CAPÍTULO 20| Adrián

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No dormí en toda la noche por mirar a Belén y pensar. La sonrisa nunca abandonó mis labios ni la dicha mi pecho. Toda la habitación estaba llena con un dulce y exquisito aroma que se combinaba con algo parecido al eucalipto. Siempre me había gustado el olor del eucalipto, pero en ese instante lo estaba adorando, mucho más porque su portadora era Belén.

El olor dulzón sentía que podría volverse una droga para mí. Podría seguir ese olor a donde me fuese y, además, lo que me confirmaba que era el olor de mi compañera era que no sentía más olor que el de ella, los demás se veían opacados por ese. No sentía el olor de la comida, ni el del jardín que rodeaba la casa, ni el de la madera de mi cama o demás cosas que tenía dentro, como siempre pasaba. Solo estaba Belén y ese bendito olor.

Sabía que amaba a Belén. Lo comprendía desde hacía mucho tiempo, aunque tuviera miedo de admitirlo por si llegaba una persona diferente a ella, pero nada podía detenerme de decírselo. Era mía, mi compañera y mi novia... aunque no tuviera con precisión esa última etiqueta. Se me hacía extraño que ella todavía no sintiera mi olor, pero podría tener paciencia siempre y cuando ella creyera en mí y en que le decía la verdad, no que solo lo dije para hacer que volviese conmigo. Me parecía muy rastrero siquiera pensar en hacerlo. Nadie merecería que jugasen con sus sentimientos de esa forma.

Suspiré, poniéndome más de lado y volviendo a tomar a Belén que se había alejado de mí en la cama. Se quejó, pero pronto se amoldó a mi cuerpo, su trasero pegándose a mí. Bajé mi cuerpo un tanto por la cama hasta que tuve su cuello a la altura de mi nariz. Allí se intensificaba el olor, ese maravilloso olor.

Me sentí feliz, de verdad feliz y en calma, cuando tuve mi cabeza enterrada en su cuello, medio cuerpo encima del suyo, aunque no parecía molestarle. Belén podía tener el sueño muy ligero o podía no despertar ni por un terremoto, todo dependiendo de lo que la despertara. El sonido del teléfono la ponía en alerta, incluso el toque de la puerta, pero podía moverla, zarandearla un tantito y ella ni por enterada, así que aproveché eso a mi favor para cerrar los ojos y dormir un poco en esa posición. Esperaba despertar antes que ella y ponerme en una posición más cómoda para ella, aunque yo me encontraba muy bien con mi rostro tan cerca de sus senos sobre su delgado cuerpecillo. Esperaba levantarme antes, sí, pero eso no pasó.

Cuando abrí los ojos por una vocecilla llamándome entre sueños lo primero que noté fue que seguía oscuro. Suspiré, intentando erguirme, pero olvidando que tenía una herida que, aunque se estaba curando, seguía abierta.

Me quejé al sentir el tirón y de inmediato mis hombros fueron empujados de nuevo a la cama. Belén encendió la lámpara de mi mesa de noche y yo, aun en la bruma del sueño, la miré confundido.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté en voz baja. Ella quitó la gasa de mi piel para darle un vistazo.

—Te abriste la herida —regañó y corrió a prender todas las luces y traer el botiquín. Me dejé curar de nuevo, aunque no lo viese necesario.

—Bel, ya se curará solo dentro de poco. Déjalo y volvamos a dormir —pedí mientras llevaba mi brazo sobre mis ojos para que la luz no me molestara.

—No, debo limpiarte bien esa herida de nuevo. Es de plata, Adrián, sabes que una herida de plata no se te curará rápido, te llevará días y mientras estés a mi cargo mantendrás reposo. Puede no ser tan profunda por la ayuda de Nahsary, pero sigue estando honda. Además, me desperté no por tu herida, sino porque me estabas estripando, ya no podía respirar bien. Eres muy pesado para mí.

—¿Entonces cuando te folle no podré descansar viendo esos bonitos senos? —La escuché jadear antes de sentir el golpe en mi pecho.

—¡Pero que guarradas dices! Mírame, Adrián Daniel Lee. —Hice una mueca cuando la escuché decir mi segundo nombre, uno que no usaba porque me confundirían con mi padre. Destapé mis ojos, intentando ocultar la sonrisa de mis labios al verla con sus ojos entrecerrados con indignación—. ¿Qué es eso de «follar»? ¡No vas a follar a nadie!

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Where stories live. Discover now