Discusión.

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—¿Todavía sigues enfadado?— le pregunté a mi novio tras descender del automóvil

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—¿Todavía sigues enfadado?— le pregunté a mi novio tras descender del automóvil.

Su silencio persistió; permanecía de espaldas, posado en el capó de su coche, absorto en la contemplación de los árboles otoñales que envolvían el entorno. La escena hubiera sido espléndida de no ser por la triste realidad en la que me encontraba. 

Después de prácticamente escapar de la universidad, nos desplazamos sin rumbo, evitando regresar a casa, hasta llegar a este lugar por elección suya. Movida por su insistencia y la carga de tener que ocultarle cosas, compartí con él todo cuanto había pasado con Dante hasta ahora.

Su reacción fue predecible: enojo y pesar por las omisiones, pero su paciencia se agotó cuando sugirió que dejara mi trabajo de nuevo, a lo que me opuse .Antes de permitirme exponer mis razones, se bajó del coche. Le di su espacio para calmarse, pero tras quince minutos, no pude soportarlo más y salí. Aún temerosa de acercarme, me apoyé junto a la puerta por la que había salido.

—Por favor no te enfades déjame explicarte...

—¿Qué es lo que tienes que explicar Laura? Hay un tipo que muy claramente te está acosando y tú te niegas a dejar ese trabajo que te está trayendo tantos problemas—soltó interrumpiéndome.

—Él no me está acosando.

Mi novio se volvió de manera abrupta para mirarme; su expresión denotaba un enojo palpable, quizás nunca antes lo había visto tan furioso en toda mi vida.

—¡Dios mío, Laura, te ha seguido hasta la maldita universidad!—me gritó, con la voz cargada de incredulidad.

—Eso fue solo... Solo es una coincidencia—me apresuré a decir, ignorando el escalofrío que recorrió mi cuerpo.

Ángel me observó con una ceja alzada, luego soltó una risa.

—¿Es coincidencia encontrarte más de dos veces a un hombre que nunca viste en tu vida? Es más, empezar a verlo, seguido justo de conocerlo, y no solamente eso, ¡te insultó, te acosó sexualmente, hasta te agredió!

—No lo digas como si me hubiera pegado.

—¡Deja de defenderlo!—gritó, perdiendo la paciencia.

—¡No lo hago!—lo grité de igual manera.

No lo hacía, aunque pudiera parecerlo. Simplemente, no quería aceptar esa verdad por mi propio bien. La idea de que su presencia en mi universidad estuviera vinculada a mí resultaba aterradora, casi espeluznante. Mis ojos se llenaron de lágrimas de inmediato, y cubrí mi rostro con las manos para ocultarlas. No podía aceptar la afirmación de mi novio; simplemente, no tenía sentido.

Es cierto que nos hemos cruzado más de lo que me habría gustado, pero apenas hemos intercambiado palabras, y cuando lo hemos hecho, ha sido en discusiones. "Nunca le hecho algo." Son él y sus acciones las que han dejado su huella en mí. "Entonces, ¿Por qué vendría aquí por mí?"

" ¿Qué esperaba de mí?"S entí unos brazos cálidos rodeando mi cuerpo. Aparté mis manos para encontrarme con la expresión angustiada de Ángel.

—Lo siento amor,  no quería hacerte llorar, pero te prometo que esta vez no es llevado por mis celos, no quiero que te pase nada malo, lo eres todo para mí, ¿Entiendes?—habló con la voz quebrada, como si contuviera las lágrimas con dificultad.

Incapaz de articular palabra debido al nudo que crecía en mi garganta, simplemente asentí y lo abracé en busca de consuelo en sus brazos.

—Puede que sea una coincidencia, pero con todo lo que me has contado, no sé si realmente lo sea, yo solo quiero que estés bien, que estés a salvo y si sigues trabando allí, no deseo que atraigas a más locos—seguía hablando, acunándome con él.

—Lo sé, amor.

Comprendía perfectamente su perspectiva, y sé que si estuviera en su lugar, sentiría lo mismo. Sin embargo, me enfurecía tener que renunciar a mi trabajo debido a alguien así. Había costado mucho dejar de ser la persona sobreprotegida de mis padres, especialmente después del atraco en mi casa. "No dejaré que alguien más tenga control sobre mí."

No era la primera vez que un cliente cruzaba límites, razón por la cual se hacía todo lo posible por mantener el anonimato en nuestras vidas privadas para evitar situaciones así. Pero el problema radicaba en que Dante era amigo de mi jefe, complicando aún más la situación.

Además, renunciar a mi trabajo no haría que Dante desapareciera, ya que estaba trabajando en la universidad. Tampoco podía acudir al decano y solicitar su despido, ya que, en primer lugar, probablemente no me prestarían atención, y en segundo lugar, podría meterme en problemas con mi trabajo.

No obstante, sentía la necesidad de darle algo de tranquilidad a Ángel mientras solucionaba esta situación.

—Jablaré con mi jefe, quizás él pueda ayudarme.

—¿Ayudarte? Ellos son amigos, ¿Y si están compinchados?

—Luka no es así.

—No lo conoces—me llevó la contraria y yo suspiré.

Él tenía razón, no lo conocía a fondo, pero después de trabajar con él durante un tiempo y observar su comportamiento, me resultaba difícil creer que fuera capaz de hacer algo así. Ángel también suspiró y me miró..

—Al menos, prométeme que te mantendrás alejado de ese tal Dante todo lo que puedas—pidió preocupado.

—Tampoco quiero estar cerca de él, pero es mi profesor de Ética y Moral, además de mi tutor, no es como si pudiera ignorarlo siempre—le recordé con pesar.

Mi novio me miró frunciendo el ceño como si hubiera dicho algo muy extraño.

—¿Qué?—dije a la defensiva.

—¿En serio, de Ética y Moral?—preguntó incrédulo y de sus labios se asomó una sonrisa.

—¿Qué tiene tanta gracia?—quise saber, pero él negó con la cabeza riéndose por lo bajo.

—Tienes razón, no podrás evitarlo siempre, así que asegúrate de estar siempre acompañada de alguien, nunca te quedes sola con él.

—¿No crees que exageras? No creo que me vaya a hacer algo...—pero me quedé callada al recordar lo que pasó el viernes y la mirada inquisitoria de mi novio.

—Solo es para prevenir, hasta que estemos seguros de que de verdad únicamente es una "coincidencia" que esté en la universidad.

Noté el sarcasmo en su voz, en ciertas palabras, pero opté por el silencio para evitar desencadenar otra discusión, limitándome a asentir.

—¿Entonces ya no estás enfado conmigo?—Pregunté con voz suave.

Él me observó detenidamente, pero después esbozó una sonrisa, entrelazando sus manos en mi cintura. Correspondí haciendo lo mismo alrededor de su cuello.

—¿Cómo podría enfadarme con mi princesa?—dijo él dándome un beso en la mejilla.

— ¿A qué princesa has visto que sea una stripper?—dije con una sonrisa.

—A ti, pues tú eres mi princesa.

—Qué cursi—respondí sin poder aguantar la risa.

—Lo sé, pero así me amas —sentenció, acercando sus labios a los míos y besándome.

Respondí a su beso, tan cálido, suave y lleno de amor. Me alejé ligeramente, sin romper la proximidad, para mirarlo a los ojos.

—Gracias por perdonarme. Te amo.

—Yo también te amo, tonta.

 Mía [CORRIGIENDO]Where stories live. Discover now