59. El juego del Gato

513 56 6
                                    


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


―No hay tiempo ―dijo Cristian.

―No, no lo hay ―añadí yo.

Ambos habíamos echado a correr en cuanto Agnes cortó la llamada. Estábamos a varios minutos andando desde la entrada más próxima al subterráneo, por lo que a nuestro paso acortamos bastante. Bueno, mejor dicho, al ritmo de Cristian. Porque podría haber acelerado más, y en cuestión de segundos, moverme más rápido que cualquier humano normal. Sin embargo, con los cadáveres merodeando, con Agnes dispuesta a dar el último golpe, no quería arriesgarme a dejarlo solo.

Cristian seguía siendo humano, no como yo. Y desconocía si la magia de un brujo podía impedir que un alma se reuniese con la muerte por segunda vez. Tan siquiera quería probar esa posibilidad, me daba miedo de solo pensar en que fuera una respuesta negativa.

―Sigue sin mí y luego te alcanzó.

―Ni de coña, vamos los dos juntos ―le dije, y no discutió más allá de eso.

Confiaba lo suficiente en Caos para que pudiera aguantar hasta que llegáramos.

Agnes no podía entrar al subterráneo sin ser invitada. Eso nos daría algunos minutos, quizás los que necesitábamos para llegar hasta ellos. Porque daba por hecho que la bruja encontraría la forma de sortear una magia tan antigua como la de la invitación. Caos había sido muy detallista al explicárnoslo: los brujos no podían ingresar a una casa en la que no hubieran sido invitados. Y Agnes, al abandonar la montaña, había perdido ese derecho. Por eso se proyectó todas aquellas veces que la había visto en el subterráneo, un juego de espectros, de imágenes para engañar al ojo.

Vimos a un par de cadáveres custodiando la entrada y no le dimos mayor importancia, respondían a la magia de Caos por lo que deberían ignorarnos al pasar. Sin embargo, cuando nos acercamos lo suficiente para que nos alcanzara con solo estirar su brazo, noté el cuchillo que escondía detrás de su capa. Una hoja que iba dedicada a Cristian, directa a su pecho. Me interpuse y dejé que me cortara a mí, provocando una herida bastante fea en uno de mis brazos.

Intenté no pensar en eso y deshacerme del zombi.

Cristian me ayudó con eso al darme el arma y apartarse cuando mis colmillos quedaron a la vista. La criatura en mi interior estaba desatada después del encuentro con Alister, no había forma de pararla y estaba agradecida con ello. Ahora no necesitaba contemplaciones, solo poder sobrevivir con la gente que quería, mis amigos y mi familia.

Destrocé las cabezas de los cadáveres hasta que simplemente fueron papilla. Intuía que una magia poderosa podría recomponer el destrozo y traerlos de vuelta para formar filas, como buenos soldados muertos, pero Agnes estaba muy ocupada para dedicar una parte de su poder en reparar cada cadáver que se cruzara en mi camino.

Ella ya estaba dentro del subterráneo, sentía su rastro por todo mi cuerpo.

¿Cómo había entrado? Me pregunté.

CaosWhere stories live. Discover now