ÁNGELES REBELDES

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Los espíritus del cielo tienen su casa en el cielo y los espíritus de la tierra que fueron engendrados sobre la tierra tienen su casa en la tierra.

Enoc.
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El tiempo se detuvo como si de verdad este existiera, la humanidad era demasiado vulnerable, pero también demasiado poderosa. El color rojizo de sus mejillas resaltaba su pálida piel, sus ojos negros me dieron el ligero aliento del sentimiento que me era prohibido. Me esfumé perdiéndome entre el cielo quitando cualquier rastro de su mente de que estuve frente a ella, yendo al lugar que habita en la tierra, algo que se asemejaba a un hogar.


—Te estaba esperando— Danel me recibió en una de las salas —Sé donde esta Shemihaza— su tono derrochó orgullo enalteciendo su ego como si eso nos fuera permitido.

—Vamos— ordené con autoridad, comenzando a caminar hacia la salida apenas lo escuché.

—¿Qué?, ¿adónde?— dio unos pasos siguiéndome, lleno de confusión.

—A las puertas del cielo seguramente— mencione con evidencia que seria al sitio que precisamente no iríamos —vamos con Shemihaza ahora mismo— seguí caminando sin detenerme.

—Jeliel detente, debemos ser cuidadosos y actuar correctamente— corrió hasta quedar frente a mí frenando el paso.

—Shemihaza le borro la memoria a Orís— dije con firmeza denotando advertencia de que no me iba a detener, pasándolo de lado.

—¿Qué?— Danel se quedó paralizado por un momento tratando de entender lo que le había dicho mientras volvía a seguirme.

—Así que dime ahora mismo, ¿dónde esta?— abrí la puerta dejando ver la noche oscura con la poca luz de luna de fondo, el viento comenzó aumentar prediciendo una larga velada, advirtiendo que la antigua rebelión de ambos bandos celestiales sería reescrita. Danel se detuvo varios pasos atrás de mí, meditando por segundos lo que estaba a punto de terminarse o a punto de comenzar.

—Está en el castillo— dijo aún pensativo.

Caminé al auto frente a nosotros ignorando la voz de Danel de tras de mí que trataba de buscar una mejor solución donde no la había, subí encendiendo el motor poniéndolo en marcha con toda velocidad, me dirigí al castillo con furia mientras Danel me seguía en otro auto manteniéndose cerca e incluso intentando de mantener el orden a través del razonamiento. Llegue estacionando el vehículo en la entrada con Irá. Abrí las enormes puertas del castillo encontrando a más caídos reunidos en lo que parecía una reunión, todos pusieron sus miradas sobre mí al verme entrar; busque entre la multitud celestial a Shemihaza, el cual al ver la inquietud de los hijos del cielo se giró encontrándome yendo hacia él.

—Como te atreves a meterte con el cielo— me detuve a pocos centímetros de Shemihaza cuestionando sus actos con furia, con las miradas de todos sobre nosotros.

—¿Con el cielo o con la humana?— su tono fue lleno de ironía mientras me miraba desafiante —Solo fue algo momentáneo, recuperará todos sus recuerdos— mencionó con tranquilidad, como si eso fuera suficiente —Ella es igual que los demás, que la hace diferente al resto de los hijos de los hombres?.

—Meterte con ella es meterte con el cielo— advertí con molestia.

—Las leyes celestiales siguen siendo las mismas— sus ojos denotaron un brillo desconsolado por un instante para después recobrar seguridad y coraje —Debes saberlo mejor que nadie— observo a los demás celestiales en el lugar con tristeza —Meterte con ella, es ir encontrá del cielo— volvió a verme con aflicción.


Era cierto, sentir o permitir ir más allá de los límites era ir encontrá de las leyes del cielo, lo había hecho, había cruzado una fina y delgada línea que había ignorado consiente e inconsciente. Shemihaza demostró comprensión, pesar, pero también deleite

—Los hijos del cielo tienen su casa en el cielo... los de la tierra, en la tierra, fue lo que dijiste cumpliendo con tu deber— siguió hablando —Vas a rebelarte en contra de tu casa?.


—Aléjate de ella— advertí con potestad. Me giré dando unos pasos hacia la salida, pero su voz me detuvo.

—Somos Ángeles rebeldes que pecamos y fuimos encontrá de las leyes del cielo por amor... un amor que el mismo cielo nos negó y nos expulsó por atrevernos a sentirlo... fuimos castigados por ello— el dolor en su voz al decirlo fue evidente, pero también dejando claro su coraje.

Un silencio lleno de ruido inundó el salón.

—Te convertirás en lo que un día ayudaste a caer— Shemihaza volvió hablar y el eco de su voz resonó en el lugar ante el silencio inminente —En un rebelde.

Detuve mis pasos girándome hacia él, volviendo a regresar.

—No dudes de lo que soy capaz Shemihaza— llegue hasta quedar frente a él nuevamente con toda la autoridad que me representaba —Ni de lo que puedo llegar hacer— las miradas de ambas deidades se cruzaron en un choque con estruendo —Por ella provocaría un caos celestial.

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ℛ𝒜ℳℯ́Where stories live. Discover now