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𝐋𝐀 𝐒𝐄𝐌𝐈𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐌𝐀𝐋

Cuando abrió los ojos Vanessa estaba en su cama, a su lado estaba la reina Alicent tomando una de sus manos, no traía ya su hermoso vestido, en cambio traía puesta una bata, estaban poniéndole a la altura de su nariz alchol para que despertara.
Vanessa no entendía nada, pero lo entendería todo pocos minutos después donde la reina Alicent le explicó lo que había sucedido. Como no le habían contado para protegerla del dolor, en la habitación solo estaban ambas, un maestre, Aemond y Helaena.

Por primera vez en toda su vida habían visto llorar a Vanessa.El impacto de la noticia la golpeó como una marea furios. Había pasado años de su vida creyendo que su madre estaba viva, y ahora, en un instante, la verdad había sido revelada,su madre había fallecido hace años. Nadie había compartido ese secreto con ella, y el dolor de la pérdida se desató de golpe.
Sus lágrimas, tan contenidas durante tanto tiempo, brotaron sin restricciones. Las lágrimas caían como cristales líquidos por sus mejillas, y sollozos silenciosos sacudían su pequeño cuerpo. En ese momento, ya no se preocupaba por la imagen que quería proyectar hacia el mundo. Por primera vez la reina Alicent vio en Vanessa a la niña detrás de la fachada, a la pequeña niñita que había sido separada de su madre como cachorro.

Sus sollozos se transformaron en un grito angustiado que resonó en  habitación. Los brazos de la reina eran como un refugio en medio de la tormenta, y Vanessa se aferró a ella, buscando consuelo en su abrazo.

La Reina Alicent, con palabras suaves y tranquilas, intentó calmar a Vanessa mientras acariciaba su cabello.Alicent reconocía el dolor de haber perdido a una madre, su madre lo había sido todo para ella y la había perdido cuando tenía 15 años pero no podía imaginarse habiéndola perdido a tan corta edad.

El llanto de Vanessa se fue calmando gradualmente, reemplazado por un sollozo más suave. Vanessa hilo todo, en su cabeza ato todos los hilos y recordó.

Su madre en el suelo.
La llegada repentina de su padre.
Como la llevo a la fortaleza.
El hecho que nunca un Royce la visitará.

El asesino, era su padre.

Vanessa se levantó de la cama abruptamente, se mareo, estaba un poco deteriorada por el hecho de todas las cosas, Aemond corrió a auxiliarla pero logro reincorporarse,  con la manga de su vestido seco las lágrimas que traía en su rostro y salió de la habitación.Como una ráfaga caminaba, se sentía el andar por sus pisadas en los pasadizos, sus ojos violetas estaban inyectados en rojo.

Abrió la puerta de la habitación de su padre el cual la miro y fijo de nuevo la vista en su libros.Vanessa cerró la puerta y luego se dirigió hasta Daemon e intento abofetearlo pero este sostuvo su mano y se levantó.

La soltó.

Vanessa empezó a golpear a Daemon con fuerza en el pecho,lanzaba golpes una y otra vez y el no se movía, se estaba cansando, las lágrimas volvieron a correr —Te odio— decía mientras seguía golpeando —Te odio— al final era su único padre vivo —Te odio — volvió a decir hasta que ni pudo más y apoyo su cabeza en el pecho de su padre.

Daemon la rodeo en un abrazo, acariciaba con una de sus manos su cabello, Vanessa lo abrazo, su relación era muy extraña. Pero Vanessa lo odiaba, lo odiaba pero también lo amaba puesto que era su sangre y le había dado lo que más soñaba .

Como el sol y la luna en el cielo, se atraian con su luz y sombra.Día y noche, opuestos que se alternaban en su ciclo.

Atracción y repulsión.

—Pequeña,  aun no entiendes nada — murmuró el príncipe mientras miraba a su hija —El amor te hace débil, mientras más débil seas más fácil de eliminar eres —

De Fuego y Cenizas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora