REINOS

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JELIEL.




¡Había vuelto! ¡Ella había regresado!. Mi ser sintió como la vida volvía a recorrer en cada parte de mi existencia; quería ir en su busca, quería verla, tenerla cerca sin importar nada más, saber que estaba bien, decirle y demostrarle que lo estaría. Algo que definitivamente no podía hacer, al menos no de esa forma, pues era aún más allá de nosotros mismos. No me importaba nada más que ella, no me importaba que todo colapsara, pero sabía que podía afectarla, incluso dañarla y de ninguna manera lo permitiría.










No sería fácil y menos como estaba la situación, pues había despertado en su verdadero origen sin recordar como fue algún día su vida humana. Debí saberlo desde un principió que no era una humana, ni siquiera un sello, sino una deidad original en todo su esplendor. Por fin comprendía los misterios y secretos que el cielo guardaba, querían ocultarlos de mí y ahora ella estaba en medio.







—¡Excelencia!— su voz irrumpió mis pensamientos perdidos en medio de la oscuridad —He seguido fielmente cada decisión que has tomado señor, pero tal vez, solo tal vez es hora de visitar el cielo— trató de decir con firmeza aún denotando su respeto.









Guarde silencio y el recuerdo de ricitos invadió mi mente; como sus ojos se fundían con los míos y su olor dulce me envolvía. Como su ser cautivo el mío provocando que perdiera la razón. Cerré los ojos aspirando algo que no encontraba y sabía perfectamente dónde encontrar.









—No la pondría en riesgo a ella ni a nada que ella amará— me giré encontrando aquel caballero cuya alma un día había reclamado —Aunque no recuerde su humanidad hay quienes amo en su vida humana y seguirá amando después de que la recuperé— mi voz fue suave y tranquila.









—¿Qué pasará si no la quiere recuperar?— preguntó con preocupación.








—Lo hará, no es un celestial cualquiera. Ella es libre... es él principió y el final, es la hija de sangre blanca del cielo— informé con seriedad.










—¡Señor!... eso significa qué— su voz se detuvo con temor, procesando las nuevas noticias que acababa de recibir —¿Será él inició de un caos?— me miró con angustia.









—¡Ella irá con el creador!— la voz de Azrael llegó resonando en el Palacio de la oscuridad.









Las miradas de Danel y mía fueron hacia su imponente presencia.










—Quiere su humanidad, pero aún no se la concederán— anunció —Todavía no es tiempo.









—¿Tiempo de qué?— cuestionó Danel viéndola fijamente esperando una respuesta.











—Soy Azrael el Ángel de la muerte, quien más cuida a las entidades, a los misterios y a los humanos... a la vida. ¿De verdad crees que vale la pena poner en riesgo todo?— ignoró la pregunta de Danel y se dirigió directamente a mí.










—¡¿Osas cuestionarme?!— la miré con frialdad y firmeza dejando ver lo superior que era ante ella —¡¿A mí?!, ¡soy Jeliel, pero no olvides que también soy IL Separatio!.









—Lo lamento, no fue mi intención ser insolente— bajo la cabeza al decirlo.









—¿Estás celosa, Azrael?— Danel pregunto olvidando la prudencia, mientras la veía dejando ver su pensamiento confuso.








Azrael lo vio inmediatamente con pena y rapidez para luego verme a mí.









—Retírense— ordené con autoridad, poniendo fin a la incomodidad de Az y la imprudencia de Danel.









Ambos realizaron una tenue reverencia y desaparecieron.









La eternidad de la existencia jamás me había parecido algo más que eso, hasta que la conocí a ella y dejé de tenerla. Cuando fue revelada su identidad y tuve que dejarla ir para que estuviera bien, me aparte de todo sumergiéndome en los más profundos de mis reinos en la oscuridad, alejando todo contacto que estuviera del otro lado, incluyendo a Danel. Hasta que mi ser sintió el poder de una nueva deidad... una deidad desconocida, fue entonces que decidí volver, para averiguar algo que ya sabia de que se trataba.








Descubrir que se trataba de Orís... de mi ricitos y saber por qué el fin de su creación. Como fui guiado por verdades a medias, aprovechando mi vulnerabilidad por ella; fui engañado teniendo todo frente a mis ojos, ¿cómo pudo ser eso posible?, ¿cómo permití que pasara?, ahora tenía que contener mi irá, una irá que no había sentido ni siquiera desde la creación de los cielos.










Ascendí hacia los caminos del balance entre ambos reinos. Fui ahí cuando pude sentir nuevamente como todo volvía a mí, una energía recorrió por todo mi ser. Mi ser se llenó de orgullo y amor cuando la vi, ya no era una humana más a pesar de conservar su figura, su vestido blanco resaltaba sus rizos negros y largos al igual que su piel reluciente. Sus alas eran majestuosas y verla como las volaba por la creación fue magnífico. Ascendí aún más rápido entre él inició de la luz logrando alcanzarla.










Mi repentina presencia provocó que se detuviera. El velo de separación de los reinos no dejó que nos viéramos en todo nuestro esplendor, solo pudimos ver nuestras siluetas como en un espejo cubierto por vapor, mi lado era oscuro y el de ella lleno de luz. Nos detuvimos por un instante desafiando el equilibrio, entonces encontré su mirada y pude darme cuenta de que no podía evitarlo, no podía evitar enamorarme de ella.

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ℛ𝒜ℳℯ́Where stories live. Discover now