CAPÍTULO 16 | Belén

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No me gustaba mucho despertarme tarde, sentía que perdía el día cuando lo hacía, pero incluso Adrián seguía dormido cuando yo desperté y vi que eran las once de la mañana. Me levanté corriendo para darme una ducha y lavarme los dientes. La noche pasada no lo había hecho y no permitiría que Adrián me besara cuando llevaba horas sin asearme la boca.

Me di una ducha con agua fría porque en esa ciudad siempre hacía calor y yo no era muy buena regulando mi temperatura, a comparación de Adrián que incluso seguía durmiendo con una sábana sobre sí.

Al salir de la ducha mi cabello pesaba así que busqué un secador para no aguantar el peso del agua. Lo peor de tener el cabello era lo pesado que resultaba. Yo tenía mucho, aparte de largo, y siempre se me quedaba enredado en todas partes. Había considerado mucho cortarlo, pero siempre tenía en mi mente a una persona: Adrián y su amor casi que extremo a mi cabello largo. No pensaba cortarlo mucho, sentiría que me cortaría una extremidad de ser así; quizá dejarlo hasta mitad de espalda o un tanto más arriba, pero es que él ya estaba rozando el comiendo de mis piernas y resultaba incómodo hasta para dormir. Incluso incómodo para recogerlo sobre mi cabeza, que de igual forma me pesaría.

Terminé de secarlo y salí de la habitación para darle encuentro a Adrián, ya despierto y vistiéndose.

—¿No te ducharás? —Negó.

—Primero quiero hacer algo —susurró, pensativo. Me acerqué a él, dándole el saludo de buenos días que no le había dado. Como se había vuelto costumbre, él me alzó para más comodidad y mis ojos quedaran a su altura. Sonreí, mordiendo mi labio al ver su cabello despeinado y su carita de colchón.

—Buenos días —dije, besando su mejilla—. ¿Qué desayunaremos hoy?

—Quedamos en ir con los demás a buscar un lugar, pero no creo que ellos hayan despertado ya. ¿Los vamos a buscar? —Torcí los labios, pensando qué hacer. Me resigné a que tendría que pasar todo ese día con Chelem. Asentí y le pedí que me bajara.

—Me pondré otro de los trajes de baño, entonces. —Asintió. Entrecerré mis ojos hacia él con sospecha porque estaba actuando extraño—. ¿Te sientes bien?

Me regaló una sonrisa torcida, acercándose un paso a mí.

—Por supuesto, pocas veces me enfermo, ¿lo recuerdas? —Resoplé, dándome la vuelta para buscar otro traje. Más tarde deberíamos volver al hotel a buscar el otro, porque no me podía pasar todo el día con uno solo que era muy posible que se mojara. Estaba cerca del mar, no desaprovecharía la oportunidad de nadar en él. Adrián no era muy adepto al él, suponía que solo se encontraba ahí por mí, pero solo por esa razón lo obligaría a meterse al agua.

Me quité mi blusa de tirantes y cuando fui a desabrochar el sostén que me había puesto para ir a desayunar, las grandes manos de Adrián me ayudaron con él, dejándolo caer por mis brazos hasta el colchón. Mi respiración se atascó en mi garganta mientras miles de emociones circulaban por mi piel hasta mi estómago. Se apretó de una forma deliciosa cuando Adrián movió mi cabello hacia uno solo de mis hombros y se inclinó para besar allí.

—¿Qué haces?

—Creo que tengo una mejor idea que ir a buscar a los demás ya —susurró con sus labios pegaditos a mi piel.

Como venía pasando durante esos días después de su cumpleaños sentí que algo que despertaba en mí ante su toque. Mi respiración no esperó a más acción para descontrolarse y comenzar a salir con fuerza y rapidez de mí.

Mordí mi labio al sentir que Adrián se apretaba a mí, sus manos en la piel de mi cintura, dejándome por completo atrapada. Mi cabeza se fue hacia atrás cuando su mano ascendió hasta rodear uno de mis pechos para jugar con mi pezón. Su otra mano también reanudó hasta meterse dentro del short de tela que me había puesto al salir de la ducha.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Where stories live. Discover now