CAPÍTULO 53|Belén

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*Acabo de notar que numeré mal los capítulos, el que subí más temprano lo puse como el 53, pero era el 52. Ahora sí pueden disfrutar del verdadero capítulo 53 😬🥲🤭*

Nadie sabe cuánto odio y rencor le tomé a Chelem a mis dieciocho años.
Apreté una vez más los ojos y los dientes para evitar soltar un sonido que alertara a Miranda, aunque sabía que no me podía escuchar estando encerrada en mi habitación.
Sentía el desespero en mi pecho que no me dejaba respirar o al menos intentar calmarme.
Hacía unos pocos minutos un guardián había llegado a casa, más precisamente a mi habitación, a decirme que Adrián estaba en un estado crítico porque Chelem lo había mandado a pelear con pocos hombres y muchos vampiros. Mi chico tenía heridas de plata graves, habían llamado incluso a un curandero hechicero para que cerrara algunas de sus heridas. No sabía dónde estaba Nahsary, pero ella no lo estaba atendiendo, lo que hacía mi desespero mucho peor.
Tenía las manos en puños, pero al menos no estaba sacándome sangre. No tendría sentido, después de todo estaba en casa, pero no podía salir. Adrián hacía semanas me había pedido que no lo hiciera, luego de darme una daga que debía mantener atada a mi pie, debajo de mi bota o en la cinturilla de mi pantalón, cual fuese el caso.
Los vampiros estaban alborotados, la última vez que vi a Nahsary ella mencionó que parecía como si estuviesen planeando convertir a varios humanos, aunque no lo podía asegurar, además de que, con la luna azul tan cerca, se les complicaría muchísimo ese trabajo.
Pero estaban fuertes, por alguna razón que desconocía los vampiros también tenían fuerza, contrario a lo que debería pasar con la luna de hielo tan cerca de la fecha… relativamente.
Faltaba un año, doce meses para que la luna se pusiera en el cielo y nos diese fuerza a los licántropos, se suponía que con cada día y cada semana que pasara, se sentiría más la presión de la luna sobre nosotros, pero no era así. Al menos yo no lo sentía.
Sentía el desespero del vínculo, incluso estaba enojada conmigo misma, muchísimo, porque no tomaba un vehículo hacia la protección y me aseguraba del cuidado de Adrián.
Intenté relajarme acariciando mis nudillos y también mis sienes, pero no se iba, la imagen de Adrián con múltiples heridas no se iba.
Decidí que debía distraerme con algo rápido, aunque de salir corriendo hacia la casa de mis suegros donde todavía vivía Adrián. Que en ese momento Miranda tocara a la puerta de mi habitación fue casi que una señal o una salvación divina.
Me levanté de un salto para atender, pero la expresión de Miranda no decía que me tuviese buenas noticias.
En ese segundo que ella demoró en hablar, miles de escenarios desastrosos inundaron mi cabeza, escenarios en donde me decían que Adrián había muerto.
—Bel, alguien… te vino a buscar.
Pude respirar solo un poco después de sus palabras antes de volver a pensar que quien quería verme me traía malas noticias de Adrián y su estado. Por esa razón, por las suposiciones que estaba sacando mi cabeza, me confundí mucho al ver a Sarah parada en medio de la sala con Julia a su lado, solo que la última parecía querer estar en cualquier lugar menos en mi casa.
De inmediato me puse a la defensiva, más que todo por Julia.
—¿Qué están haciendo aquí? —cuestioné y busqué de apoyo el brazo de Miranda. Mi amiga, tan linda ella, no dudó en pararse a mi lado, como si nosotras dos, licántropas de bajo rango, pudiésemos ganarles a ellas.
Sarah miró con completa seriedad a Julia. Noté la forma en la que apretó sus uñas en el brazo de ella, como obligándola a hablar, solo que Julia no dijo nada en absoluto.
—No puedo creer como una persona puede ser tan desgraciada en la vida, Julia. Te merecías morir desangrada a manos de los vampiros cuando él te entregó.
Supe que se referían a Adrián. Carraspeé y cuadré mi postura solo para no verme tan mal, aunque sabía que mis ojos estaban rojos, además de que intentaba mantener la calma.
—¿Puedes decir por qué están en mi casa? —pregunté con voz clara y fuerte, sin espacio a réplicas o silencios.
—Hay algo que debo decirte y creo que se lo tienes que decir a Adrián cuando se recupere… Chelem está intentando algo muy grave que los perjudica a ustedes, lo escuché hablando con Julia e intenté traerla para que ella lo confirmara, pero sigue siendo la misma perra de siempre. De verdad no cambias.
El veneno que desprendía la voz de Sarah me impresionó porque siempre la tuve como una chica inocente… sí, se acostó con mi novio, pero nunca la vi como una persona mala.
Las miré de una en una hasta que Sarah suspiró y me miró con algo parecido a la pena.
—Belén, Chelem quiere a Adrián del camino. Piensa que lo mejor es no tener la presión del concejo de que le quitarán su puesto para dárselos a ustedes. Lo escuché hablando con Julia al finalizar el entrenamiento y todos los encuentros con los vampiros en los últimos días no son casualidad, son gracias a Julia y Chelem… hasta donde sé, Loren no lo sabe.
No puedo decir que las palabras me sorprendieron, pero sí me aturdieron.
Puedo describir lo que sentí como si hubieran encendido una hoguera en mi estómago que poco a poco fue creciendo hasta que llegó a mi mano. No fui yo quien lo hizo, fue el enojo y las emociones desbordadas del vínculo lo que llevó mi palma contra la mejilla de Julia.
Era más baja que ella, pero eso no me impidió golpearla. Y quise seguir al ver el bonito tono rojizo que dejé en su piel.
—Eres una maldita desgraciada —siseé mientras daba un paso más hacia ella que seguía igual de impresionada—. Te pasé por años, ¡años!, que me agredieras a mí, pero no voy a dejar que le hagan daño a Adrián.
Miranda intentó tomar mi brazo, pero me alejé de ella y tiré de mi brazo con fuerza. Los ojos de Julia se llenaron de ira también, quizá por verse humillada, quizá porque nunca me había defendido y eso le molestaba.
Intentó devolverme la cachetada, pero fui incluso más rápida que Sarah al tirármele encima.
Ambas chicas gritaron mientras Julia y yo nos revolcábamos en el piso. Sorprendentemente, yo era quien iba ganando gracias a la fuerza que me daba la rabia del vínculo.
Ella había intentado quitarme a mi marido y no iba a permitir eso y también teníamos muchos años de maltratos pendientes.
Solo que sí me volví muy loca, porque justo recordé que tenía la daga en la cinturilla.
—¡Belén, no! —Fue Miranda la que me arrebató el arma con la que tenía pensado hacerle dar un susto a Julia. No es como si la fuese a herir de muerte, tampoco llegaría a ese extremo.
Julia intentó mandarme de nuevo la mano a la cara para arañarme. No puedo describirlo todo, porque estaba actuando en automático, moviéndome por instinto y por la rabia, así que solo sé que cuando ella mandó la mano, de alguna forma la sostuve con la mía apretando todo lo que pudiese.
Ella largó un lloriqueo hasta que una fuerza logró quitarme de encima. De igual forma seguí pataleando y despotricando cuanta cosa se me ocurriera a ella.
—¿Crees que llevándole los caprichos a Chelem te dará el lugar que ocupa Loren? ¡Te doy una noticia, no va a pasar! Loren en la alfa de la manada y tú una simple amante a la que hace un año no le importó entregarla a mi novio para que te entregaran a los vampiros. ¿Sabes por qué estás viva? Porque Adrián, a pesar de todo, tuvo algo de compasión por ti y tu hermano, no por las órdenes de Chelem. ¡No le importas! ¡Y si tengo que tomar el maldito puesto al que siempre le hui por mantener a mi esposo a salvo, lo haré! ¡No me importas tú, no me importa Chelem, pero no intentes meterte en mi relación! —grité y mandé una patada que solo le pegó al aire porque la persona que me tenía sujeta caminó conmigo hasta mi habitación.
Resoplé y me quedé quieta al tener una barrera entre la que sería mi objetivo y yo. Mi respiración estaba agitada y cuando miré mis manos estaban llenas de rasguños superficiales que Julia me había hecho.
Al no tenerla enfrente me quebré por el miedo. Querían a Adrián muerto, su supuesto mejor amigo lo quería muerto cuando él siempre había sido un apoyo.
Kyle, me di cuenta, fue quien me sacó de ese ajetreo y también fue quien se agachó a mi lado para consolarme.
—¡Lo quieres muerto! —lloré mientras negaba reiteradamente con la cabeza—. Mientras él más ha servido a la manada, siempre fue su amigo, Kyle. ¿Por qué me quieren quitar a mi esposo?
—Porque Chelem está obsesionado con el poder, Bel, pero Adrián es fuerte, mucho más que él… pero sí deben hablar, no siempre tendrá tanta suerte como hoy.
Lo miré con mis pestañas pegadas por las lágrimas y todavía moqueando.
—¿Estabas con él? ¿Cómo está? —pregunté con palabras atropelladas y rápidas a la vez que me arrastraba hacia él para sostener su camisa.
—Está bien. Las heridas las cerraron, pero sigue inconsciente. Veía a decirte que puedes ir con él… y creo que sería lo mejor por todas las emociones de hoy.
Limpié mis lágrimas, solo que el olor a sangre me llegó con fuerza. Me miré las uñas, encontrando sangre entre ellas.
—Le diste una buena golpiza a Julia, pero sí tuve miedo cuando sacaste la daga, ¿qué tenías en la mente?
—Asustarla —respondí en automático. Me levanté y fui directa al baño para limpiar la sangre perteneciente a Julia que tenía en mis manos. No me sentí bien, pero tampoco me sentí mal. Estaba indiferente a la situación, solo preocupada por Adrián.
No me cambié de ropa, solo me lavé la suciedad superficial y salí en compañía de Kyle, quien me acercó a la casa de mis suegros y novio.
En todo el camino, lo único que pude pensar fue el odio tan grande que le tenía a Chelem y el desprecio que sentía por él. Faltaba poco más de un mes para terminar el semestre, el tiempo se estaba pasando rápido, pero a la vez no veía la hora en que Adrián pudiese dejar sus responsabilidades, en que pudiésemos vivir juntos tranquilos.
Quería que Adrián renunciara a la manada porque el líder de ella lo único que pensaba era dejarlo de lado… o dejarlo bajo tierra, mejor dicho.
Al llegar corrí escaleras arriba, hacia donde sentía el olor de Adrián.
Lo primero que noté fue que tenía un moretón enorme en el pecho, pero no tenía heridas visibles, solo cardenales gigantes por su cuerpo.
Mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas. Me senté a su lado y tomé su mano. Quizá estaba inconsciente, pero yo no dejaría que la amargura por no poderle hablar me llenara.
—Esto te lo hizo tu supuesto amigo, Adrián Daniel. Cuando despiertes tendremos una conversación muy seria tú y yo, esto no puede seguir así, mucho menos cuando ya sé lo que él planea.
Dejé un beso en sus dedos y me acosté a su lado con cuidado. Me quedé vigilando su sueño toda la noche, pensando en las mil formas en las que podía comenzar a abordar una conversación él que presentía sería difícil.
Adrián no despertó al siguiente día, lo hizo a la noche del segundo y con aspecto cansado por la plata que quizá seguía circulando por su cuerpo. Pensé que podría tener un momento de descanso, pero no fue así, casi que al momento de abrir los ojos un guardián se materializó en la habitación solo para dar una noticia.
—La familia Alfa los invita mañana a una reunión especial en la casa principal.
Miré a Adrián y el miró a mí, ambos con un presentimiento extraño que resultó ser cierto.
La gran noticia que tenían para dar y con la cual Chelem no se veía feliz: Loren estaba embarazada.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Where stories live. Discover now