𝟱𝟯| 𝗢𝗨𝗧 𝗢𝗙 𝗦𝗜𝗚𝗛𝗧, 𝗢𝗨𝗧 𝗢𝗙 𝗠𝗜𝗡𝗗.

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Me sentía extraña, era casi como estar dentro de un sueño, sentada en el mismo balcón, de la misma habitación del mismo hotel donde pasé los días la primera vez que vine a San Francisco. 

Podía ver el imponente Golden Gate a la distancia, aunque la niebla espesa me impedía ver lo que había más allá. Mi mano sostenía las tres cartas que me había entregado Vlad luego de aquella tarde en casa, y aunque las había leído una y otra vez y mi mente estaba demasiado saturada no podía centrar mis pensamientos en otra cosa que no fuera Calvin Klein, la universidad y Fertilab.

Miré el reloj en mi teléfono, Steph llegaría de entrenar en cualquier momento y yo estaba lista para nuestra clase, pero no estaba segura de que estuviera de buen humor para aguantar el resto del día. Me senté un rato a tomar aire y terminé toda la tarde perdida en mis propios pensamientos, en especial cuando recordé las cartas que Vlad me dio, mismas que había leído unas siete veces cada una.

Cerré los ojos e inspiré profundo mientras le daba un último sorbo a mi té helado, que ahora se había vuelto insípido tras un buen rato en el vaso. El hielo se había derretido y el té ya no tenía ese delicioso sabor a durazno con limón, sólo quedaba un líquido aguado y simplón.

 El hielo se había derretido y el té ya no tenía ese delicioso sabor a durazno con limón, sólo quedaba un líquido aguado y simplón

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─Mierda. ─musité estresada.

Cerré los ojos por unos minutos y casi sentí que podía escuchar los gritos de los paparazis intentando llamar mi atención, cuando salía de las mejores discotecas de la ciudad a las cuatro de la mañana y los reporteros se quedaban afuera, esperando para poder fotografiarme en cuanto saliera. Podía recordarlo con claridad, la forma en que me estrujaban de un lado a otro mientras todos intentaban ponerme las manos encima. 

Querían tocarme, querían poder llenarse la boca diciendo que tocaron a Narcissa Morant y confirmar el famoso rumor; que mi piel era súper suave, que olía muy bien y que estaba llena de brillitos. 

Era como regresar en el tiempo, a cuando podía sentir el calor de los flashes, cuando las luces de las cámaras me quemaban la piel y los paparazis casi parecían estar a punto de aceptar gustosos que mi chofer los atropellara. Estaban dispuestos a hacer literalmente cualquier cosa con tal de que yo me dejara tomar así fuera sólo una maldita foto, aunque saliera borrosa.

 Estaban dispuestos a hacer literalmente cualquier cosa con tal de que yo me dejara tomar así fuera sólo una maldita foto, aunque saliera borrosa

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NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora