21. Una condena placentera

2.2K 214 101
                                    

En un momento perdido del pasado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

En un momento perdido del pasado...

Ronroneé cuando una mano suave, conocida, se deslizó desde mi cuero cabelludo hasta la parte baja de mi espalda, curvando las curvas de mi cadera hasta el interior de mis muslos. Mordí mi labio inferior, ahogando el gemido que jugaba con salir, mientras hundía la cabeza en la almohada. Mi cuerpo pedía más y Cristian no iba a negármelo, siempre complaciente a mis demandas, aunque nos hubiésemos pasado las últimas horas enroscados en las zarpas del placer y el amor.

Amanda había ido a dormir a la habitación de Sandra para dejar el cuarto libre. Y habíamos aprovechado cada minuto a solas para demostrarnos cuanto adorábamos el cuerpo del otro.

La semana había sido complicada. Demasiados exámenes juntos para poder tener algo de tiempo libre, y finalmente, era reconfortante disfrutar de esta nueva libertad en compañía.

―Tenemos que levantarnos ―susurré.

―Quedémonos un poco más ―dijo Cristian, sin mover sus dedos de mi parte baja.

No los había metido, pero el juego previo era suficiente para provocarme.

―Por mucho que me guste esto, hemos quedado abajo.

―Caos te diría lo mismo si estuviese aquí. ―Dejó caer todo su peso en su otro brazo para poder mirarme desde una posición más elevada, curvando los labios en el proceso―. Aunque considero que sus métodos son mucho más efectivos que los míos, por mucho que eso me joda.

Coloqué mi mano sobre su pecho y correspondí a su sonrisa, todavía acalorada.

―Oh, vamos. Tú tienes otras habilidades.

―¿Cómo cuáles?

Sabía que buscaba con esa pregunta, pero no iba a acceder tan fácilmente. Ese tipo de conversaciones podía retenernos entre las sábanas por todo lo que quedaba de noche, y a juzgar por las nubes grisáceas que ocultaban la luna, íbamos justos de tiempo. Los chicos estarían esperándonos en pocos minutos y dudaba en gran medida que llegásemos a la hora. No cuando Cristian estaba tan convencido...

―Te las diré si salimos de la cama y empezamos a vestirnos.

―No me parece un buen trato ―gruñó, atacando mi boca.

Correspondí al beso con la misma intensidad que él, rodeando su cuello con mis brazos para atraerlo hacia mí y poder sentir de nuevo cada pedacito de su cuerpo contra el mío. Solté un suspiro cuando nos separamos y se echó para atrás buscando sus pantalones por la habitación. Me le quedé mirando lo que se vestía sin una pizca de pudor por mi desnudez. Y una vez que estuvo listo, antes de que me acusara de no cumplir con mi parte, hablé:

―Es difícil encontrar a alguien que te valore con tus virtudes y tus defectos, pero tú lo haces. No te importa la parte mala ni la parte buena de mí, tan siquiera te molestas en diferenciarlas, apoyas todo lo que represento. Me complementas de maneras que nadie nunca hizo, me sujetas en la oscuridad para que camine hacia delante y no tema lo que me vaya a encontrar. Y cada vez que me caigo, me ayudas sin esperar algo a cambio. No por compromiso, sino por lealtad y amor.

CaosWhere stories live. Discover now