecita, le llego el infierno con patas.

— ¡mamá! – digo con una sonrisa.

— hijo querido...

Invite a mi familia a pasar y llegaron con una mujer qué no topo pero luego haría las preguntas.

— ¡qué gusto tenerlos aquí! — dice Erin mirándome mal.

— hijo te acuerdas de la hija de tu madrina, la que iba contigo en la escuela – me dice mi mamá.

— no, ¿se murió o que? – bromeó.

— es ella, es Arlette — responde.

¿Arlette?... Definitivamente no me acuerdo.

— Arlette, que gusto verte después de tantos años, te ves bien – digo y le doy un beso en la mejilla de saludo – ella es mi esposa y se llama Erin.

— supe que te casaste ¡felicidades! – ríe – aun que es muy lamentable.

Sabía lo molesto que podía ser para Erin, pero si a ella le había caído mal, pues a mi me había caído peor.

— no lo creo – dice mi papá – Erin es una gran mujer y muy hermosa – al menos mi papá la quería demasiado y hasta más que a mi.

𝓘𝓷𝓮𝓯𝓪𝓫𝓵𝓮 ; Benjamín PavardWhere stories live. Discover now