𝟭𝟯| 𝗘𝗟 𝗝𝗨𝗘𝗚𝗢 𝗗𝗘 𝗦𝗧𝗘𝗣𝗛.

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Estaba profundamente dormida, sintiendo la calidez de mis sábanas y la suave brisa del aire acondicionado en mi piel. De repente, sentí un nudo en la garganta que me obligó a abrir los ojos de golpe, me levanté de la cama y salí corriendo hacia el baño sin siquiera tener tiempo para pensar en lo que estaba sucediendo.

En cuestión de nada mi cabeza estaba sumergida en el inodoro mientras vomitaba con todas mis fuerzas, sintiendo cómo mi estómago se retorcía y se contraía violentamente.

─Maldición. ─musité dejándome caer sin fuerzas a un lado del váter.

Cerré los ojos por un minuto y mientras trataba de recuperar el aliento con los ojos cerrados mi mente comenzó a divagar tras recordar algo muy importante: Stephen.

Gateé hasta la puerta y la abrí lentamente, metí el ojo en dirección a la cama y sentí alivio al notar que estaba vacía, pues todo estaba organizado así que claramente se había ido antes de que yo despertara, y nadie imaginaba lo feliz que me hacía saber que no tendría que ver su cara de resaca esta mañana, aunque también era porque no tenía que enfrentarlo después de dormir juntos la noche anterior.

Aún me sentía algo mareada y débil así que me dejé caer de nuevo en el piso frío del baño, hasta que luego de casi media hora decidí que realmente sólo estaba perdiendo el tiempo. Leslie aparecería en cualquier momento con los documentos para cerrar el trato de la venta, y aunque me asustaba recordarlo, una vez que firme, tendré que desalojar el lugar así que era momento de empezar a buscar un nuevo hogar. 

Altavista era mi primera opción, un barrio pequeño en el otro lado de la ciudad donde esperaba encontrar un lugar económico para vivir, y es que aunque tuviera el cheque en blanco que Vlad me dio no pensaba usarlo, o al menos no todavía.

Me dolía la espalda, pero con el objetivo de tener un día productivo decidí tomar una ducha para relajarme, así que aproveché para lavarme el cabello y depilarme todo el cuerpo, amaba sentirme limpia. 

Luego de unos veinte minutos cerré la llave del agua y regresé a la habitación, empecé a temblar de frío así que apagué el aire acondicionado y corrí las cortinas para dejar pasar la luz del sol, podría jurar que era casi medio día, y aunque sabía que usualmente no tardaba mucho vistiéndome, pues... terminaba de depilarme las piernas, así que decidí que hoy sería el momento perfecto para estrenar uno de los vestidos que llevaban meses guardados en un rincón de mi armario. 

Me pasé el secador por el cabello y tras alaciarlo ondulé las puntas causando que mi melena castaña reposara en forma de cascada sobre mi espalda, el vestido que decidí usar era negro y de tiras, me llegaba un poco más arriba del muslo y tenía una abertura a un lado así que ante cualquier movimiento en falso se me verían las bragas, pero decidí que hoy me daría igual lo que pensaran los demás.

Me tomé mi tiempo para maquillarme y luego de casi una hora ya estaba radiante, sólo fue necesario ponerme mis Medusa Aevitas negras de Versace para completar el atuendo.

Preferiría pasar hambre antes que vestir mal, y creo que mi madre es la responsable de eso.

Me puse una última capa de gloss y una vez que mis labios brillaban con la misma intencidad que el perfume escarchado que me había rociado en la piel, tomé una de mis chaquetas de cuero favoritas y salí de la habitación rumbo a la sala, lista para tomar las llaves de mi motocicleta y salir de casa, pero en cuanto logré llegar a la mitad del pasillo sentí que se me calentó la sangre tras escuchar un par de risas que provenían de la sala de estar. 

─¿Pero qué demonios? ─gruñí en cuanto mis ojos grises se toparon con los dos molestos estanques verdes de Steph.

El castaño estaba paralizado mientras me veía con la boca entreabierta, igual que el chico moreno de lentes que estaba junto a él.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Where stories live. Discover now