Esto no es vida

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Laura:

—¡¿es que no te cansas de llevarme siempre la contraria?!—soltó Dante al borde de perder la paciencia.

—¡¿No dijiste ayer que mi opinión contaba o es que lo único que sale de esa boca son puras habladurías?!—le solté cruzándome de brazos.

Me echo una mirada gélida, que pasé por alto a pesar del miedo que me producía, pero estaba firme en cambiarme de habitación. Quería evitar compartir en la medida de lo posible todo el espacio, además ¿Cómo puede creer que desearía volver a dormir simplemente con él después de lo que me hizo? Ya era bastante duro compartir el mismo espacio.

—¡tengo en cuenta tu opinión, es solo que no veo necesario el que tengas que cambiarte de habitación!

—¡no te estoy pidiendo permiso, lo voy a hacer! ¡O me cambio de habitación o me largo de aquí, tú eliges!—grité con fuerza y cansada de esta maldita discusión, caminé a toda prisa y salí de la casa cerrando de un portazo.

Ignoré los gritos de él y los ruidos que se escuchaban, provenientes de la casa, solo me apresuré a salir por la puerta. Y salir de esa maldita casa, respiré hondo intentando calmar el temblor en mi cuerpo y los nervios que amenazaban con salir de mí.

Una vez recuperé el aliento, empecé a caminar sin rumbo solo para alejarme, de esa casa del demonio, caminé y caminé sin siquiera levantar la cabeza del suelo y sin darme cuenta, acabé llegando a aquel parque que estuve ayer.

Solo fue ayer y lo sentía como si hubiera pasado una larga semana.

Entré en el parque y comencé a caminar a observar, esta vez había más gente de la que me gustaría, es normal es un parque y muy bonito, es normal que haya gente.

Fui a los lugares que consideraba mis favoritos, la parte donde más flores había, me hacía sentir un poco calmada, aunque no era igual por los niños que correteaban y las personas que paseaban a sus perros o que solo estaban allí para pasar el día.

Eso me hizo recordar a aquel chico y me sentí un poco culpable de la forma tan brusca que me fui, ¿pero más podía hacer? Suspiré y me alejé de aquella zona, del gentío y sentándome en uno de los bancos, cerca de una pequeña casca y sombreada de muchos árboles.

Cerré los ojos intentando evadir todo y dejar la mente en blanco, cuando mi móvil comenzó a sonar, ignoré la llamada pensando que sería Dante, pero esta volvió a sonar.

Cansada respondí a la llamada sin mirar el remitente.

—¿¡No puedes dejarme sola ni un momento Dante?! ¿¡No crees que ya es suficiente con que me tengas encerrada?!

—¿Qué acabas de decir?—respondió una voz grave y masculina.

No era Dante, ni mucho menos, palidecí y toda la ansiedad me invadió, mis nervios se dispararon y sentí que era el fin.

—Lu-Luka—dije casi sin aliento.

—Laura, ¿Qué demonios es lo que acabas de decir?—preguntó con la voz más dura y sería que nunca.

—no es nada, solo era una broma—me apresuré a decir con el corazón en la boca.

—¿Una broma? Lo que acabas de decir, no se ha escuchado como una broma para nada, ¿Qué es lo que está pasando?—quiso saber, pero yo en vez de responder opté por cambiar de tema.

—¿Por qué me has llamado? ¿Ha pasado algo?

Él se quedó en silencio, uno que me pareció eterno, comencé a morder mis uñas ansiosas que dijera lo que fuese.

 Mía [CORRIGIENDO]Where stories live. Discover now