CAPÍTULO 1| Belén

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Pasé mis manos una vez más por la tela del vaquero que tenía puesto. Mis rodillas ardieron ante el toque de la tela con mi piel gracias a la herida abierta.

Me tragué mis lágrimas, saliendo del baño del instituto. Todos estaban en sus cosas, con sus grupos.

Miranda me miró desde el frente del baño, con una mirada apenada.

—¿Estás lista? —Mi amiga preguntó, apretando los libros contra su pecho. Asentí, enganchando nuestros brazos para seguir caminando—. No sé cómo te aguantas a Ralph. Deberías decirle a Adrián lo que pasa para que le dé su susto.

Suspiré, mirando más allá del pasillo a mi mejor amigo: Adrián Lee. Se reía con Chelem y su grupito de admiradoras.

Tuvo que sentir mi mirada sobre él porque se giró y, al ver que lo observaba me sonrió e hizo un gesto de saludo en mi dirección. Volví la mirada en cuanto noté que una de las chicas seguía la dirección de su mirada. No quería más problemas.

—Adrián lo mataría de saber que se mete conmigo. Solo... no quiero problemas.

Mir cerró mi casilla con fuerza.

—¿Y el próximo curso qué harás entonces? Adrián se irá a la universidad, estás perdiendo tu oportunidad para que todos dejen de molestarte. Mira que yo he intentado defenderte, pero estamos en el mismo rango, no puedo hacer mucho contra Ralph.

Adrián sí podría. Volví a suspirar, pasando todo mi cabello hacia uno de mis hombros.

—Dejemos el tema, ¿sí? Antes de que él te escuche.

—¿Qué te escuche quién qué? —Mis hombros se tensaron al percibir el olor ácido de Adrián y sus brazos en mis hombros. Me miré alarmada con Miranda, buscando una excusa—. Sea lo que sea que vayan a decir sé que es mentira.

Suspiré, mirándolo por el rabillo del ojo.

—Luego te lo contaré. ¿Nos vamos ya? —Él asintió.

Estaba muy guapo. El cabello que antes había tenido muy largo se había recortado. Lo llevaba con gel hacia atrás, como esos actores que veía en las revistas que Miranda compartía conmigo. Llevaba también un suéter azul que, aunque era ancho, de igual manera mostraba el tipo de cuerpo que tenía.

En esos tres años él había crecido, dejándome a mí como una enana a su lado. Tenía que levantar la cabeza para mirarlo y subirme a alguna parte si quería abrazarlo. Me sentía diminuta, muy débil.

—Llevaremos a Sarah hoy, te dejaré en tu casa antes de llevarla a ella. —Mis cejas se alzaron con sorpresa. Nunca llevábamos a alguien en el auto con nosotros, ¿qué significaba eso?

Con una sola mirada que le mandé a Miranda ella desapareció.

Me giré por completo hacia Adrián, con un nudo en el estómago.

—¿Quién es Sarah? ¿Ella...? —Comenzó a negar desde antes de que pudiese terminar mi oración.

—¿Es mi compañera? No, solo me pidió un aventón, no te pongas celosa.

Intentó hacerme cosquillas. Me quedé quieta y seria, con el ceño fruncido.

Adrián tenía diecisiete para ese entonces. Yo estaba pronta también a cumplirlos, aunque un mes después él cumpliera los dieciocho. Era muy obvia mi atracción hacia él, incluso un día me lo había preguntado él mismo. Nunca lo negué, pero sí le hice prometerme que me avisaría cuando apareciera su compañera.

Perdió la sonrisa para ponerse serio.

—De verdad no lo es, Bel, solo no la quiero dejar tirada cuando su amiga la dejó tirada.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Where stories live. Discover now