8. Al filo del cuchillo

3.5K 337 154
                                    


Por un momento, y quizás varios minutos, pensé que todo había acabado y era una actriz horrible en comparación a Carmen

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Por un momento, y quizás varios minutos, pensé que todo había acabado y era una actriz horrible en comparación a Carmen. Ella había durado seis meses en el King's Collage y, aun habiendo dado todo de mí por ser Marcus, sentía que había cometido bastantes errores. Los suficientes para que Caos saliera de su madriguera y se plantase frente a mí para enfrentarme.

Escuché los latidos de mi corazón y mi respiración agitarse al observar al conserje. ¿Tan mal se me daba actuar? Apreté la muñeca donde estaba la cicatriz con mi otra mano y clavé mis uñas en un intento por conservar la calma. Solo habían pasado unos días, ¡solo unos días y ya...!

Sacudí la cabeza. No era momento de tirarse tierra sobre el tejado.

―¿Estás bien, Marcus? ―me preguntó Ignacio acercándose a mí. No me tocó, solo avanzó―. Tu piel se tornó extrañamente pálida en cuestión de minutos. ¿Dije algo que no debía?

―No, no...―Las palabras apenas salían de mi boca―. No es nada.

Puede que estuviese haciendo una montaña de un grado de arena. Puede que...

―Deberías ir a la enfermería ―le escuché decir―. No me quiero meter en cosas que no me llaman, claro. Pero me quedaría más tranquilo si considerases mi consejo. Amalia estará encantada de hacerte un chequeo. Estás muy pálido y tu cuerpo es muy delgado para alguien de tu edad.

Soy una chica, señor. Y no precisamente fui bendecida con un cuerpo robusto. Parezco un arbusto frente a la montaña de músculo que es Nate.

Me guardé mis pensamientos para mí sola y asentí con la cabeza.

―Está bien ―susurré―. Iré a la enfermería.

Las facciones del conserje se suavizaron al escucharme y me sonrió ciertamente agradecido.

Supuse que no serían muchos los que aceptaban sus consejos de buena manera, puede que incluso acabase siendo molestado cuando solo pretendía ayudar. Pero, aunque agradeciera su preocupación, temía que lo que había escuchado fuese real. Estaba aterrada ante la sola idea. Mis piernas se volvieron gelatina al pensarlo y me vi caer a cámara lenta frente a la expresión de asombro de Ignacio.

Con el culo adolorido y la vista borrosa, permanecí en el suelo por un buen rato.

―Está claro que tienes que ir con Amalia ―dijo a mi lado―. ¿Quieres que te acompañe?

―No, no...Puedo ir yo solo.

―¿Te estás viendo? Apenas puedes mantenerte de pie.

―Es solo que...

Ni yo misma sabía que me sucedía.

Enfrentar los problemas de los que había huido como la más cobarde de los traidores parecía ser más complicado de lo que una vez me había planteado, antes incluso de vestirme con el uniforme y embarcarme en un viaje sin retorno donde Caos había estado esperando mi vuelta. Ahora lo entendía. Se había preparado para recibirnos con las manos abiertas en un terreno donde tuviese la ventaja.

CaosWhere stories live. Discover now