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𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍

Los anillos, se ajustaban con elegancia a los dedos de Vanessa y Aemond, destilando la majestuosidad del acero valyrio. Joyas centenarias, testigos mudos de la grandeza de Aegon Targaryen, Visenya y Rhaenys. Ambos anillos que portaban eran de Aegon y Rhaenys respectivamente y el tercer anillo de Visenya, fundido para agregar detalles más elegantes al otro par.

Bajo el rito de la fe de los Siete, Vanessa y Aemond sellaron su unión, entrelazando sus vidas frente a la mirada expectante del pueblo. La solemnidad del momento no escapaba a ninguno de los presentes, pues esta unión no solo afectaría a los dos Targaryen, sino que tendría repercusiones en todo poniente.

La corona del conquistador, era sostenida con reverencia por Ser Criston ya que la corona del rey Viserys habia sido robada y llevada hasta Roca Dragón con Rhaenyra. A su lado, Alicent portaba una caja que Vanessa intuía guardaba la corona destinada para ella. Aunque Aemond le había asegurado que era suya la corona, Vanessa comprendía que debía de coronar a Aemond si no quería una rebelión de las casas, nadie aceptaría a una mujer reinante por eso estaban aceptando a un hijo varón y no a Rhaenyra aunque habían algunas casas que si estaban de acuerdo con el reinado femenino la gran mayoría de pobladores tenia pensamientos demasiado conservadores.

Sin embargo, recordaba el proverbio que resonaba en su mente: "Los hombres reinan, pero las mujeres gobiernan".

Vanessa gobernaria mientra que Aemond daría la imagen de rey reinante, además aquello le parecía bien ya que no tendría que ir de caza con otros lords o tener que estar demostrando que tan fuerte era, ella tenía el poder y sabía que lo tenía eso era lo que importaba pero lo que más importaba para ella es que ella tenía total y completamente el poder sobre el nuevo rey Aemond Targaryen.

Mientras tanto, en la  fortaleza de Rocadragón, un barco, portador de un guardia que había logrado escapar de los tumultuosos acontecimientos , arribó. Dirigiéndose directamente a Rhaenyra, el guardia compartió los detalles de la usurpación y la inminente celebración de la boda. Hasta ese momento, el paradero de Lucerys Velaryon y su dragón permanecía desconocido.Rhaenyra, estaba impactada por las revelaciones, luchaba por aceptar la posibilidad de que su adorada "hija", Vanessa, estuviera detrás de tal usurpación. Era inconcebible para ella pensar que la niña a la que durante años había tratado como propia ahora se enfrentara a ella de esa manera. Su mente, sin aceptar plenamente la realidad, se preguntaba si Vanessa había actuado por su cuenta o si Aemond o Alicent la había forzado a ese matrimonio.En medio de la confusión y el dolor, Rhaenyra se debatía entre la idea de la traición y la preocupación por el destino de su niña. Aunque aún no conocía el destino de Lucerys, la noticia de la boda forzada resonaba en su mente, desencadenando una tormenta de emociones mientras consideraba cómo informar a Daemon sobre el oscuro giro que había tomado la vida de Vanessa.

Ser Criston, se acercó a Aemond, sosteniendo la corona del conquistador. Con un gesto solemne, colocó la majestuosa corona sobre la cabeza de Aemond, quien se erigía como el nuevo rey. En un ritmo pausado, el maestre avanzó para pronunciar la bendición sobre el recién coronado monarca.
Aemond, imbuido de un aire regio, llamó a su madre, Alicent, para que se aproximara. Con manos cuidadosas, ella le entregó una caja forrada de terciopelo. Con expectación, Aemond abrió la caja y reveló una nueva corona.

La corona era una obra maestra detallada, una fusión de elegancia y poder. Estaba meticulosamente elaborada con oro puro, modelada para capturar la esencia regia y femenina que Vanessa deseaba reflejar. Intrincados patrones de dragones plateados rodeaban la circunferencia, sus colas entrelazadas formando un aro majestuoso.
En la parte superior, una gema central resplandecía con un fulgor propio. Era una piedra preciosa de tonos morados, reminiscente la esencia real de Vanessa. Pequeñas gemas de tamaños mas pequeños y diferentes tonalidades de morado estaban cuidadosamente incrustadas.Cada detalle estaba cuidadosamente pensado, desde las curvas suaves que enmarcaban el rostro hasta las filigranas que otorgaban a la corona un toque único y distintivo. Era más que una pieza de joyería; era un símbolo de poder, gracia y la nueva era que se avecinaba .

De Fuego y Cenizas Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα