𝟱𝟵| 𝗛𝗘.

649 54 20
                                    

No podía soportar el sonido de su voz ni un segundo más. Llevaba casi una hora y media hablando con ella por teléfono mientras me contaba una y otra vez los mismos detalles sobre la fiesta que planeaba hacer para revelar el género de los gemelos. 

Sentía que el mundo me daba vueltas, pensé que me iba a desmayar en cualquier momento, el calor me humedeció la piel y era como estar enferma; como tener fiebre.

Quizás sólo por esta vez prefería el clima frío de Boston.

Steph estaba nervioso, lo noté porque se movía de un lado a otro y... esa forma en la que me miraba, es que no podía creerlo, la noticia de que todo su dinero estaba a... a mi nombre, y que además, al parecer ahora soy la dueña de un restaurante.

─Entonces creo que las invitaciones podrían ser en colores neutros, ya sabes, algo que sea elegante pero no tan básico y marginal como el azul y el rosado, mejor algo como... dorado, ¿Me entiendes?

Bajé la mirada y vi el gran diamante que brillaba en mi dedo, mismo que me recordaba el hecho de que Steph me había propuesto ser su novia; después de todo lo que habíamos pasado juntos finalmente me propuso ser su novia.

Su novia oficial.

Él es mi novio, mi novio de verdad.

Él es mi novio, y no sólo eso, sino que también me prometió cambiar el anillo de promesa por uno de compromiso, y luego por uno de matrimonio.

Él quería casarse conmigo, quería... formar una familia conmigo, quería hacerme feliz.

Señora Curry.

¿Cómo suena eso?, o más bien... ¿Señor Morant? 

Qué horror, se me revolvía el estómago de imaginar que Stephen Curry pasara a ser Stephen Morant.

Por un breve segundo mi mente intentó seguir divagando y el rostro de Ja apareció en mi cabeza de golpe al pensar en aquel apellido.

¿Qué estará haciendo? 

Entonces justo cuando mi mente estaba a punto de perderse en el milésimo tema en el que había pensado en cuestión de segundos, un grito en mi oído me hizo dar un brinco del susto, haciéndome recordar que por más que detestara la idea, mi madre seguía ahí, al otro lado de la línea mientras me recordaba el hecho de que no había colgado, y que en efecto aún seguía ahí, esperándome en el teléfono.

─¡¿Estás escuchándome?! ─repitió una vez más─. Con un demonio, Narcissa, soy tu madre, no tu maldita asistente, así que si no vas a prestarme atención avísame de una buena vez, y entonces te colgaré ahora mismo y podrás irte al carajo mientras yo termino el resto de los asuntos que tengo pendientes.

─Sí, sí, lo siento, sólo estoy algo... distraída, Steph y yo tenemos que irnos en un par de horas, tiene un partido así que está algo...

─Me dan igual sus malditos partidos, Cissy, él podrá jugar otras mil veces, pero tú, hija mía, tendrás una sola oportunidad en el mundo para convertir tu fiesta de revelación de género en el evento más icónico del siglo. ─se detuvo y se pegó tanto el móvil a la boca que casi no se le entendía─. Una sola oportunidad, Narcissa, una sola, una sola, ¿Puedes oírme? 

─Sí.

─Escucha, necesito que me digas que entiendes la magnitud de la situación, necesito, Narcissa, necesito escucharte decir que sí entiendes lo serio de todo esto.

─Sí, mamá, te has pasado la última hora y media repitiendo mil veces lo mismo, ¿Qué más quieres de mi?

─¡Necesito que me digas...

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Where stories live. Discover now