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Cuando el telón cae, las luces se apagan. 

El terremoto, que habían sido gritos, se convierte en afonía pura, dejando a simple vista el desastre que produjeron.

Y es ahí, caminando a través de un backstage casi vacío, con el murmullo muy a lo lejos de algunas conversaciones que no dicen más de lo que ya se ha escuchado antes, Harry siendo escoltado por Rafael y el otro cara de piedra, que ahora sabe que se llama Bael, todo en su cabeza parece acomodarse, calmarse.

Sabe que ahora será conducido hacia la habitación de Louis para recibir órdenes estrictas de su parte, que todo se convertirá en una aburrida rutina que algún día se cansará de repetir.

¡Ah! Pero si Louis se lo pide, con ese tono de voz bajo y mirándolo a los ojos, con ese brillo innato en ellos y torciéndole la boca en una sonrisa cínica. Si lo toma del cuello con esa delicadeza que contrasta con la manera abrupta en la que todas sus zonas erógenas reaccionan. Si tan sólo lo hace, Harry jamás se hartaría de hacerlo.

Respirando entrecortadamente por la boca, suelta el aire en un suspiro.

Murmullos que parecen provenir de su costado derecho se dejan oír. 

Son apenas audibles, escondidos entre las paredes aburridas de aquel extenso backstage.

—Sí, está con nosotros —Bael aprieta el auricular en su oído mientras habla. Su voz es gruesa, muy gruesa. Harry apuesta que fuma. Mínimo, 3 cajas de cigarrillos por día—. Bien.

Supone entonces, que aquella conversación ha sido con Louis, porque nadie más podría preguntar si él estaba ahí. Pero bueno, tan sólo es una tonta suposición, porque Harry sabe que Louis jamás se preocuparía por él de esa manera, porque sólo está ahí para hacerle compañía y nada más.

—¡Eh! —la voz de Bael hace eco en el recinto vacío—. Vení acá.

Harry frunce el ceño. ¿Ir para dónde?

Es entonces, cuando sus pies se detienen y sus ojos miran alrededor de todo el lugar, que se da cuenta que ha caminado hasta la mitad de un extenso pasillo que parece llevar a distintas habitaciones.

Rueda los ojos.

—¿Y si no quiero? 

Bael gruñe. Y es ese gruñido lo que hace a Harry temblar en su lugar otra vez.

Aún no sabe, no puede entender cómo es que ese sonido lo tiene sacudiéndose como un papel.

Todo queda en silencio otra vez.

Silencio, silencio, silencio.

Las luces del pasillo titilan sobre la cabeza de Harry. Todo volviéndose apenas visible, iluminado tenuemente.

Un escalofrío le recorre hasta la parte más profunda de su médula espinal, mas no puede moverse del lugar donde se encuentra.

No porque esté paralizado ni nada de eso, simplemente su propia intuición le dice que no lo haga. Que hay algo ahí que no está viendo y debe hacerlo. 

Algo importante.

—¡Ah! —un gemido, procedente de una de las habitaciones del fondo, llega a taponarle los oídos.

Apretando su mandíbula, al igual que sus puños a cada lado de su cuerpo, gira su cabeza hacia atrás, vislumbrando a Bael y Rafael de pie en el mismo lugar que antes. 

Ambos mantienen los pies separados, siguiendo una línea recta con sus hombros. Sus brazos cruzados a la altura de la boca del estómago se ensanchan de una manera que parece que la tela de sus sacos explotarán en cualquier momento. 

Physical [L.S] ✔Where stories live. Discover now