¿QUIÉN SOY?

138 26 0
                                    

ORÍS

Mi consiente despertó, provocando que mis ojos se abrieran lentamente. La luz inundó mi vista sin reconocer donde me encontraba, la ausencia de miedo, de amor, de sentimientos dejaron un vacío dentro de mí. No tenía un subconsciente, no había recuerdos, imágenes, todo era un desierto blanco, no había nada. Solo pequeñas fracciones que creía eran básicas para poder saberlas, pero aun así no recordaba como las había aprendido.







—Bienvenida de vuelta a casa— una voz resonó —Soy Met.






Me giré en dirección del sonido y encontré un hombre que me observaba con seriedad a pesar de la ligera sonrisa que se escondía en sus labios. Intente incorporarme en la cama, pero un ardor recorrió mi ser, ocasionando que mi rostro lo expresara.







—Tranquila, es parte del proceso. Ya pasará y estarás bien— volvió hablar —Si necesitas privacidad ese es el lugar correcto, todo lo que está dentro es tuyo, puedes usarlo. Yo esperaré afuera.






Señalo con la vista una enorme puerta blanca y salió. Me levanté despacio de la cama, descubriendo mi cuerpo de las sabanas blancas siguiendo el camino hasta intentar abrir la puerta tallada con figuras en ella, pero esta se abrió antes de que pudiera hacerlo, dándome el paso para después cerrarse; todo era blanco con un mínimo de color en pequeños detalles que adornaban el lugar, no había ningún tipo de ruido, era tranquilidad absoluta.









La bañera estaba lista, toque el agua con mis dedos y estaba en su punto, así que disfruté como mi cuerpo se cubrió de ella después de desvestir un vestido blanco de tirantes largo. Cuando termine mi piel se encontraba radiante, suave, tersa, que aumento luego de la humectación; abrí las dos puentecillas que se encontraban en una pared y vi un hermoso vestido junto con algunas otras cosas. Al usarlo el tono crema destacó lo pálida que era, mientras que lo dorado de lo bajo del vestido y el corsé en unas siluetas de flores la iluminaban; el cabello negro con rizos recorría mi espalda, pues era largo, me puse las delicadas zapatillas iguales a las flores del vestido, al poner los guantes de metal precioso y finos sobre mis manos volví a sentir un ligero ardor, solo que esta vez unas sutiles líneas blancas de bajo de mi piel se hicieron presentes desapareciendo al instante.









Al salir completamente de la habitación lo encontré afuera como había dicho.







—El regreso te sentó de maravilla— sus ojos recorrieron toda mi figura de pies a cabeza con un destello, al mismo tiempo que sonreía.








—¿Quién soy?— cuestioné con seguridad, pese a que no sabía nada.





—Debes tener hambre, está un banquete esperando por ti— hizo un ademán para guiarme a caminar.






—¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estamos?— volví a decir.







—Todas tus preguntas serán respondidas... a su tiempo.






Comenzó a caminar y lo seguí a su paso. El pasillo seguía siendo blanco, solamente que con decoraciones doradas, los techos eran como cúpulas con figuras en ellos y con enormes candelabros dorados; unas escaleras se aproximaron por las cuales descendimos hasta llegar a una sala para cruzar otra puerta la cual nos llevó a otro corredor, el piso de este era blanco con negro y aunque las paredes seguían siendo blancas ya no había candelabros, ya que tenía arcos dejando ver grandes jardines verdes. Nos alejamos de los adentros yendo hacia una mesa de jardín redonda, donde había pinos rodeando sin molestar la vista, la mesa estaba llena de frutas, jugos, manjares.








ℛ𝒜ℳℯ́Where stories live. Discover now