𝟲| 𝗘𝗡𝗧𝗥𝗘 𝗦𝗘𝗔𝗧𝗧𝗟𝗘 𝗬 𝗘𝗟 𝗗𝗜𝗩𝗢𝗥𝗖𝗜𝗢.

1.2K 113 71
                                    

Estaba sentado en el sofá de mi habitación de hotel, dándole largos sorbos a una copa de vino tinto casi vacía mientras veía la repetición de mi último partido. La tensión en mi cuerpo aumentaba y no era sólo por los juegos que se acercaban, sino por mi esposa que llevaba evitándome desde que salimos del hospital. Estaba abrumado y estresado, no podía entender por qué Rachel se había ido sin decir nada, negándose a hablar conmigo y rechazando todas mis llamadas y mensajes, como si todo lo que pasó fuera mi culpa.

Le di un último sorbo a mi copa, tenía un partido importante en el horizonte y no estaba seguro de cómo iba a poder concentrarme, los problemas con Rachel eran como una nube gris que colgaba sobre mi cabeza, y no me costó darme cuenta de que están afectando mis juegos, incluso desde hace mucho tiempo. Tenía que solucionar esto antes de mi vuelo a Seattle, esta misma tarde debía aterrizar justo al otro lado del país para asistir al partido contra los Boston Celtics por la mañana. 

No podía sacarme todo este drama de la cabeza y tampoco quería irme sin antes hablar con Rae sobre toda esta situación. Sé que necesito un descanso, pero la temporada está llegando a su fin y mi equipo me necesita si queremos llegar a las finales. No estoy seguro de si realmente quiero ir a Seattle, pero es difícil tomar una decisión cuando mi mente está en otro lado.

Mi mente estaba en ella, Narcissa.

Mis pensamientos divagaban hacia ella, recordando su testarudez y grosería todo el bendito tiempo, incluso me di cuenta de que la había estado pensando demasiado. Me molestaba seguir recordándola, pero de alguna manera, también me satisfacía el hecho de que había sido tan hostil. Me asusté a mí mismo por sentir cierto masoquismo y por no poder dejar de pensar en ella. Tenía que dejar de lado estos sentimientos y concentrarme en el partido de mañana. 

─¡Vamos, Steph, enfócate! ─gruñí apretándome la cabeza con fuerza. 

Y mientras me veía a mí mismo en la pantalla del televisor anotando ese último punto contra los Grizzlies se escuchó un golpe seco en la entrada y seguido a eso el tictac de unos tacones retumbaron en todo el lugar.

Me levanté con rapidez algo aturdido por el alcohol, caí en cuenta de que me había bebido casi siete botellas de vino y efectivamente ahora estaba algo borracho. Vi una sombra cruzar por el pasillo que de la entrada conducía a la sala y de la nada sus ojos brillantes se toparon con los míos. 

Era Rachel, mi esposa estaba allí, de pies, con los brazos cruzados mientras me miraba con cara asesina. Después de casi cuatro días, finalmente se había dignado en aparecer. 

─Rachel, ¿Dónde has estado? Te he estado llamando y enviando mensajes como un maldito loco, pero te dio igual ignorarme, tal parece que para ti yo sólo soy un trozo de mierda estampado contra la pared.

─Lo último que quiero ahora mismo es verte, Stephen. ─contestó exhausta tras darse la vuelta y dejarme hablando solo mientras caminaba a toda velocidad rumbo a la habitación.

─¡No he hecho absolutamente nada, sigo sin entender por qué me tratas así, como si todo esto fuera mi culpa!

─Necesito espacio, así que déjame en paz.

─¡¿Espacio?! ─grité a punto de perder la cordura─. ¿Por qué necesitas espacio? ¿Por qué no puedes simplemente hablar conmigo?

─¡¿En serio no lo entiendes?! ─explotó deteniendo sus pasos por el corredor─. Inseminaron con tu semen a una mujer por error, hay una cualquiera ahí afuera que lleva a tu hijo en el vientre.

─¡Dijo que no lo tendría!

─¡¿Y le creíste?! ─dio un paso en mi dirección, con los ojos rojos de la ira.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora