dieciocho

22 2 0
                                    

Erin Evers

Cuando entre a la casa y vi que los amigos de Benjamín estaba aquí no sabía si sentirme feliz o molesta, por que me alegraba que estén aquí pero me estaba molestando que no me haya dicho nada.

— ¡que gusto verte! — me dice Eva.

— igual me da gusto – contesto.

Esta chica por pedido de Ben fue una de mis damas en la boda, en parte ayudaba por que yo amigas tengo contadas.

Como había llegado cansados y solo ha recibirlos nos despedimos y subimos a nuestra habitación, cerre la puerta para mayor seguridad y me metí al armario.

— ¿Todo bien? – pregunta.

— bien — respondo.

— ¿Qué pasa ahora? – me mira.

— que se te está olvidando avisarme las cosas Benjamín y no me molesta que nos vengan a visitar, me molesta que tu estés al tanto de todo y no digas nada – respondo y se ríe.

— ¿solo eso? – chasqueo y le miro – no me acorde te lo prometo, Matthieu me aviso pero pensé que lo hizo en broma.

— y yo nací ayer.

— escucha, creo que es mejor que estés rodeada de personas para que así no te sientas sola – entonces íbamos por ahí.

— para eso yo tengo amigos y también familia, no existen solo tus amigos Ben.

— ¿Y que quieres? ¿Qué invite a tu amiguita y esos que lo único que hacen es gastar dinero? – si el se comportaría como el Ben del pasado, pues yo también sería la Erin del pasado.

— si.

— ¡Erin! – grita.

Este es el top 10 maneras de hacerlo enojar enseguida.

— no vuelvas a hablar así de mis amigos si yo no hablo mal de los tuyos, deja de mirar por mi que yo estoy bien y si sigues así...

— ¿Si sigo así qué? – me corta.

— vuelve a hablarme de la manera en la que lo estas haciendo ahora y te prometo que no llegará a la tercera, estas advertido.

Le ignore y me fui hacia el baño con mi pijama, me empecé a desmaquillar y luego a a cepillarme los dientes, me metí en la ducha para lavarme el cuerpo y cuando terminé me salí a poner mi pijama, fui a recostarme y el ya no estaba en la habitación.

...

Era tan fácil quedarme dormida, pero como la familia de mi queridito estaba aquí también tenía que cuidar mi imagen como esposa por que Nathálie no me traga y aun que me había levantado temprano no había sido suficiente por que todos habían madrugado más que yo.

— ¿Qué les pasa a los franceses? – pregunto y me miro al espejo ya lista.

Me levante a las 7 y ahora era media hora más cuando iba a bajar y todos estaban sentados en la gran mesa desayunando y riéndose, cuando me vieron se les acabo todo y hasta para mi fue incomodo.

𝓘𝓷𝓮𝓯𝓪𝓫𝓵𝓮 ; Benjamín PavardWhere stories live. Discover now