NOCHE

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ORÍS.



Después de insistir a mis padres de que ya me encontraba bien y no estaba en riesgo, por fin accedieron a darme libertad, así que Mar, Cam y yo ya no teníamos ningún impedimento para salir. Los dos se despidieron lo más rápido que pudieron, ya que teníamos que estar listos a la hora acordada.






 A Cam le gustaba llamar la atención sonando el claxon, al escucharlo tome rápidamente lo necesario, mi bolsa y el abrigo, baje rápidamente las escaleras despidiéndome de mis padres, al salir Cam se bajó abriendo la puerta del auto. 









—¿Lista?— me recibió con una sonrisa. 






—lista— respondí subiendo. 




—¡Orita! Por fin somos libres— habló Mar desde el asiento del copiloto. 







—Siempre lo hemos sido, solo que mis padres fueron un poco intensos, esta vez— contesté dudosa.








—Únicamente se preocupan, hace mucho que estás bien que esto los alertó— dijo Cam volviendo a subir al mismo tiempo que comenzaba manejar —Aún recuerdo la última vez que paso, estábamos en el colegio cuando de pronto estabas pálida y solamente perdiste el conocimiento— su rostro fue expresivo al decirlo —Teníamos tanto miedo de que te pasara algo que queríamos estar contigo, pero tus padres dijeron que no era posible por orden médica, lo cual hizo que nos aumentara el miedo. 







—Ese tiempo que pasamos sin saber de ti, fue un infierno— habló Mar con tristeza —Nos faltaba nuestro cielo. 





—La verdad no recuerdo mucho—, suspire tratando de recordar ese momento de mi infancia —Es como si mi memoria solo lo ignorará y olvidará al mismo tiempo... bueno, tampoco es como si hubiera pasado ayer— reí nerviosa.





—Quiero aclarar que yo soy el mar— dijo pensativo Cam. 





—No, Orís es el cielo, tu la tierra y yo el mar— Contestó Marley con obviedad. 





—No es justo, todos aman el mar y el cielo— se quejó.






—Por eso somos nosotras— Mar se burló. 





—Nosotras te amamos Cam, lo sabes— lo animé. 





Guardamos silencio al ver que habíamos llegado al lugar de nuestro destino. Un suspiró inconsciente salió al mismo tiempo que provocaba una sonrisa. No podía negar que no había pensado en él. Bajamos del auto para adentrarnos a la zona del vestíbulo antes de poder entrar por completo, casi todo era color oro, muy elegante, el personal portaba trajes negros, demasiado para estar en un club, aunque tal vez por eso se debía a que el club era tan exclusivo. Nos dejaron entrar inmediatamente que llegamos abriendo las puertas para nosotros. 






La música nos recibió envolviéndonos en ella aún más, así como la multitud, nuestros ojos viajaron por todo el sitio que nos fue posible. Hombres y mujeres sumergidos en su propio trance, como si no existiera nadie más, eran muy distinguidos, aunque desde la primera vez que visitamos Angel's and Demon's no había reconocido a alguien familiar.





—Yo podría vivir aquí definitivamente— habló Cam acercándose, que por la música apenas y se escuchó. 








—Yo podría hacerte compañía— contesto Mar tratando de ser más audible.








ℛ𝒜ℳℯ́Where stories live. Discover now