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𝐏𝐈𝐄𝐂𝐄 𝐎𝐅 𝐂𝐀𝐊𝐄

Vanessa caminaba con la gracia de una reina por los pasillos de la Fortaleza Roja. Su vestido morado se mecía con cada paso, y sus cabellos oscuros caían en cascada sobre sus hombros. Su presencia no pasaba desapercibida; las miradas de los sirvientes se volvían hacia ella, y los murmullos cesaban al paso de la joven .
Cuando llegó a la cocina, su sonrisa encantadora iluminó la habitación. Era consciente de su influencia y de la persuasión que tenía sobre aquellos que la rodeaban. Se acercó con elegancia al grupo de criados y cocineros que trabajaban en el lugar, con palabras dulces y adecuadas logró que todos le dejaran la cocina para ella sola.

— Muy buenos días —comenzó con su voz melódica y tono amigable—Hoy me gustaría preparar algo especial. Pero entiendo que tienen un trabajo que hacer, si alguien les pregunta díganle que la princesa Vanessa tomó la cocina —
Con su encanto innato, logró que todos le cedieran la cocina por un tiempo. Los cocineros y sirvientes asintieron con una mezcla de respeto mientras se retiraban para darle espacio. Vanessa les agradeció con una cortesía exquisita y luego se adentró en la cocina, donde el ambiente estaba impregnado de aromas tentadores.

Se puso un delantal, que aunque era práctico, no hacía más que realzar su figura. Con destreza, comenzó a revisar los platos que se preparaban, probando un bocado aquí y allá y haciendo pequeñas sugerencias que fueron recibidas con gratitud por el personal de cocina.

Vanessa, sintiéndose en su elemento, comenzó a sacar ingredientes para preparar unas exquisitas galletas. La cocina estaba tranquila, y la luz del sol entraba por las ventanas, creando un ambiente cálido y acogedor. Era un rincón de paz en medio de la bulliciosa Fortaleza Roja.
Con gracia y destreza, comenzó a medir la harina y el azúcar en cuencos, mientras sus dedos se movían con precisión. Sus ojos brillaban con concentración mientras mezclaba los ingredientes secos. Luego, agregó la mantequilla fría y la cortó en trozos pequeños con un cuchillo afilado.
El aroma a mantequilla y azúcar comenzó a llenar la cocina mientras Vanessa trabajaba en la masa. Sus manos se movían con suavidad y firmeza, amasando la mezcla hasta que todo estuvo perfectamente incorporado. Después, tomó pequeñas porciones de masa y las formó en bolas antes de colocarlas en una bandeja para hornear.

Mientras las galletas se horneaban en el horno, Vanessa continuó su tarea con la misma gracia y elegancia que la caracterizaba. Preparó una taza de té perfumado con flores de buganvilia, utilizando una tetera de porcelana fina y una taza de porcelana decorada con flores. Cada movimiento que hacía era como una coreografía cuidadosamente ensayada.

Volvió a tomar nuevos ingredientes y esta vez siguió pasos distintos, ya que tenía pensado en hacer pasteles de moras azules. Mientras ella lavaba las moras Helaena entró en la cocina con su característica aura de misterio y melancolía. Vanessa estaba concentrada en su tarea, no se sintió molesta por su presencia. Era raro que Helaena no comentara sobre la belleza o la decadencia de algún objeto en la sala; en cambio, murmuraba sobre la marea y el encanto.

—Lena, que gusto tenerte aquí —hablo Vanessa mientras colocaba los frutos en un cuenco y seguía otro paso de su receta —¿Qué tal estuvo... tu noche o día?—

La joven de cabellos blancos se apoyo en una pared mientras observaba a su prima y murmullaba.

—Las olas traen recelos... susurros en la brisa... el destino tejido... el encanto será robado — dijo ella como si aquello respondiera su pregunta.

Sus palabras eran crípticas y enigmáticas, como si estuviera compartiendo fragmentos de algún conocimiento oculto que solo ella comprendía. Vanessa escuchaba atentamente, tratando de encontrar algún significado en las palabras de Helaena, aunque a menudo resultaban ser un enigma sin resolver.

De Fuego y Cenizas Where stories live. Discover now