25.5. Los mejores amigos

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― Nate 


Creía que podría divertirme esta noche, perderme en el alcohol y disfrutar de algo de sexo en algún rincón del edificio, antes de que los problemas llamaran a mi puerta. Esa misma puerta que compartía con Emma y las chicas. Pero había una figura que me martirizaba a cada paso que daba, apareciéndose en mi mente con cada ocasión en la que ponía mis ojos en una chica guapa. No buscaba nada serio, solo divertirme por unos minutos. Y había suficiente gente reunida en el mismo lugar para hacerlo posible.

Si no fuera por ella...

Por mucho que lo intentase, bastaba fijar mi atención en un rostro para que otro muy distinto se abriese paso entre mis recuerdos recordándome aquello que ansiaba con todo mi ser, y aun así, no poseía.

Esa maldita...

Era una bruja.

O por lo menos, lo había sido en otra vida.

Porque no había día en el que no pensase en ella.

Estaba hechizado con una magia más peligrosa que la de Caos.

Y temía por ella, por lo que pudiera significar para nuestras vidas.

La imagen de Amanda ludiendo el maldito vestido que había utilizado la noche de la Orquídea me perseguía allá donde fuese, día tras día, aunque intentase olvidarme de él. Al cerrar los ojos, en la oscuridad de mi mente, la veía bailar en medio del local, dejándose tocar por Emma y exponiéndose a cientos de miradas que avasallaban su cuerpo. Lujuria, pasión, desenfreno... Mi vista se nublaba ante aquella visión.

No necesitaba imaginarme cómo se vería debajo de mí, perdiéndose en el puro placer, para sentir cómo mi cuerpo reaccionaba a ella. Bastaba una mirada o una sonrisa.

Mi polla y mi corazón son suyos.

Pero era un idiota al hacerla pensar que no era así.

Acabé durmiendo en el sofá con Cristian y Alister. Y ciertamente, si bien la resaca me golpeó por la mañana con fuerza, estuve agradecido de haber acabado ahí y no en su habitación. Porque sabía, en verdad, que era ese el lugar al que hubiese querido ir de haber tenido la fuerza de voluntad suficiente. Habría venerado ese maldito vestido y a la belleza que lo portaba, poseedora de mis deseos y mis anhelos.

Pero Cristian...

Su sola mención abría la herida en mi pecho, en mi memoria y en mi alma. Me había acostumbrado a verlo caminar por los pasillos del King's Collage, fumando en la azotea o parado en las gradas en medio de un partido de baloncesto. Pero asimilar que no era la misma persona que había conocido años atrás era casi imposible, por esa misma razón seguía buscando una sonrisa, una mirada o simplemente un comentario que me dejase entrever al verdadero detrás de la máscara.

CaosWhere stories live. Discover now