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𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐂𝐋𝐀𝐌𝐎

Aemond, con una preocupación evidente en sus ojos, se inclinó hacia Vanessa, preguntándole con suavidad-¿Estás bien?- Mientras hablaba, su pulgar limpió la herida en el labio de Vanessa causada por el bofetón de Daemon.

Sin embargo, antes de que Vanessa pudiera responder, la reina Alicent llegó.

-Debemos informarle esto a Viserys, Daemon no puede estarte golpeandote -Alicent observó la situación y tomo el rostro de Vanessa, giro a ver ligeramente a su hijo Aemond.

Vio en los ojos de el el amor que le tenía a Vanessa, Alicent no sabía que hacer, no queria más problemas. Pero no podía alejarlos, Vanessa era feliz teniendo a Aemond como amigo y Aemond era feliz solo con la presencia de Vanessa.

-No, no le diremos nada al rey-dijo Vanessa con voz firme-Ya es suficiente con lo que ha pasado hoy por la mañana. No quiero meter en problemas a Aemond, es mejor que dejemos esto atrás-

La reina miró a Vanessa con una mezcla de preocupación y resignación. La tensión parecía disminuir ligeramente.

Aemond, con una preocupación evidente hablo nuevamente -Permitame princesa llevarla con el maestre para que la revise-

-No, Aemond, no es necesario-respondió Vanessa con una voz tranquila pero cansada-Solo necesito un momento para descansar y quitarme este vestido sucio. Gracias por tu preocupación-

Antes de que Aemond pudiera decir algo más, la reina Alicent intervino-Aemond, deja que Vanessa descanse- indicó, mientras miraba a Vanessa con tristeza -Ha sido un día agotador para ella. La acompañaré a sus aposentos-

Aemond asintió con resignación y se retiró, pero no sin antes dirigir una mirada preocupada a Vanessa. Ella le devolvió una sonrisa tenue, agradeciéndole Luego, bajo la escolta de la reina Alicent, Vanessa se encaminó hacia sus aposentos .

Alicent observaba a Vanessa con una mezcla de sentimientos encontrados. Aunque sus razones para soportar el maltrato eran diferentes, veía en Vanessa una versión más joven de sí misma. Recordaba los días en los que ella también había luchado por la aprobación y el afecto de su padre, Otto, sin importarle el precio que tenía que pagar por ello.
Alicent sabía que, en su caso, había buscado la felicidad y la aceptación de su padre, incluso si eso significaba hacer concesiones dolorosas. Pero ella no sabia que en Vanessa, había algo diferente y mucho más ambicioso. Ella era una joven dispuesta a soportar cualquier cosa, incluso el maltrato, con tal de alcanzar la corona.

Alicent no podía evitar admirar a la joven de ojos violetas. En cierto modo, veía en Vanessa una oportunidad de redimir su propia historia y sus elecciones pasadas. Aunque sus caminos divergieran en muchos aspectos.

Vanessa entró en su habitación, sintiendo el peso de la corona en su mente. Había sido un día tumultuoso, y ahora necesitaba un momento de paz y relajación. Se acercó a la espléndida tina de baño, donde las delicadas flores flotaban en el agua tibia. El aroma embriagador llenó la habitación mientras comenzaba a desprenderse de su vestido con cuidado.Habia encargado a Helaena antes de irse que le dijeran a las sirvientas que prepararan un baño para cuando llegara.

Con cada prenda que caía al suelo, Vanessa dejaba atrás las preocupaciones y el estrés del día. Se miró en el espejo y vio el vestido sucio y arruinado. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios mientras lo dejaba caer al suelo, revelando su cuerpo delicadamente esculpido.
Se sumergió en la tina con cuidado, sintiendo cómo el agua tibia abrazaba su piel. Las flores flotantes le rozaban suavemente mientras cerraba los ojos y se permitía disfrutar de este momento de calma. Cada músculo tenso se relajó, y las tensiones del día se disiparon con el suave aroma de las flores.

De Fuego y Cenizas Where stories live. Discover now