55. Una apuñalada inesperada

476 48 2
                                    


El fuego rozaba mi piel

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El fuego rozaba mi piel. No era un tacto agradable, rompía con cada parte de mi ser mientras me arrastraba por las frías tablas de madera. Mi alma se desquebrajaba a cada segundo que pasaba; y a diferencia de otras veces, no volvía a unirse de nuevo, retrocediendo y recomponiéndose sobre sí misma. No era un ataque de ansiedad que fuera a parar en algún momento, tampoco se trataba de un dolor con una vida corta, que fuera a disiparse al cabo de unos minutos.

La noción del tiempo no existía en la realidad en la que me veía atrapada, no cuando mi ser sangraba tanto y tan rápido en un mar rojo. Un mar de fuego con el que me sentía estrechamente relacionada. Porque no era un mal que nos hubiera pillado por sorpresa, había sido provocado.

Una chica fue lo que el fuego necesitaba para prenderse y devorar todo a su paso, y se lo di con mis malas decisiones.

Yo fui la chispa.

Seguí arrastrándome a pesar del fuego que me rodeaba, haciéndose con más y más terreno a cada centímetro que yo conseguía avanzar.

Mi visión no era la mejor de todas. El humo y la ceniza se habían encargado de que fuese así. Apenas alcanzaba a ver las llamas acercándose, solo veía manchas difusas, rojizas y brillantes. Distinguir algo más allá de eso resultaba una tarea muy complicada.

―Chicos...chicos...chicos...

Mi voz rota.

Mi alma desquebrajada.

Mi corazón ausente.

Agnes tenía razón. Iba a ser el sacrificio que necesitaba Caos para liberarse, aunque eso significara arriesgarme a un destino junto a la muerte, en el que fuera a recogerme en el lugar más recóndito del subterráneo. Lo había hecho hacía unas horas, al presentarme frente a la llama con uno de los cuchillos de la colección del brujo. Había elegido mi favorito de entre todos para la ocasión.

Fue extraño ver el poder de la llama en su máxima expresión. Su fuego tocó las yemas de mis dedos cuando extendí la mano y la hundí en su interior, después se extendió rápido por mi brazo hasta llegar a mi pecho donde estaba su ofrenda. Entonces, asustada por perder una vida que apreciaba, cerré los ojos y esperé sentir dolor en mi cuerpo. Ni el dolor ni la muerte vinieron a mi lado, porque no sentí anda cuando sucedió y mi corazón pasó a ser parte de la llama.

¿Tan fácil? Ese fue mi primer pensamiento, sucedido lo sucedido.

Y de nuevo, me equivoqué. Nada puede ser tan fácil.

Una voz se escuchó a lo lejos, no pude descifrar a quién pertenecía porque sonaba muy diferente a lo que estaba acostumbrada. Sombría, baja, macabra... Algo no estaba bien en esa voz, era como si su dueño estuviese poseído en una película de terror.

―No es nada personal, brujo. Pero no puedo desaprovechar esta oportunidad.

Escuché a Caos gritar a lo lejos.

Mis lágrimas no tardaron en aparecer. Si antes había estado llorando a causa del dolor, no me percaté. Ahora, por el contrario, era una cascada infinita que cubría mis mejillas, lacerando mi piel con la culpa de haber podido detener todo esto y no haberlo hecho.

Me centré tanto en liberar a Caos, en la maldición que lo retenía, que no me di cuenta de que había otros intereses de por medio, otras complicaciones mucho más peligrosas acercándose a nosotros.

―No...no...no...―Mi boca se sentía seca y mi voz sin fuerza―. ¡Caos!

Algo se movió con mi grito. Alguien lo hacía.

Una mancha de color grisácea apareció en mi campo de visión, una bastante defectuosa llegados a este punto. No podía decidirme en sí se trataba de una mujer o un hombre, porque a la altura de su cabeza había una gran forma ovalada distorsionada, como si llevara una capucha más grande de lo normal que no dejara resquicios visibles de su identidad. Por la altura descarté a cualquiera de los chicos, entonces, ¿quién podría ser?

No avancé ni retrocedí, simplemente no me moví.

Solo levanté la vista para mirarlo de frente, para enfrentar a la persona que había conseguido sortear el fuego con una maestría bastante envidiable para llegar hasta mí. Cualquiera diría que el caos era su elemento.

―¡Emma, corre! ―gritó Caos detrás de las llamas que nos separaban. Seguía en la misma dirección en la que lo había escuchado la primera vez―. ¡Emma! ¡Emma!

Mi primer pensamiento fue hacer lo que me pedía y retroceder como pudiera, sin embargo, mis piernas habían quedado inservibles cuando una de las tablas se partió bajo mis pies y un clavo oxidado se clavó en mi muslo izquierdo. La pierna derecha no tuvo un destino mejor, porque sentí mi tobillo torcerse al momento de caerme. Llevaba arrastrándome por el suelo desde entonces...

La voz desconocida detuvo el hilo de mis pensamientos.

―Tu vida dependerá de cuánto quiera sacrificar tu brujo, Emma. Reza conmigo para que pague el precio necesario, como yo lo pagué en esta noche ―dijo. Y de repente, un fuerte dolor me golpeó en la espalda haciendo que gritase hasta que mis cuerdas vocales dieran su último esfuerzo. No fue un solo golpe, a ese le siguieron varios. Moví la cabeza hacia atrás y vi algo parecido a una hoja. Un puñal―. Vamos, Emma. Ayúdame con esto, por favor.

―¡Para! ¡Para! ¡Para! 

―Todo esto quedará en reducido a una pesadilla si tu brujo hace el trabajo bien. Confía en mí y muere.


1/6

1/6

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
CaosWhere stories live. Discover now