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𝐋𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐩𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐣𝐮𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐚𝐬

Vanessa, en su posición elevada en el palco, contempló con atención a los candidatos reunidos en la zona inferior. Cardan, su guardia leal, le informó sobre la discrepancia en el número de aspirantes.

—¿¿¿18???? Por los Siete malditos dioses, le dije que solo 4 y me trae todo un batallón — expresó Vanessa, dejando entrever su molestia. Luego, tras un suspiro, cambió su semblante a una sonrisa y se dio una pequeña vuelta para enfrentar la situación —Bueno, como sabrán, están aquí para ser mis guardias juramentados, pero tendrán que pasar unas pruebas—

Un hombre pelirrojo, revelando una actitud altanera, preguntó señalando a Cardan—¿Ese de ahí pasó alguna? — inquirió.

—No — respondió Vanessa, manteniendo su sonrisa. —Bienvenidos a los 17 candidatos. Todos pasarán por unas pequeñas pruebas. Pueden retirarse ahora si lo desean — añadió, aunque ninguno de los presentes se movió.

—18, corrigió — señaló Cardan.

—17. Ese de allá no cuenta. Avísale a alguien que lo saque — susurro Vanessa.

[...]
El sol se filtraba entre las hojas del bosque, creando destellos dorados que iluminaban el escenario donde los candidatos se preparaban para la primera prueba. Vanessa, con su porte real, detalló meticulosamente las reglas del desafío.

—La primera prueba consiste en cazar un animal, cualquier criatura de este bosque será suficiente. Tienen exactamente una hora, ni más ni menos — pronunció Vanessa con una voz firme y decidida, mientras caminaba elegantemente, apoyándose en el brazo de Cardan, su leal guardia.

Los candidatos, ante el desafío que se les presentaba, seleccionaron cuidadosamente sus armas: algunos optaron por ballestas, otros por dagas afiladas y unos pocos escogieron espadas imponentes. En contraste, un joven de cabellos oscuros parecía confiar en sus habilidades sin la necesidad de tomar ninguna arma.

—Cardan, necesito que hagas una convocatoria para una dama, preferiblemente del pueblo — indicó Vanessa a su guardia, mientras observaba cómo los hombres se dispersaban en busca de sus presas.

Mientras las horas avanzaban, Vanessa y Cardan aprovecharon el tiempo para disfrutar de un juego de ajedrez, manteniendo la calma en medio de la expectación. Cuando el pequeño reloj de arena marcó la hora exacta, solo 13 candidatos regresaron con éxito, uno de ellos llegó segundos después, pero ya estaba eliminado del proceso de selección.

Vanessa observó al habilidoso pelinegro que había capturado y despellejado perfectamente a un jabalí, utilizando solo sus manos y una roca que había afilado en el momento.

—¿Cuál es tu nombre? — pregunto.

—Bolton, Ramsay Bolton — respondió con una mirada tranquila, revelando un aura de confianza en sus habilidades.

[...]
Vanessa, con una sonrisa desafiante que iluminaba su rostro, anunció la siguiente prueba con un tono que dejaba claro que no sería fácil:

—Bien, aviso que la siguiente prueba puede costar vidas, pero esto es porque cuando llegue el momento, ustedes tendrán que arriesgar su vida por mí sin importar quién esté frente a ustedes. ¿Alguien se quiere retirar? — preguntó con determinación, escudriñando las miradas de los candidatos.

El silencio se apoderó del lugar, y nadie se movió de su lugar; todos permanecieron firmes, listos para enfrentar el desafío que se avecinaba.

—Perfecto. Cada uno entrará a esta arena — Vanessa había meticulosamente recreado un campo de batalla, imitando las arenas donde se celebraban los duelos más intensos. Los hombres se encontraban listos, observando con atención las llaves dispuestas al otro lado — Deben tomar una llave y salir — dijo con una sonrisa mañosa que revelaba su ingenio estratégico — Pero tendrán que esquivar a nuestro pequeño gatito... un león prestado por parte de los Lannister — anunció Vanessa, desatando el terror en varios de los presentes. El murmullo y la tensión crecieron ante la mención del león — ¡Suelten al león! — ordenó, y el ruido de las compuertas del recinto del felino resonó, aumentando la expectación en el campo de batalla improvisado.

De Fuego y Cenizas Where stories live. Discover now