37. Un gato suelto en el juego

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―¿Qué harías para salvar a tus seres queridos, my dear?

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―¿Qué harías para salvar a tus seres queridos, my dear?

Sería capaz de cualquier cosa, como traicionar y matar...

Y Caos lo había probado en su propia carne.

―Ella no pudo...

―Sabes la respuesta, solo tienes que aceptarla.

Caí de rodillas frente al brujo, sintiendo que el aire abandonaba mis pulmones y mi vista se nublaba con las lágrimas que rápidamente bañaron mis mejillas. Escuché los gemidos que salían de mis labios con cada choque de mis pensamientos en las paredes de mi mente, con esa peligrosa tormenta intentando escapar de unos límites imposibles. Incluso en medio de ese ataque de nervios llegué a distinguir los latidos de mi corazón.

Otra vez, esa alucinación que me perseguía.

―Carmen era la más lista de todos...

―Y vanidosa ―dijo Caos, poniéndose de cuclillas a mi lado.

Lo supe porque reconocí sus zapatos a unos centímetros de mi cabeza. No levanté la vista del suelo, no cuando mi cabeza parecía estar a punto de explotar. Me encorvé más, recogiéndome en una bola, mientras mis manos apretaban mi cráneo.

―Se creía inmune a cualquier mal y pensó que nada la alcanzaría en su cruzada ―añadió―. Ese fue su error, el único que tuvo.

Caos colocó las manos en mis hombros y me obligó a erguirme para enfrentarlo. Sus ojos descansaron brevemente sobre el collar que siempre mantuvo conmigo, como recuerdo de Cristian y él dentro de mi oscuridad. Y lo tocó con cuidado, temeroso de que se rompiese al tacto, asustado porque desapareciera una vez más de su vida, y con él, yo también.

―Entiendo por qué lo hizo Carmen, o al menos por qué lo intentó ―susurró, centrándose ya en mí. Su mirada subió del collar a mis ojos y se enterró en ellos intentando llegar hasta mi alma. Era fácil para él, igual que lo era para Cristian. Aunque este último estuviese tan cegado por su rabia y odio que no se percatara de ello―. Y sé que en el fondo tú lo comprendes, pues fueron esos mismos temores los que te llevaron a tomar esa decisión, la que provocó el incendio, la muerte de Cristian y mi cercana experiencia del final. Debería agradecerte porque quedase en "cercana" y no "completa".

Eso me hizo sonreír pese al dolor.

―Casi te mato, y aquí estás diciendo tonterías.

―Si con eso te hago sonreír, el resto da igual.

―Tú mismo lo dijiste ―le recordé―. Satán es más peligroso que Agnes, ¿cómo Carmen pensaba cazarlo?

―Con aquello que lo trajo a este mundo... Magia negra, my dear.

―No...

―Descansa en lo que queda de día, y si quieres, mañana te estaré esperando en el subterráneo. Por la noche, cuando todos estén dormidos. Ahí aclararé todas tus dudas y acabarás por leer la carpeta conmigo, ¿te parece? ―Moví la cabeza de arriba abajo, lo que le sirvió como respuesta, tan siquiera podría llamar a eso un asentimiento―. Ahora deja que te lleve a tu habitación. Avisaré a Cristian para que informe a tus amigos.

CaosWhere stories live. Discover now