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Nada en el mundo puede darle más vergüenza a Harry que estar caminando a través de un estadio vacío mientras exhibe las marcas de besos que Louis le ha dejado en el cuello. Ni hablar de los arañazos en los brazos y las huellas dactilares alrededor de sus muñecas.

Ha sido un completo animal, marcando territorio como si Harry fuera a dejarlo por Abel.

Nadie puede negar que la mente de Harry viaja a mil kilómetros por hora, y que por ello la llegada de este sujeto extraño con anillos en los dedos de los pies le ha caído como del cielo.

Todavía no olvida los gemidos de aquella noche en Houston, así que ve a Abel como una oportunidad para vengarse.

¿Qué tanto revuelo pueden causar unas miradas sutiles y algún que otro chamuyo?

Si todo va a terminar como hace un par de minutos, Harry jura que puede hacer sentir celoso a Louis hasta que la última gota de sudor de su cuerpo lo obligue a detenerse.

El eco de sus propios pasos hace retumbar sus oídos, pero por lo menos ayuda a que su cabeza no esté dirigiendo una orquesta de malos pensamientos que a lo único que llegarán es a un maldito ataque de pánico.

No le gusta mostrar ese lado frente a Louis. Lo hace ver débil.

En algún instante, sin darse cuenta, llega a la primera fila. Ni siquiera debe levantar la vista para saber que Louis tiene sus ojos fijos en cada movimiento suyo, y que más le vale apoyar el culo en la silla si no quiere estarse aguantando media hora de sermones que está más que seguro no terminarán con él pidiendo por más.

La cosa está en que, con una cámara colgando del cuello, Abel se pasea por entre medio de los integrantes de Walls, haciendo parpadear el flash cada vez que captura una imagen.

Es raro pensar que, en algún momento, ese podría haber sido su trabajo. Si tan sólo Louis no se hubiera interpuesto, tal como lo hizo cuando tenía planeado reemplazar al técnico de sonido.

Las uñas astilladas de pintura negra rasgan las cuerdas de una guitarra del color celeste más bonito de todos. Casi tan parecido a los orbes del dueño del cuello del cual cuelga la banda multicolor que la sostiene.

Ecos de la voz del cantante principal golpean contra las paredes y butacas del Madison Square Garden.

Es vibrante, impresionante, increíble, pensar que los artistas más grandes de la época futura pisarán el mismo escenario en el que Zayn golpea los platillos de su batería.

7 suena espléndida, con nuevos toques de un teclado eléctrico que la hace parecer una canción distinta.

Y los dedos de Abel envueltos sobre la cámara, presionando el botón una y otra vez. Sus piernas largas y contorneadas paseándose cerca de un cantante principal que está a punto de matarlo.

Harry puede observar la vena sobresaliente en la sien de Louis, y está tentado a acercarse a calmarlo con un par de besos.

Esta vez, Louis fue claro.

Nada de molestar mientras estén fuera de la habitación. 

Y Harry le hace caso simplemente porque odia sentirse un inútil, pero más aún detesta estar peleado con la gente que le importa.

Así que sólo está ahí, de piernas cruzadas y mirada perdidamente enamorada sobre un hombre de brazos tatuados y sonrisa bonita, de cabellos oscuros y lacios y ojos azules como el mar planchado y tranquilo que reflejan a través de sus iris cada vez que lo ve.

La música fuerte le hace recordar a cuando solía encerrarse en su cuarto e ignorar todo lo que ocurría a su alrededor. Lo hace perderse entre sus recuerdos tumultuosos, entre su vida pasada que ahora no es nada más que eso; pasado.

Physical [L.S] ✔Where stories live. Discover now