CAPÍTULO 28| Adrián

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El infierno solo tuvo dos días para desatarse.

El día siguiente de la posesión de Chelem se hizo todo el papeleo. Su padre lo había instruido bien durante toda su vida, así que sabía qué hacer. A los dos días pasó lo que me temía: luego de años —muchísimos años—, una manada le declaró la guerra a otra. Chelem no lo pensó, solo declaró una guerra y mandó a hombres a la noche a atacar... yo entre ellos.

Belén, al verme entrar a mi habitación con dos hombres a mis lados sosteniendo mi peso, se levantó y corrió hacia mí. Comenzó a dar instrucciones para que me dejaran en mi cama mientras ella preparaba sus cosas.

Tenía cortes en mi brazo, espalda y abdomen. Todo dolía más porque se habían usado armas de plata. La manada «enemiga» no tenía muchas de ellas, no obstante, las que tenían valían y me habían lastimado con ellas.

Mi novia negó y la rabia se encendió en sus ojos mientras echaba algo en mi piel que me hizo apretar los dientes por lo tanto que ardió.

—¿Hasta cuándo hará ataques? —preguntó, limpiando el líquido para que no bajara a manchar la cama.

Sí, no era el segundo día luego de la posesión. Los ataques llevaban dos semanas. No había disfrutado del todo mis vacaciones con Belén porque cada día mi amigo me pedía salir a pelear. No me podía negar, no cuando la situación estaba tan frágil y era uno de los que mejor peleaban. Él no iba, se quedaba en el antiguo despacho de su padre para mandar ordenes y hacer cuentas de pérdidas y ganancias.

—Mi padre está enojadísimo, Adrián. Se la pasa regañándome por quedarme en tu casa —susurró con ojos afligidos y suspiró luego.

—Lo siento, no quiero que tengas problemas en casa por mí. —Apretó los labios y echó cremas en mi piel.

—Y yo no te dejaré así, pero de verdad, Adrián; si siguen así te vas a consumir y de paso me consumirás a mí. ¿No has vuelto a pensar en tomar la constructora?

La miré y tomé su mano. Ella se dejó, dejando de lado lo que hacía.

—Bel, la manada me necesita, Chelem me necesita. Está bien que los grupos que tengamos sean fuertes, pero sin un líder no sabrían qué hacer.

—Entonces que vaya él. Solo está haciendo pataleta por su padre... estoy segura de que fue él quien provocó al otro alfa y por eso lo lastimaron hasta ese punto. No me gusta que te vayas a arriesgar tú, piensa un poco en mí, por favor.

—Pienso en ti —contradije—, por eso mismo quiero que tengas un lugar seguro en donde puedas vivir tranquila.

—No viviré tranquila sabiendo que mi novio va arriesga su vida tontamente y que es probable que mi padre me prohíba volver a cuidarlo porque ya llevo días sin dormir en mi casa, en mi cama.

Pensé en una respuesta.

—Cásate conmigo entonces, así puedes estar tranquila de estar aquí y si tu padre te dice tendrás una excusa.

Su cabeza gacha no se alzó para mirarme, solo lo hicieron sus ojos y gracias a la posición y el sentimiento de Belén, esa mirada dio miedo.

—¿De verdad es lo mejor que se te ocurre? ¿Saltarnos procesos solo porque no se te ocurre que la mejor solución es dejar la manada?

Solo pensarlo me causó miedo. Negué, tomando su mano antes de que estuviera muy lejos de mi alcance. Vi su intención de irse, alejarse de mí.

—Bel...

—De verdad que tus propuestas son una mierda. No he obtenido si siquiera una propuesta formal para ser tu novia y ahora me dices como si nada que me case.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon