𝟰𝟬| 𝗕𝗥𝗜𝗟𝗟𝗔𝗡𝗧𝗘 𝗖𝗢𝗠𝗢 𝗗𝗜𝗔𝗠𝗔𝗡𝗧𝗘.

738 75 83
                                    

Todo se volvió borroso ante mis ojos y sentía que el móvil con las fotos de Steph me quemaba las manos como si fuera un trozo de brasa ardiente. No podía apartar la mirada de su rostro golpeado, de sus ojos adoloridos y su boca ensangrentada. 

Se me cerró la garganta y sentí que me ahogaba, me faltaba el aire, me dolía el pecho y empecé a temblar, era como si una mano invisible me apretara el corazón y me lo fuera estrujando poco a poco.

¿Estaba sufriendo un maldito infarto?

La humedad en mis piernas seguía bajando así que me llevé las manos al vientre intentando calmarme. Me dejé caer de nuevo en el sofá y con la tráquea entumida sólo pude emitir un par de palabras.

─Estoy... estoy... sangrando. ─balbuceé con miedo de mirar mi mano y toparme con mis dedos llenos de aquel espeso líquido rojizo. 

Pude ver a Anthony aparecer frente a mi, quien se puso de rodillas para intentar comprender el motivo de mis gritos.

─¿Qué? ─demandó saber confundido.

─Estoy... sangrando, los bebés. 

El moreno agachó la mirada y enfocó mi entrepierna, luego liberó un corto suspiro y lo siguiente que sentí fue sus dedos rozando la zona.

─No es sangre. ─explicó entre la calma─. Es... limonada. 

Levantó la mano y me enseñó sus dedos, tan limpios como la playa de Punta Cana.

─¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ─preguntó.

─No... no puedo... respirar. 

Penny estaba amarilla del susto y sólo me miraba en silencio, con la mano en el pecho y los ojos abiertos como platos.

─Tranquila, no te asustes, no es sangre, sólo es limonada, te tiraste el vaso encima cuando te levantaste. ─expresó tomándome de las mejillas y acariciándome el cabello.

─¿Limonada? ¿Qué... qué dices?

─Sí, limonada, mira, huele. ─dijo deslizando nuevamente sus dedos por aquella zona para luego acercarlos a mi nariz─. ¿Hueles el limón y la leche de coco? No es sangre, te lo aseguro, tus bebés están bien.

Apreté la mandíbula con tanta fuerza que por un segundo creí que me quebraría los dientes.

─Respira, Cissy, respira. ─dijo mirándome como si fuera la única cosa en el mundo─. Inspira por la nariz y exhala por la boca. Así, muy bien, sigue así.

Intentaba hacer lo que me decía, pero era imposible.

─No... no puedo, me... me duele el pecho.

─Es normal, estás nerviosa y en shock, pero no te va a pasar nada, sólo tienes que respirar, así que vamos, yo te ayudo. ─pude sentirlo acomodar su mano con delicadeza sobre mi vientre abultado─. Inspira... exhala...

─¿Estará bien? ─la voz de Hancel me recordó que aún seguía presente entre nosotros.

─Sí, sí, sólo se asustó un poco. ─contestó el otro─. Detén el yate pero no tires el ancla ni apagues el motor, por si acaso tenemos que volver a la orilla.

─Yo... ─intenté hablar─. Steph... Steph...

El de rizos frunció el ceño confundido de inmediato.

─¿Steph? ¿Qué tiene que ver Steph?

─Mira... el móvil. 

Bajó la mirada y una vez que sus ojos enfocaron la pantalla procedió a quitarme el aparato.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Where stories live. Discover now