¿Perderé mi trabajo?

1K 44 12
                                    

En mi trayecto hacia la universidad, contemplaba la ciudad a través de la ventana del autobús, suspirando con fatiga y desánimo

اوووه! هذه الصورة لا تتبع إرشادات المحتوى الخاصة بنا. لمتابعة النشر، يرجى إزالتها أو تحميل صورة أخرى.

En mi trayecto hacia la universidad, contemplaba la ciudad a través de la ventana del autobús, suspirando con fatiga y desánimo. Este fin de semana se convirtió en una serie de desastres tras desastres, y todo debido a ese imbécil.

Aún no lograba entender por qué actuó de esa manera de repente, cuando minutos antes no quería dejarme ir, y por su culpa tengo arañazos en las rodillas y algún moretón.

Lo más preocupante es que Luka entró y me vio al borde del llanto. Su rostro estaba pálido y luego enfadado, casi pensé que me gritaría. Intenté explicarle la situación, pero no me lo permitió. Después de ayudarme y sugerirme que tomara unos días libres, salió de la sala con gran furia. "¿Perdería mi empleo?"

Mis lágrimas no eran producto del dolor de las heridas, sino de la impotencia y rabia acumuladas. El autobús llegó a mi parada, descendí y caminé hacia la universidad, a tan solo cinco minutos de distancia.

Al llegar, me dirigí a mi clase, donde varias personas charlaban animadamente antes de que comenzaran las clases, incluido mi grupo de amigas. Marián fue la primera en percatarse de mi presencia y se apresuró a saludarme con su abrazo tan característico.

—¡Buenos días!—dijeron las demás al unísono.

"Serán para vosotras."

—Hola—respondí con sequedad y cuatro pares de ojos me miraron.

—¿Qué es este ánimo?—preguntó Anna.

—Ya sabéis, odio madrugar.

Las cuatro se rieron, por mi respuesta, y a medida que se iba llenando la clase, nosotras también nos sentamos en nuestros respectivos lugares. Las primeras clases de la mañana fueron, bien y tranquilas y para la hora de descanso mi humor había mejorado un poco.

Las cinco fuimos a la cafetería, mientras como era de costumbre, Beatrix, no dejaba de darle a la boca poniéndonos al día de los últimos cotilleos.

—Solo han pasado tres horas, ¿Cómo te ha dado tiempo a saber tanto, en tan poco tiempo?—la dije.

—Es un don—dijo ella con suficiencia.

—Seguro que sobornas a las personas para que te cuenten las cosas—dijo Anna con burla.

—Ja, ja, muy graciosa, pero prefiero gastar mi dinero en otras cosas—aseguró Beatrix.

Las cinco nos sentamos en nuestra mesa de siempre, después de pedir cada una sus respectivas comidas. Siguieron hablando, bromeando, pero mi cabeza estaba en otra parte.

—Oye ¿Qué te pasa?—me preguntó Marián mirándome con preocupación.

—Ya lo dije, odio, madrugar—dije en un suspiro, volviendo a la realidad.

—No somos tontas, llevas distraída toda la mañana. ¿Qué es lo que pasa? —preguntó con más exigencia Anna.

Pero no respondí e intenté desviar el tema una vez más, pero entonces Eva habló.

—¿No me digas que volvió a pasarte algo con ese tipo en el trabajo?

—¿Te pasó algo en el trabajo? —quiso saber curiosa Beatrix.

—No, claro que no —me apresuré a añadir con nerviosismo, fulminando a Eva con la mirada.

—Se supone que no tenemos que ocultarnos las cosas —me recordó Trix en un ademán de persuadirme.

El resto me miraron con desaprobación y miradas inquisidoras, muertas de curiosidad, a la espera de que saciara ese interés. Suspiré rendida y les conté todo lo que me había pasado hasta ahora en el trabajo; gran parte de eso, Eva ya lo sabía, pues era la culpable de ello.

—No puedo creer que un hombre guapísimo te haya tirado los trastos y no nos lo hayas contado —soltó Beatrix, asombrada después de terminar el relato.

"¿Eso es con lo único con lo que se han quedado?"

—¿Acaso no me has oído, Trix? Es un imbécil que solo viene a hacerme la vida imposible —repliqué.

—¿Y por qué no le cuentas todo eso a tu jefe? Lo que está haciendo ese hombre es claramente acoso sexual —propuso Marian, igual de molesta que yo.

—No quiero perder mi trabajo —confesé con un suspiro.

—¿Por qué tendrías que perderlo? No has hecho nada malo; es él quien te está molestando —siguió Anna.

—Él es amigo de mi jefe —volví a confesar con pesar.

—Pues vaya putada —soltó Anna.

"Sí, que lo era. Ni siquiera sabía si todavía conservaba mi trabajo a día de hoy."

Mi mente volvió al recuerdo de mi jefe y la forma en la que se enfadó y salió de la habitación, echando pestes. "Se veía muy cabreado."

—Lo siento, por mi culpa, has estado pasando por momentos de mierda —dijo de la nada Eva, agachando la cabeza.

—No te culpes por algo que no has hecho.

"Ella no tenía culpa de que ese imbécil se comportara así."

—Aun así... —dejó la frase a medias y suspiró.

El ambiente se había vuelto muy deprimente y serio, lo que no quería. Nunca dejaba que mi trabajo interfiriese con mi vida privada y esta no sería la primera vez.

—Mira el lado positivo, he conseguido más días libres, así que este fin de semana podremos salir todas juntas —dije para animar el ambiente.

Mis amigas abrieron mucho los ojos, y sus caras, antes angustiadas, ahora empezaban a esbozar sonrisas.

—¿En serio? —preguntó Marian, sin poder creérselo y yo asentí.

—Caelí se alegrará mucho, salir no es lo mismo sin ti —proclamó con entusiasmo Beatrix.

—No exageres, Trix, he visto las fotos de vuestra salida este fin de semana y no parecía que lo pasabais tan mal —me quejé y las demás se echaron a reír.

El almuerzo transcurrió mucho más animado que al principio y pronto volvimos a clase, haciendo planes para este fin de semana.

 Mía [CORRIGIENDO]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن