EL ORIGEN

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—Es tarde, tienes que descansar- las manos de Jeliel me guiaron escaleras arriba, ninguno de los dos hablo así que pude observar un poco más de cerca la casa en la que nos encontrábamos a pesar de la escasa luz, decir casa era solo una referencia, ya que era como una mansión de otra época antigua llena de lujos que adornaban el lugar por lo que pude ver, pero un símbolo que estaba por todos lados destacaba de la demás decoración, era un símbolo con dos alas, una blanca y otra negra acompañadas de dos espadas cruzadas y entrelazadas al mismo tiempo, llegamos a una puerta de madera, la abrió dejando ver una habitación impecable.

-Dormirás aquí- me observó de lado - Estarás cómoda- me adentré viendo la enorme cama cubierta de sábanas blancas.

-Gracias- me giré encontrando sus ojos por un momento antes de que se marchará sin decir nada.

Vi el reloj sobre uno de los buros que estaban en el lugar e hice un bostezo al ver la hora, las dos a.m, con razón mi cuerpo me exigía dormir, destendi las sábanas acostándome perdiendo la noción del tiempo cayendo en un profundo sueño.

-Lo lamento, no era mi intención despertarte- la voz de una joven simpática se disculpó, traía puesto un uniforme, supongo que era la señorita del aseo aunque debo decir que no lo parecía pues era realmente hermosa sin ninguna señal de trabajo pesado, dejo las toallas blancas dentro del baño antes de dirigirse nuevamente a mí con una sonrisa -De verdad lo lamento, puedes continuar durmiendo si lo deseas o si prefieres que te prepare algo de comer mientras tomas un baño caliente lo haré con mucho gustó-

-Creo que me daré un baño, gracias- sonreí sintiéndome un poco extraña por la situación y ver lo rápido que un nuevo día había llegado.

-Soy Orís y tú?- la observé sin que mi mente tuviera la capacidad de explicar todo de una forma lógica para sí misma.

-Mi nombre no importa, estoy aquí para servirte- me sonrió y salió de la habitación.

Suspire revisando la hora en el reloj, eran las diez de la mañana, el tiempo pasó y no lo sentí, entré al baño admirando la exquisita decoración barroca que adornaba toda la casa, anoche no pude ver bien la del resto de la casa pues apenas había luz así que solo pude ver aquel símbolo por todo el lugar, termine rápido el baño saliendo de la bañera rodeada de cristal que se cubrió de vapor, al salir observé un juego de ropa sobre una de las sillas, era muy lindo, cualquiera que lo había elegido tenía buen gusto, tome entre mis manos midiéndomelo por encima de mi cuerpo y sin duda era de mi talla lo cual me alegro, continúe con el resto de la higiene poniendo cremas sobre mi cuerpo, finalmente salí de aquella habitación escaleras abajo encontrando el salón de comedor con Jeliel y Danel sentados esperando el desayuno.

-Mundito, buenos días, dormiste bien?- me pregunto Danel con total entusiasmo dirigiéndose hacia mí- Ven siéntate, vamos a desayunar, que se te antoja? Te gustan los... ay como se llaman? Oh si hot cakes?- me sonrió orgulloso por recordar el nombre.

-La pregunta seria a quien no le gustan?- sonreí caminando hacia una de las sillas frente a esos ojos verdes, un hombre se acercó moviendo el asiento para poder ocuparlo cómodamente, le sonreí y él solo hizo un ademán.

-Jugo?- Jeliel me observo.

-Si, por favor- encontré su mirada justo cuando el jugo se escuchó caer en el vaso de cristal.

-Ten tu móvil, anoche se te cayó y olvidé dártelo, tus amigos no me dejaron dormir- me giré observando a Danel pues ni siquiera recordaba que tenía un móvil, lo tomé viendo la cantidad de mensajes y llamadas perdidas que tenía de Mar y Campbell, seguro me matarán cuando me vean, di un sorbo de jugo apagando la pantalla dejándolo sobre el comedor.

ℛ𝒜ℳℯ́Where stories live. Discover now