doce

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Erin Evers

Estaba aterrada, sentía mucho más que miedo con la idea de que iba a ser mamá, aun soy muy joven, pero también por otro lado me alegraba y estaba feliz, siempre quise esto.

¿Se imaginan una mini Erin o un mini Ben?

Me muero.

Terminamos de cocinar en compañía de Susana y ahora solo quedaba esperar a que Benjamín baje para poder cenar, tenía sueño, muchísimo y era como si no hubiera dormido en años.

— ya estoy aquí – dice tan guapo y perfumadito como siempre.

— hay que comer e irnos a dormir – contesto.

— lo que quiera el amor de mi vida – responde y me da un beso en la mejilla.

Nos sentamos y nos sirvieron la comida, por ordenes del doctor no podía trabajar y debía mantenerme sin esforzarme mucho en los últimos meses.

Tocaron el timbre de casa y fui a ver quien era, cuando abrí la puerta era un tipo de los que hacen entregas a domicilio y tenía compras para nosotros. Era raro por que siempre hacíamos las compras pero supuse que Susana las mando a pedir así que les tome, firme y fui a dejarlas en la cocina.

— ¿Quién era? – pregunta Ben.

— entregas a domicilio, trajeron algunas compras que las debió hacer Susana de cosas que necesita – respondo.

— si seguro.

— ¿mañana que harás? – pregunta.

— en la mañana nada y en la tarde descansar mi amor – se ríe – nada, estaré en casa cariño.

— salgamos a cenar en la noche – dice.

— ¿o en el desayuno la cena? – respondo y resoplo.

— muy chistosita.

— siempre.

Terminamos de cenar y subimos a la habitación, nos preparamos y nos fuimos a acostar.

— vamos a ser papás de una hermosa bebé – dice abrazando mi vientre.

— será un niño – digo.

— claro que no, será una hermosa niña con los ojos de su mamá y el cabello de su papá – me río.

— no me lo tomes a mal pero prefiero que tenga mi cabello a que todos tus churos qué en cabello largo van a ser difíciles de peinar – respondo y resopla.

— entonces que heredé mis ojos y tu cabello.

— que llegue bien al mundo y no pidamos más Benji, solo eso, por que debemos darle todo el amor del mundo al pequeño – si, estaba segura de que sería niño.

— ¡te amo!

— te amo mucho más.

Estaba tan cansada que no iba a sentir nada, me dormiría al cerrar los ojos.

...

Me desperté y vi la hora, ya eran las 10 am, Benjamín se debió haber ido hace rato. Mire a mi al rededor y en la mesita de alado se encontraba un vaso de té con una notita, la leí y decía "buenos días mi princesa y mi princesita, hay que levantarse con el pie derecho" y sonreí, me tire a la cama suspirando y me volví a levantar con la intención de beber el té.

Pero primero fui al baño por que lo necesitaba, aproveche para ducharme rápido y luego salí a vestirme cómoda.

Estaba por beber el té y Susana abrió la puerta de golpe, me asuste si.

— señora Erin, lo siento – ¡terrible! x54 – en la puerta hay un pedido para usted, puede recibirlo.

Asentí y bajamos juntas, era una gran caja en la puerta, tenía un gran ramo de rosas llena de chocolates, la enviaba Benjamín aún qué la nota era muy rara, demasiado.

"Tienes mis brazos para consolarte"

Y no lo entendí ni al principio, peor al final.

Deje la nota a un lado y le pedí a Susana que llevara eso a mi habitación, fuimos juntas y ahora si, era el momento de beber mi té.

Lo tome en mis manos y lo hice, sabía bien y mientras lo bebía veía mi celular y le escribía a Benjamín un mensaje que no logre enviar, sentí un dolor muy fuerte que causaba que me retorciera, me sentía mal y cada vez era más fuerte.

— ¡Susana! – grito.

— ¿se encuentra bien? ¿Qué tiene? – pregunta asustada y se acerca a mi.

Me mira asustada mientras lo único que hago es quejarme, estaba teniendo un sangrado y de inmediato se alejo a pedir una ambulancia. Mis ojos se oscurecieron...

Benjamín Pavard

Mire el celular de Erin y cuando entre a mi chat había un mensaje escrito que no había sido enviado.

"gracias por el detalle mi amor, te amo con toda mi vida aun que los chocolates estuvieron de más".

¿Qué chocolates? Jamás le enviaría chocolates a Erin si se que tiene problema mental con ellos y si los consume solo se haría daño.

El doctor sale y viene hacia mi de inmediato.

— ¿cómo esta mi esposa y mi bebé? – pregunto.

— lo siento mucho muchacho, tu esposa tuvo un aborto espontáneo provocado – contesta y le miro.

— ¿provocado?

— bebió un te abortivo, para cuando llego al hospital ya fue demasiado tarde.

¿Erin aborto?

𝓘𝓷𝓮𝓯𝓪𝓫𝓵𝓮 ; Benjamín PavardHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin