CAPÍTULO 55| Adrián

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Belén prefirió dormir primero antes que ver el nivel de su sanación, así que la tenía sobre mí, su boca medio abierta y ella en un sueño profundo a causa del cansancio de esos días de solo estudiar para sus exámenes.

Yo había sacado el regalo que ella me dio por mi cumpleaños, un MP3 y lo tenía reproduciéndose. Solo estaba siendo una almohada pensante que escuchaba música.

No tenía sueño, seguía con la emoción del contrato realizado y la felicidad de que pronto me entregaran el apartamento.

Pasaron como diez canciones antes de que Belén se removiera. Ya no sentía mi brazo y estaba entumecido, pero sonreí cuando ella también me sonrió.

—¿Dormiste bien?

—Siento que todavía necesito unas horas más —respondió y, en efecto, su voz se seguía escuchando adormilada y cansada. Se levantó y esperó a que yo también lo hiciera.

Se rio de mí cuando hice estiramientos con un solo brazo, en el que ella durmió.

—¿Preparada para ver si podemos casarnos? —Frunció la nariz en muestra de que no lo estaba, pero tampoco se opuso.

Caminó hacia el baño y sacó una de las cuchillas. Casi fue como volver al inicio, a ese día en el que yo tomé también una de su tocador y probamos la sangre del otro. Ese momento en el que sentimos un pequeño cambio, pero no sabíamos qué tanto nos afectaría al futuro.

Ella me tendió la hoja y se alejó un paso, respirando profundo.

La miré por un momento antes de hacer un pequeño corte en mi dedo. La volví a mirar, encontrándola con los puños y labios apretados, pero en relativa calma.

—¿Lo puedes controlar? —pregunté acercándome más a ella.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero asintió, para mi alivio.

—Adrián —tragó interrumpiéndose. Ya había pasado mucho tiempo para ella, así que llevé mi dedo a mi boca y lamí la sangre. Ella parpadeó y, aunque tenía la respiración agitada, se rio—. Bueno, ahora quiero que me hagas el amor, que sexy se miró lo que acabas de hacer.

La miré como a un bicho raro, sin poder creer lo que estaba diciendo.

—Bel... primero necesito saber cómo te sentiste, y quizá eso es lo más extraño que me has dicho.

—No voy a decirte que ya estoy bien, porque sí que quise saltarte encima para curarte, pero lo pude manejar, ¿no?... ¿O quieres esperar más tiempo?

Lo pensé. Si ya tenía una resolución con el tema de la manada, nada me impedía irme a vivir con Belén.

Sonreí.

—Creo que ahora sí puedes mostrarme el diseño que pensaste para las invitaciones.

Su emoción fue clara, pero la demostró más cuando aplaudió y saltó en su puesto antes de correr hacia su mesa de noche. Me sorprendió ver que sacaba varios papeles de diferentes grosores y los extendía en la cama.

—Pedí estas muestras —dijo a la vez que me hacía señas para que me acercara. Me senté a su lado aun sorprendido.

—Belén, pensaba que te habías dedicado a estudiar —regañé, pero tomé algunas de las invitaciones en mis manos.

Con solo verlas, supe que dejaría esa decisión en manos de Belén.

—Y lo hice, estas las pedí antes. Aprovecharé las vacaciones para pedir las muestras de la comida y probarme el vestido... Busquemos entonces una fecha. No puede ser muy cercana, tampoco muy lejana, porque estaremos estudiando, así que debe ser una época valle de tareas... ¿tendremos luna de miel? Por que si sí, debemos esperar a salir de nuevo de vacaciones, ¿no?

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Where stories live. Discover now