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𝐋𝐨𝐬 𝐠𝐞𝐦𝐞𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨

— Mierda — exclamó Vanessa, llevando una mano detrás de su espalda. Los meses habían transcurrido razonablemente bien. Daeron había llevado al Greyjoy a su hogar, un hombre mucho más imponente de lo que Vanessa había anticipado. Con alrededor de 40 o 45 años, se aproximaba a la edad de su padre. El Greyjoy se quedó durante tres meses, partiendo luego en busca de provisiones para sus barcos. Por otro lado, Daeron estaba esperando la llegada de su prometida. Sin embargo, habia un problema .

Aegon.

El se había apropiado de tres botellas de vino destinadas a la celebración por la llegada de la "Lady". Ahora tenían que encontrarlo discretamente para que nada se arruinará.

Vanessa, acompañada por Cardan y Ramsay, se adentraba en las callejuelas sombrías de Desembarco del Rey. Sus capas ondeaban con la brisa gélida de la noche. Entre los murmullos de la ciudad nocturna.

— ¿Y si lo buscamos entre las prostitutas? —

Cardan, asintiendo con complicidad, confirmó la idea, y los tres se dirigieron hacia la calle de las sedas, donde las luces parpadeantes y el bullicio era creciente.

A medida que avanzaban por las adoquinadas callejuelas, Vanessa notaba la tensión en el aire. Las sombras danzaban alrededor de ellos, y el sonido de sus pasos se mezclaba con el eco distante de la ciudad en la noche. La atmósfera en Desembarco del Rey parecía estar imbuida de secretos y susurros.

—Yo me quedo fuera— dijo Vanessa al llegar frente a las puertas de una de las casas del placer.

Ramsay, siempre despiadado, se acercó a una de las cortesanas y, con una sonrisa encantadora que contrastaba con su naturaleza sádica, inició una conversación. Cardan, más discreto, observaba a su alrededor, intentando percibir cualquier detalle que pudiera ser útil.

Las luces parpadeantes iluminaban rostros cansados y callejones estrechos. Vanessa, se recargo en la pared del lugar.

Aemond habia salido por su cuenta a buscar a Aegon sin saber que Vanessa tambien habia salido, caminaba por oos callejones en busca de su borracho hermano. De repente, entre la penumbra, distinguió la figura de Vanessa, reconoció sus cautivadores ojos violetas.

Pero Vanessa no, ella estaba mirando a otro lado, no era la primera vez que iba al pueblo en esos meses había ido para aprender de lejos como era que ella podía estar sobre su dragón ya que la idea de estar debajo de él siempre no era de su total agrado, ella también quería tener el control de ello.

Aemond se acercó a ella y coloco una mano sobre su hombro.

Vanessa, en su estado de alerta, instintivamente sacó una pequeña daga, sosteniéndola con firmeza. Aemond, lejos de sentirse amenazado, soltó una risa profunda y familiar.

—¿Segura que quieres asesinarme?aun te soy util —comentó, mostrando una sonrisa. Se acercó aún más, y ella, sorprendida, mantuvo la daga en su posición defensiva.

—¿Que demonios haces tu aqui? —inquirió Vanessa con un tono desconfiado.

—Lo mismo que tu, buscar a mi hermano mayor—respondió él, y su risa resonó en la oscuridad— Puedes guardar esa daga, a menos que quieras quitarme el otro ojo—

Vanessa guardó la daga y empujó ligeramente a Aemond el cual ni se movió solo sonrió, notó que Vanessa estaba nerviosa, sintió que su esposa sentía una especie de celos, cuando iba a seguir hablando una mujer se acercó a ellos o mejor dicho a el.

Una cortesana de cabellos oscuros y mirada seductora se acercó a Aemond, deslizando su mano sobre su brazo de manera provocadora. No se inmutó de Vanessa

De Fuego y Cenizas Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin