𝟮𝟳| 𝗥𝗢𝗠𝗘𝗢 𝗬 𝗝𝗨𝗟𝗜𝗘𝗧𝗔.

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Estaba algo nerviosa, terminábamos de llegar a Memphis, la ciudad donde se jugaría el próximo partido de los Golden State Warriors. Había viajado en un avión comercial junto al resto de las wags, mismas que se habían organizado para volar juntas y aunque nadie me avisó, sólo recibí un tiquete de vuelo y me sentí profundamente agradecida de que me hubieran tenido en cuenta. 

Las chicas se apoyaban mucho, eran un equipo igual que los Warriors, sólo que ellos volaban para jugar y ellas para ver jugar a sus maridos, mismos que en cambio de nosotras, viajaron en un jet privado, con todas las comodidades y privilegios que eso implicaba. 

Aún seguía sintiéndome fuera de lugar pero ya no era tan incómodo como antes. Los hijos de algunos corrían por la sala privada del aeropuerto en la cual nos encontrábamos, estaban felices, cosa que me hizo recordar la increíble noche que había pasado con Ja, pero también me hizo sentir sola y angustiada ya que no tenía con quién hablar de lo que había pasado.

No podía contarle a Camille.

No habíamos hablado desde la pelea que tuvimos en casa de mis padres, y quería llamarla, quería escuchar su voz y su extraña risa, la extrañaba mucho, y también a Harry.

Últimamente sólo contaba con el apoyo de Vlad, que llamaba casi todos los días para saber cómo estaba, era el único que sabía lo que había hecho con Ja, y gracias al cielo, también era el único que a pesar de que odiaba a Jamel, no me juzgaba ni me criticaba por ello.

También había estado teniendo contacto esporádico con mi madre, que intentaba acercarse a mi dejándome mensajes de voz o de texto, tratando de mostrar interés por mi vida, el embarazo y mi supuesto noviazgo con Steph. Le respondía por cortesía y educación, pero aún seguía sin sentir mucha emoción ni confianza. 

Estaba aburrida y cansada, perdí la cuenta de la cantidad de tiempo que llevaba sentada en una de las bancas de la habitación del aeropuerto, me dolía la espalda y también se me estaba empezando a dormir el culo.

─Maldito Sim, ¿Por qué demonios siempre incendias la cocina?

Miré a Penny, estaba sentada junto a mi mientras jugaba un extraño videojuego en su móvil, era de unos avatares que parecían estar en un mundo real y Penny los manipulaba a su antojo para que hicieran lo que ella quisiera, desde ir a trabajar e incluso tener bebés, pero lo más extraño es que aparecía un rombo verde y brillante sobre la cabeza de cada personaje, mismo que en ocasiones cambiaba de color, como si fuera una señal de su estado de ánimo o de su nivel de energía.

No entendía cómo podía perder el tiempo con algo así. 

─¿Puedo sentarme contigo? ─oí una voz suave, que parecía más un susurro que cualquier otra cosa.

Era una chica alta, delgada y pálida, contrastaba perfectamente con la habitación decorada en tonos claros. Tenía ojos rasgados y el cabello lacio y negro que le caía sobre los hombros como una cascada de seda, su nariz era pequeña y respingona, tenía los labios gruesos y rojos, como si estuvieran pintados con sangre. 

─Sí, sí, adelante. ─contesté con una sonrisa y ojos amables.

La chica iba vestida completamente de negro, desde el sombrero hasta las botas, pasando por el vestido, la chaqueta y el bolso de mano, incluso sus uñas eran negras, como si fueran garras afiladas.

─¿Cuántos meses tienes? ─preguntó de la nada una vez que se acomodó junto a mi.

Su expresión era seria y fría, como si no le importara nada ni nadie, como si fuera capaz de abofetearme en cualquier momento y sin motivo alguno y tuviera la plena seguridad de que no haría nada al respecto. 

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Where stories live. Discover now