¿QUIÉN ERES?

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El cielo siempre me ha parecido fascinante, la armonía de las nubes blancas con el cielo azul, incluso cuando todo hacía una conjunción formando todo gris oscureciendo el día o aumentando la oscuridad de la noche; cada lugar del mundo tenía su clima y stirling Escocia no era la excepción, la mayoría del tiempo era totalmente frío, para los residentes era normal, pero para los turistas les resultaba extremadamente helado. Él caminó parecía vacío, algo faltaba y mi mente trataba de imaginar qué era en cada paso, veía a gente pasar, mientras buscaba las piezas faltantes, pero todo parecía en vano así que acelere mis pasos llegando a piensa en mí. Al entrar la campanilla sonó atrayendo la atención de algunos clientes, pase de largo hasta la barra apoderándome de un asiento.






—Orís no era necesario que llegaras tan temprano, aún tememos mucho de lo que envió ojos verdes— dijo Agus mientras salía con una charola de pan de la cocina.





—¿Qué ojos verdes?… — pregunté, pero en un instante todo pareció detenerse solo para mí.


El dejo la charola en la barra y volvió a la cocina. Un sonido invadió mi cabeza. Imagen tras imagen llegaba una tras otra, un kiosco, un choque, otro, la luz de casa, el castillo, la noche, piensa en mí, su aroma, sus rizos, su voz, sus ojos. Mi ser recibió esa sensación de calma que había perdido y que buscaba, Jeliel. Una sonrisa irrumpió mi rostro, pero pronto fue afectada por otros recuerdos, un celular caído, la lluvia, un hombre de cabello blanco, shemihaza. Me sostuve de la barra en un intento de mantener mi postura firme.




—¿Qué te pasa?— llegó Cam —Estás muy pálida— se acercó tocando mi frente mientras comía una fruta —Necesitas comer algo, ¿Agus que nos recomiendas comer para que Orís no esté desnutrida?— grito dirigiéndose hacia dentro de la cocina, mientras me daba la fruta.





—No estoy desnutrida Campbell— alce la vista viéndolo con el ceño fruncido, negando su ofrecimiento.





—¿Quién necesita comida?— Agus se asomó por la puerta.


—Orís, pero ella no lo acepta— miró al hombre de avanzada edad y luego a mí.



—No necesito comida, solo un poco de aire fresco— me levanté del asiento —Iré afuera.





—Todos quieren estar adentro y tú quieres estar afuera, ¿segura que no pasa nada?— Cam cuestiono.




—No, no pasa nada— respondí con despreocupación.



—Debes en cuando necesitamos un respiro de aire de la vida, déjala estará bien— habló Agus viendo a Cam con tranquilidad —Ahora debo ver el horno, abríguense si salen— fue lo único que dijo.





—Está bien, pero voy contigo— advirtió dejando el resto de fruta sobre la barra.



Asentí y salimos del establecimiento al mismo tiempo que  recibía el viento sobre mi rostro e instintivamente inhale envolviendo cada fibra con frescura, para después tocar una parte de mi cuerpo en específico.




—¿Volvieron los malestares?— preguntó Cam mientras volteaba a verme preocupación, dándose cuenta.




—No, todo está en orden— conteste con seguridad.

—¿Tus padres aún no vuelven?— hizo otra pregunta acercándose más a mí para seguir caminando.


—Tuvieron que alargar su viaje, ya sabes cosas del trabajo— suspire con resignación.



ℛ𝒜ℳℯ́Where stories live. Discover now