CAPÍTULO 29| Belén

527 52 0
                                    

No podía creer la cifra que veían mis ojos. En cuanto el padre de Adrián me pasó el cheque lo oculté ante los ojos curiosos, aunque solo estuviéramos él y yo en la oficina de la constructora.

Escuché su risa ante mi estupor.

—Soy millonaria. —Se carcajeó con más fuerza.

—Cuida bien ese dinero.

—Señor Lee, ¿esto es en serio? ¿Toda esta cantidad de dinero es para mí? —Él sonrió y asintió. Miré con temor el cheque, las cifras que se veían reflejadas... Eso era el valor de todo un semestre.

—Te dije que la constructora estaba pasando por una buena racha.

—¿Eso significa que Adrián obtuvo este mismo valor? —Asintió y, aunque se debiese a un buen momento, entendí porqué mi... esposo, siempre me daba dinero. Es que de verdad no le hacía falta y eso que en ese instante él tenía solo un diez por ciento cuando antes había tenido un veinte.

—Con esto me puedo comprar un auto... no tan elegante como los de ustedes, pero... vaya, esto es mucho dinero.

—Déjame darte un consejo: no te compres un auto aún. Puedes ahorrar para tu universidad, o en caso de que tengas todo el dinero del estudio, puede servirte para pagar un lugar donde vivir cerca.

Asentí. Tenía razón, no necesitaba, por el momento, un auto. Tenía mi bicicleta, así que podía seguir yendo al instituto en ella como había hecho desde que las clases comenzaron.

—Le diré a Adrián que te acompañe a retirar el dinero y hablaré con el encargado del banco para que les brinden seguridad de ser necesario.

Remojé mis labios con mi lengua, aturdida.

—No es necesario, justo íbamos donde él —hablé por mí y Miranda que me esperaba fuera de la oficina.

Me despedí de mi suegro prometiendo estar en la reunión que tendría lugar tres días después, justo el viernes.

—¿Viste un fantasma o por qué estás tan pálida? —Teniendo la confianza suficiente con ella, le mostré el cheque. Se impresionó al igual que yo, solo que su reacción fue acercarse el papel a su rostro en vez de guárdalo como fue la mía.

—Eres millonaria —susurró lo mismo que yo había pensado. Reí, sintiendo que mis mejillas tomaban color por fin.

—Todavía no, pero ¿te imaginas luego?

—Ahora te digo que sí, sí podrás poner a tus hijos a estudiar desde casa. Que suerte tienes, de pobre a millonaria por amor. Es que, si te pones a pensar, aunque te separes de Adrián no te puede quitar tus acciones... aunque dudo mucho que se separen.

Apreté mis labios en una línea fina. No le había comentado a ella mis problemas con Adrián las últimas semanas. Al parecer casarnos solo había abierto una brecha en vez de solucionar las cosas.

Suspiré, mirando el anillo que acompañaba al de mi cumpleaños, ese anillo que me había regalado solo un día después y del cual él usaba su compañero. Nuestras alianzas de matrimonio que solo Miranda y Kyle sabían de qué eran.

Le habían preguntado a Adrián sobre el anillo que portaba. Nos salimos por la tangente al decir que solo era un juego entre ambos, pero atravesábamos nuestra etapa fuerte gracias a Chelem y sus malditas misiones. No solo era la otra manada, también eran los vampiros y notaba a Adrián cada vez más cansado. Sus clases también habían comenzado, casi no dormía porque cuando no estaba estudiando estaba peleando. No teníamos ni siquiera tiempo para nosotros, solo ese que pasaba cuando le limpiaba las heridas. Había llegado al punto de tener que hacer sutura en heridas graves, así que cuando volví a mis clases con Nahsary, fue lo primero que le pedí que me ayudara a hacer.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora