DESCANSO.

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Apagar y prender. ¿Cómo era posible?. Ser una deidad como el mismo creador y estar conformada por diferentes vidas, que le pertenecían al mismo. Cada que me acercaba a una de estas existencias las demás dejaban de estar, como si se apagaran y fueran a dormir a lo más profundo. Ahora estaba más cerca de la divinidad.








—¿Cómo estás? —se acercó Sitael dejando por detrás a Met.








—Más celestial... eso parece —respondí con seriedad, pero también con ironía.






—¿Te gusta?.




—No lo sé.






Cuando las demás partes de mí se desvanecían, también lo hacía todo, como si fuera alguien nuevo con fragmentos que se podían sentir, pero no tomar. Guardaba recuerdos y estaba al tanto de lo más indispensable o de lo que debía saber, pero no tenía el control absoluto. Sitael y Met también habían adquirido una forma diferente, esta ya no era tan humana.







—¿A dónde va el creador cuando descansa? —pregunté.








Se había esfumado después de dictar las últimas declaraciones en el juicio de los caídos. Nosotros nos habíamos resguardado en el gran cubo donde Met tenía el poderío en su espera.







—Su descanso puede ser demasiado misterioso para poder comprenderlo siquiera —las palabras de Met tomaron el protagonismo explicando— Pues él es el gran señor, es todo y nada a la vez. Su descanso puede ser creando, observando o destruyendo. Puede ser en el principio o el fin de la luz... del orden.








—Hace mucho que no descansaba —mencionó Sitael.








—¿Cuándo fue la última vez? —indague.











—Desde la creación de la tierra y la vida ahí dentro.









—En esa ocasión lo hizo para descansar del trabajo y observar a su creación y el aliento de vida que les había dado, pues esta era majestuosa —Met comunicó— Esta vez es diferente, la existencia está por cambiar e iniciar un nuevo destino del cual las profecías de toda criatura hablaran.







—¿A qué te refieres?.









—Esperemos... esperemos qué todo siga su curso, ya que todo lo que está fuera del creador aún no está escrito. —me miró de una forma intimidante, que estaba segura de que si estuviera con mi humanidad me hubiera fulminado— ¡Tú! Está en tus manos.








—¿Aún recuerdas que es ser un humano, Metatron? —irrumpió Sitael— ¿O ya lo has olvidado?.







—No puedes olvidar algo que es parte de ti... o que lo fue. Siempre hay una parte viva dentro —fue su respuesta con rapidez, pero también con calma— Está la esencia de la vida misma dentro de cada criatura sea donde sea que habite, sea quien sea, quien le haya dado aliento. Las materias fuera de la misma, son, forman, moldean e influyen en la existencia de cada una de esas criaturas, pero no importa cuanto pase o transforme, siempre estará intacta su esencia de vida. Eso es lo que los hace ser los seres que son.










—Eso fue demasiado humano... o celestial —contestó Sitael luego de un momento.







—Has visto las demás vidas desde la vista celestial, sabes como viven, sabes como se alimentan, como procrean, sabes como subsisten. Pero hay algo que no sabes y que los celestiales jamás lo van a saber —le remarco Met— Que es ser ellos. Nadie y nada conoce en totalidad lo exterior a sí mismos.











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