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Amanece en Arizona, y el tour bus atraviesa Phoenix con dificultad. Los fanáticos se abalanzan sobre los laterales, con la nimia esperanza de poder observar —aunque sea— el cabello de alguno de los integrantes de Walls.

La cosa es que es prácticamente imposible, dado que los vidrios son tan polarizados, que podrían considerarse ilegales.

El sol primaveral, tibio como un abrazo maternal cuando te rompen el corazón, se cuela a través de las ventanas, ingresando al tour bus.

Harry se percibe cálido, tranquilo, descansado. Como si hubiera dormido en una nube.

Se saborea la boca y se queja, apretando por inercia sus brazos alrededor de lo que cree, es la almohada.

Suspira.

—Buenos días, dolly.

El estómago se le cae a los pies en menos de un segundo.

Harry presiona sus ojos con fuerza.

Ahora comprende que lo cómodo y seguro en lo que se encuentra acostado, no es para nada la cama de Louis. Mucho menos aún está abrazando su almohada.

Como para sumarle desgracias a lo desastrosa que está siendo su vida desde ayer a la mañana, Louis tiene esta voz ronca y grave, con un acento seductor que envuelve sus oídos.

Dolly. Repite para sí. El eco de la voz de Louis hace estragos en alguna parte de su cabeza.

Dolly. Dolly.

Ahora le gusta esa palabra, ese apodo de mierda que le ha puesto desde que lo vio. Suena dulce y mansa. Es una palabra almibarada, con sabor a copos de azúcar.

Se relame los labios y, de a poco y con pereza, abre los ojos.

Lo primero que ve, es el frente de una de las camas del tour bus. Supone que es la del baterista, porque puede ver el inicio de una de las baquetas deslizándose por debajo de la almohada.

Por un momento, piensa que no es tan malo, que quizás Louis se ha entrometido en la cama a mitad de la noche y se ha acurrucado a su lado.

De todas formas, le corresponde hacerlo. Es su jodida cama.

Traga saliva.

—Buen día —Harry responde, restregando su cachete contra la superficie cálida en la que se encuentra acostado.

Louis ríe por lo bajo.

—Dolly, dolly —su cabeza se mueve de izquierda a derecha en una sutil negación. Sus brazos tatuados se envuelven alrededor de la cintura de Harry—. ¿No fue suficiente suplicarme por una noche juntos?

El corazón de Harry se detiene en su pecho, incluso el propio Louis puede escuchar el último latido.

De repente, la respiración de Harry comienza a acelerarse, a salirse de control y a cerrarse en sí misma, a calar en sus pulmones de tal manera que el mismo aire limpio y puro, que entra del exterior, le quema cada parte de su aparato respiratorio.

Louis vuelve a reír, esta vez un poco más fuerte. Su mano libre palmea los omóplatos de Harry.

Sin hacer muchos esfuerzos, tira del pobre Harry, quien está a punto de tener un ataque de pánico, y lo acomoda sobre su pecho desnudo.

—Tranquilo, dolly. Anoche sólo dormimos.

—Dormimos —Harry repite, estando en alguna otra dimensión que no es la actual, una en la que su mente retorcida lo hace sentir culpable y le quema los sesos. Una que le muestra imágenes ficticias de él entregándose a un hombre que odia con toda su alma.

Physical [L.S] ✔Where stories live. Discover now