veintitrés

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Mire la hora y eran las 11 am, lo único positivo de todo esto era que estaba durmiendo hasta tarde pero no sabía hasta cuando iba a seguir así y era muy triste.

Estaba lista para enfrentar un nuevo día, comí un poco de fruta picada y luego fui a hacer ejercicio, paso un par de horas y fui a ducharme, decidí ponerme pijama ya que no haría nada y solo esperaría a que sea de noche para irme a dormir de nuevo.

Encendí la televisión y miraba un programa que estaba aburrido, pase de canal y daba una novela, volví a pasar de canal y ya estaban en las noticias de que nuestro patrimonio familiar estaba en la quiebra y había un fraude de por medio, ya hasta me nombraron como una de las culpables.

— por otro lado y al no tener ni el mínimo conocimiento de la situación de Erin Evers fuimos en busca del futbolista francés quién es su actual pareja y no dio declaraciones en lo absoluto, luego lo vimos irse con una mujer en su autoooo....

Ayuda se me sale el corazón, esa era Arlette, me muero.

Tranquila Erin, respira, tu no pierdes si Benjamín vuelve a fallarte.

— la celebridad de 23 años ha estado muy ausente en redes sociales, muchos rumores se han escuchado en este tiempo, pues tuvo un accidente de tránsito por conducir bajo sustancias inlisitas, luego se supo que había tenido un aborto del cual no sabemos si sea real o no y ahora solo vemos infidelidades por parte de ambos – buffo.

Puse Netflix, las noticias eran tan estresantes, mucho peor era que hablaban de mi y no de sus vidas, ¿Enserio viven de hacer quedar mal?.

Benjamín Pavard

Extrañaba mucho a mi vida, quería que estuviera de regreso conmigo, pero buscarla sería arriesgarla, encima de todas las habladurías que estaban saliendo de nosotros era aun más peor por que no podíamos ni si quiera defendernos.

— ¿Y cuando piensa regresar tu esposa? – pregunta Arlette.

— le gusta vacacionar, no tengo idea – respondo estresado de ella.

— pues que mal que se vaya y te deje solo, tu necesitas mucha atención – dice.

Cuando hablaba decía cosas como si quisiera ponerme en contra de mi propia esposa, quería lavarme el cerebro y me molestaba por que a veces lo hacía delante de mis padres y al Erin estar ausente ellos le daban la razón.

Entramos a la casa y dejamos las compras encima de la isla, fuimos a la sala de cine donde estaban mis papás y Made, mínimo con ella no estábamos empezando a llevar bien, aun que muy en el fondo me odia y yo también.

— ¿Podemos hablar? – me pregunta la mencionada.

— vamos.

Salimos y fuimos hacia el living, me senté y ella me miro seria y luego se puso ansiosa.

— dime donde esta Erin, ella está muy sola, necesita de mi o de ti, Ben piensa en que con todo lo que ha pasado que no tenga comunicación con nadie puede hacer que caiga en depresión – me dice y niego.

— tienes razón pero no la quiero arriesgar – contesto.

— prometo que no será así, pero dime para que pueda estar con ella – era insistente.

Y tenía razón.

— esta bien, iras a verla pero recuerda que al estar con ella ninguna de las dos puede poner un solo pie a fuera del lugar, pero es grande y hay muchas actividades, ve y quiero que le lleves un regalo de mi parte, le dices que la amooo...

— yaya maldito ridículo – interrumpe.

— irás por tierra, en un aeropuerto la gente nota más, si no aceptas no hay trato.

— de acuerdo.

— Erin esta en Alemania, en una finca, rancho, complejo turístico o como quieras llamarlo, esta sola y descomunicada, pero la veo por cámaras y es linda, dile que la amo.

— que ya – vuelve a interrumpir y le tiro una de las almohadas.

— no soportas que tu amiga tenga más amor que tu – digo.

— no soportaría que le vuelvas a hacer daño Ben, te odio por que no se si lo que muestras es sincero, a veces pienso que sigues siendo el mismo mentiroso e imbécil de siempre...

— ¡ya no lo soy! – interrumpo – y amo a Erin, y te lo demostraré a ti también – digo.

— jura.

— lo juro – nos reímos.

Entonces decidí ayudarle a empacar y preparar todo aprovechando que todos estaban ocupados, cuando se iba a ir le entregue un regalo para Erin, tal vez era un ridículo pero quería que supiera lo mucho que la amo. Le escribí una carta y le compre una cadena de plata que tenía un dije con su inicial pero que también tenía el mio, era como una doble cadena pero era una sola.

— ¡te odio! – digo.

— yo también, cuidate imbécil zancudo – me responde y me baja de su auto.

Me quede en casa y la vi partir, si había alguien en quien confiar, aun que la odiara, solo ella.

Aun que no le perdono que no le haya perdonado a Erin qué haya vuelto conmigo, yo se que fui un idiota y me arrepiento y lo he demostrado, pero no le importa, me odia.

𝓘𝓷𝓮𝓯𝓪𝓫𝓵𝓮 ; Benjamín PavardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora