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Es de noche, y la luz, escasa; aparte de un pobre farol en alguna esquina, la única iluminación es la que proviene del interior de viviendas, contadas con los dedos de una mano, y llega, en forma de nimio haz o resplandor, hasta las veredas.

Un silencio es abarcador, profuso, que lo envuelve todo como una cáscara seca, dura, negra, impenetrable, cubre la noche cual manta.

Nada ni nadie por ahí; ni murmullos, ni roces del viento siquiera.

Nada.

Sólo la costra del silencio callándolo todo.

La luna menguante se oculta tras nubarrones. Hace frío.

Louis está seguro que en menos de diez minutos comenzará a llover.

Sus pies se mueven ágilmente sobre las veredas teñidas de cera negra, perdiéndose en la afonía que reina esta noche.

Mantiene la cabeza gacha, oculta tras la capucha de su buzo oscuro.

Entre sus manos, escondidas en el interior de la cangurera de su buzo, se balancea un cuchillo de cacería.

En las yemas de sus dedos, que juguetean con aquella arma blanca, puede percibir la textura del cabo; tiene dos tornillos de oro incrustados en la madera, y dos puntas que dan inicio al metal congelado de la hoja filosa.

Una sonrisa sádica se extiende en su rostro mientras más se acerca a destino, mientras la adrenalina se arremolina en su estómago como si fuera una garra afilada que tiene como intención desgarrárselo.

Pasos se hacen audibles de repente, y es justo en el instante en que otro encapuchado aparece en la escena; lleva las manos ocultas en los bolsillos de su pantalón y mueve su cabeza de un lado a otro, emanando pánico.

Louis se apresura, siguiéndolo de cerca.

Desde la distancia, puede escuchar su respiración pesada, acelerada. Siente su miedo.

El extraño, que es su presa esta noche, dobla en dirección a un callejón sin salida.

Louis quiere reírse. Incluso lo hace, bajo e inaudible, oculto entre las sombras.

Lentamente, comienza a disminuir su ritmo, acercándose al extraño-notanextraño.

—Oliver, Oliver, Oliver —pronuncia. El eco de su voz trepa por las paredes del callejón.

El tal Oliver se detiene en el centro del lugar, sus pies chasquean contra el agua que se ha amontonado en un pequeño pozo sobre la calle, formando un charco.

Su cabeza se levanta como si estuviera siendo tirada por hilos, enderezando su cuerpo por completo.

Louis juega con la punta del cuchillo, moviéndola sobre la yema de su dedo índice.

Mantiene su mirada en el suelo, con una sonrisa tan sádica que asustaría a cualquiera.

—¿Quién está ahí? —Oliver inquiere, moviendo su cabeza hacia todos lados.

—Asesinato, portación de armas —Louis enumera, dando largos y desesperantes pasos hacia Oliver. Su tranquilidad es tal, que podría volverte loco—... robo, drogas, ¿necesitás que siga?

—¡Ya cumplí mi condena en prisión por eso!

Louis chasquea la lengua y niega con la cabeza. Está tan cerca de Oliver que puede percibir su aroma, puede observar la gota de sudor que rueda por su frente, preso del miedo y la ansiedad.

Deja escapar una risa, echando la cabeza hacia atrás por un instante para ver el cielo oscuro, oculto por las nubes, que se encuentra sobre ellos.

Hermosa noche para matar, ¿verdad?

Physical [L.S] ✔Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu