JERARQUÍAS

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ORÍS.



Tal vez cuestionaba todo a mi alrededor desde que desperté siendo un ser nuevo o quizás desde antes, pero eso no significaba que confiaría en alguien que no era o ya no habitaba el cielo. Fui creada tan poderosa como mi creador para cuidar la luz y lo creado bajo ella y eso es lo que haría. Lucifer me había dicho que recuperar mi vida humana pasada me ayudaría a comprender mejor, pero ¿comprender que?, si esa vida no me pertenecía del todo, pues no era yo realmente, solo había sido una incubadora por un tiempo de quien en verdad era.











—Anda, recorramos el jardín por el aire— hablé después de salir de los muros.







—¿Para qué?— pregunto Sitael frunciendo el ceño ligeramente con diversión.






—¿Tiene que a ver alguna razón?— respondí.








Sonreí al tiempo que comenzaba a deslizarme junto con los vientos invisibles que envolvían los cielos del jardín celestial; Sitael siguió detrás de mí al no quedarle más opción: avanzo aún más rápido que yo con una gran risa de burla por mi lentitud.





—Alguien necesita usar más sus alas— se detuvo junto a mí.







—Eso suena a que me estás retando— contesté con sugerencia.








Deje caer mis alas cuesta abajo disfrutando totalmente de poder hacerlo al sentir la adrenalina activarse dentro de mi cuerpo, al detenerme en el pasto junto al río, él llegó hasta a mí.







—¿Qué clase de Ángel hace eso?— me miró con un fascinante desconcierto.








—No soy un Ángel.







Volví al aire dando vueltas hasta jugar a los alrededores de las aguas de las cascadas que caían como finos mantos: Sitael se adentró en el interior de la cascada así que lo seguí, pero al hacerlo nuestros cuerpos chocaron uno con el otro privando la distancia, él sostuvo mi cintura impidiendo que cayera en el agua.







—Ten cuidado— exclamó —No querrás arruinar las ropas que solo utilizas una vez, aunque el agua agradecería tener algo tuyo.








—Espero que agradezcan tener algo tuyo también—respondí, antes de tirarnos a los dos entre las aguas.







Ambos caímos al ritmo de el agua hasta tocar el fondo y salir a la superficie totalmente empapados, nos vimos un momento y después el recorrido que hacia el río hasta los adentros de los muros, para volvernos a ver.







—El que gané tendrá el regalo de una petición— propuso.







Asentí aceptando. No sabía exactamente a qué se refería, pero sonaba a que debía ganar ese regalo, así que a la señal comenzamos a nadar con rapidez.










Fue totalmente satisfactorio salir primero a la superficie deteniéndome en el piso fino.









—Supongo que tendré un regalo guardado— hablé girándome hacia él.








Al darme vuelta pude verlo unos momentos antes de que saliera del agua, cuando lo hizo pude ver de espaldas como sus vestiduras crema se hicieron una con su cuerpo, mientras sacudía su cabello castaño levemente largo.







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